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Chile

«Piñera tiene la fuerza necesaria para acometer las reformas de Chile»

Entrevista con Carolina Schmidt, ministra chilena de Medio Ambiente

Carolina Schmidt, ministra de Medio Ambiente de Chile. Foto: Gonzalo Pérez
Carolina Schmidt, ministra de Medio Ambiente de Chile. Foto: Gonzalo Pérez© Gonzalo Pérez MataLa Razón

La ministra de Medio Ambiente chilena, Carolina Schmidt, está en Madrid para presidir, muy a su pesar, la Cumbre del Clima (COP25). No ha podido hacerlo en su país, agitado desde hace seis semanas por una oleada de protestas y violencia desconocidas desde años. En esta entrevista a LA RAZÓN, analiza la situación que vive Chile y cómo la afronta su Gobierno.

Repasando los sucesos recientes en su país, sorprende en primer lugar la virulencia de las protestas y también la contundente respuesta de las Fuerzas de Seguridad...

Hay que insistir en que la inmensa mayoría de los chilenos salieron a la calle de forma pacífica; incluso yo diría que cargada de esperanza. Fue incluso familiar y transversal, con familias completas en la calle; fueron protestas surgidas con mucha esperanza por un Chile más justo, más integrador. Pero también surgieron grupos violentos que se mezclaron en ellas y generaron un clima de violencia extrema muy compleja. Da que pensar el hecho de que en una noche se hayan quemado 20 estaciones de metro completamente, de manera coordinada... Son grupos violentos, muy pequeños pero muy agresivos, que han empañado la manera en que los chilenos suelen manifestarse, pacíficamente.

¿Sorprendió al Gobierno esta explosión popular? ¿No supo controlarla?

Sí, no estábamos preparados. Fue sorprendente para todos. La mayoría de las Fuerzas de Seguridad salió a la calle para defender a las personas, las fuentes de trabajo, los negocios, los sistemas de abastecimiento... Lo hizo con una gran fuerza y sí, se cometieron muchos errores, porque en una primera etapa se salió con todo ante lo brutal de la situación.

¿Fue precipitado decretar el estado de excepción?

Lo que ocurre es que cuando tú te enfrentas a hechos como la destrucción simultánea de 20 estaciones de metro, de edificios enteros, de más de 400 supermercados o 200 farmacias, claramente optas por decretar el estado de excepción. Lo que ocurre es que nuestra respuesta causó un gran impacto. Chile vivió 17 años de dictadura, lo vivimos mucho dolor, y ver a nuestras fuerzas en la calle generó un gran impacto en la gente. Y como digo, el presidente Piñera lo reconoció, se han cometido errores y todos los casos han sido denunciados, serán investigados y sancionados según la ley. No habrá impunidad. Chile tiene un respeto absoluto por los derechos humanos.

¿Qué efecto tuvo en su Gobierno el informe de la ONU sobre los abusos policiales? ¿Qué coste ha tenido para su país la protesta?

Fuimos nosotros quienes llamamos a los organismos internacionales, a la ONU, a hacer los informes... Ha sido doloroso y preocupante recibir dichos informes. Y las revueltas evidentemente han tenido un coste. El primero y más doloroso es que se han perdido vidas, también infraestructuras muy importantes. La COP, la Cumbre del Clima, no la pudimos realizar en Chile y nos obligó a traerla a Madrid. Pero a la vez que sentimos dolor sentimos esperanza. Chile es un país resiliente, que ha afrontado situaciones complejas y las ha superado en base al diálogo. Así como Chile despertó, Chile también reaccionó, y en menos de un mes ya tiene un acuerdo transversal que involucra al 95% de la clase política por la paz, por una nueva Constitución que permite incorporar a todos.

Piñera ha anunciado medidas como la subida de pensiones, la del salario mínimo, la pensión básica solidaria... y aun así, las movilizaciones no cesan. ¿Por qué?

Es un asunto muy complejo. Se acordó la reforma constitucional y una agenda social importante que abarca las pensiones y ayudas. Ahora estamos en un acuerdo para modernizar las infraestructuras y reactivar la economía... y sin embargo seguimos viendo actuar a grupos violentos minoritarios. Su violencia es inaceptable. Quiero ser muy clara en esto. Así como las demandas ciudadanas han sido legítimas y están siendo atendidas por la clase política, los grupos de violentos no son aceptables. Necesitamos también en este aspecto un acuerdo transversal de todas las fuerzas políticas para no solo condenar la violencia, sino de actuar contra ella con decisión.

¿Ve al presidente Piñera con fuerzas para ello? Los manifestantes le exigen cada día su dimisión, ha habido rumores de que tiraría la toalla...

Sí, ha sido duro y muy doloroso. Pero lo veo con fuerza para acometer el ambicioso programa de reformas que se ha propuesto. No sólo porque es muy fuerte, también es una persona que siente un gran amor por el país. Es importante que tengamos la ocasión de escuchar e impulsar las demandas de la ciudadanía y sacarlas adelante.

Viendo lo que sucede en su país, Colombia, Bolivia... ¿Cree que existe un efecto contagio en las protestas?

