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«Zapaterada»

La Razón
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En Moncloa llamaban «maragalladas» a las salidas de pata de banco del ex presidente de la Generalitat. Era como dialogar con un esquimal, cada uno en su jerga. La cosa es que con el paso del tiempo hemos comprobado que las «maragalladas» existían de verdad, pero aún no sabemos cuál fue la contribución de ZP a ellas. Quiero decir que Maragall era como era, pero está claro que Zeta le animaba en los enredos. De tal manera que ahora vemos con claridad cómo Zapatero no necesita de Maragall para seguir en su racha de líos. Del estatut a la negociación con Eta y de ahí a la Memoria Histórica y, a la economía y a Kosovo.Nuestro ilustre presidente es un auténtico especialista en charcos. Fruto sin duda de su desorden sistémico, analizado muy bien por su ex colaborador Javier Valenzuela en el libro «Viajando con ZP»: «No sabe trabajar con equipos organizados ni con misiones atribuidas. La mayoría de sus ministros son inexistentes». Lo suyo es la improvisación. Decirle a todo el mundo que sí para después salir por peteneras. Montar sin necesidad un problema en los Balcanes con la OTAN y con Obama. Y quitarse después de en medio sin explicar nada ni al Congreso ni a su partido ni a la oposición ni a su Gobierno. O sea, lo que se dice una auténtica «zapaterada».