No solo ahí. También París... Creo que el costo de la vida es algo que se repite. Cuando el costo de la vida golpea con fuerza puede ser un tremendo detonante. Si considera que las protestas de Chile las provocó una subida de menos de 40 céntimos de euro en el billete de metro... También hemos visto surgir otras posibles hipótesis sobre la posible injerencia de otros países, pero de eso yo no tengo ningún dato y por lo tanto no puedo asegurar nada.

Después de las tristes circunstancias que vive su país, que obligaron a trasladar la cumbre del clima a Madrid, ¿cómo se plantea esta cita internacional como responsable de la organización?

Chile asume la presidencia de esta COP en nombre de América Latina y el Caribe, representamos la realidad de los países en desarrollo, que es muy distinta a la de los desarrollados. Tenemos urgencias, necesidades y demandas socioambientales urgentes; y al mismo tiempo debemos acometer transformaciones importantes para lograr ese desarrollo limpio que todos buscamos. Nos planteamos cómo abordar el problema y aquí incidimos en la necesidad de conseguir una transición limpia en la que se implique a los diferentes actores en los distintos territorios, a los trabajadores... Que se incorpore también la transición tecnológica que haga posible los necesarios cambios.

¿Usted no se cansa de repetir que hay que acometer este encuentro con ambición. ¿Cómo se puede traducir o plasmar esa ambición en un documento?

Cuando hablamos de la ambición, lo hacemos respecto a tres áreas. La mitigación o reducción de emisiones en una transición justa para todos. También tiene que ver con los medios de implementación, que incluyen la financiación y transferencia tecnológica. En todos ellos esperamos lograr avances.

¿Y cómo se puede sortear la resistencia de gobiernos de potencias tan contaminantes como EE UU, China o India?

Es importante recordar que todos los países son contaminantes, no hay buenos y malos, aunque cada uno tiene necesidades y urgencias distintas. Todos debemos acometer el cambio. Y a todos nos dolió el anuncio de salida de EE UU del Acuerdo de París, que se hará efectiva en noviembre de 2020. Sin embargo, hoy todavía EE UU es parte del Acuerdo, son parte de esta conferencia que me toca presidir. Y también hay que entender que la gran mayoría de los ciudadanos de EE UU quieren ser parte de la solución, y ahí se puede apreciar cómo incorporamos nuevos actores y nuevas temáticas en la lucha contra el cambio climático. Para contribuir a sortear los obstáculos incorporamos a gobiernos regionales y locales, también a la empresa privada, que nos da una gran oportunidad para ampliar el campo de actores, unos actores que pueden ser un motor muy fuerte de transformación. Tenemos mucho que agradecer a estados como el de California, Nueva York, Miami... Hay tantas ciudades y empresas norteamericanas que se están comprometiendo con la carbononeutralidad que es ilusionante, porque tienen una capacidad enorme de impulsar transformaciones, no solo en su país sino también en el exterior.

En la Cumbre de París solo estaban representados los gobiernos. Madrid acogerá a varios colectivos más. ¿Es un cambio radical en el planteamiento?

Nos llena de alegría ver que hay empresas de distintos sectores que se están implicando... Eso va a ser un motor de transformación enorme. Sí, el éxito de esta cumbre pasa por haber traído a la mesa a nuevos actores a la mesa. Es muy relevante traer a empresas y también por primera vez a los ministros de finanzas. La financiación de proyectos no son solo los fondos internacionales contra el cambio climático. También implica ver cuáles son los instrumentos financieros que los gobiernos pueden aplicar para impulsar una acción más ambiciosa y efectiva. En Chile yo pongo el ejemplo de los fondos verdes, que han tenido un éxito total. También estarán los ministros de Energía, de Agricultura, de Ciencia...

¿Cómo se pueden medir los progresos?

Nosotros venimos de un mundo donde el gran dato de medición del grado de desarrollo de los países era el PIB per cápita. Ahora hemos aprendido con gran dolor que esa no es una medida que permita ver los niveles reales de desarrollo de los países ni la ciudadanía, tampoco de la sustentabilidad. No falta mucho para que usemos el nivel de emisiones para medir el progreso.

Chile vive en primera persona los rigores del cambio climático por la escasez de agua y la dependencia de las centrales de carbón... ¿Son un ejemplo del cambio de dirección en la lucha ppor combatirlo?

Sí, sufrimos una emergencia medioambiental. Por un lado tenemos una gran dependencia del carbón, que supone el 40% de nuestra materia energética. Lo que hizo el presidente Piñera fue reconocer el problema, enfrentarlo y ponerse una meta, que es cerrar las plantas en 2040. Primero se acordó no construir ninguna planta más, después iniciar los cierres. Chile tiene enormes ventajas competitivas para competir en energías limpias, tenemos el desierto con mayor capacidad de captar radiación solar, el de Atacama; lo que permite atraer inversiones. También tenemos ríos con capacidad de generar energía hidroeléctrica, también vientos... Por otro lado tenemos el problema del agua, cuya escasez afecta a los más vulnerables. Después de diez años de sequía vivimos el más seco de la historia de Chile. Es un drama que afecta a las cosechas y a muchas familias. Un tercio de las comunas están en emergencia hídrica. Necesitamos cambiar urgentemente nuestro modelo de gestión. No tenemos embalses porque hasta ahora no teníamos problemas. Ahora es una urgencia, pero queremos convertir la crisis en una oportunidad.