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El presidente iraquí rechaza al “premier” y amenaza con dimitir

Barham Saleh pone su cargo a disposición del Parlamento porque se opone a aceptar un candidato proiraní rechazado por los manifestantes

Cientos de manifestantes salieron a las calles de Bagdad para protestar contra la nominación de Asad al Eidani, apoyado por Irán, para el puesto de primer ministro
Cientos de manifestantes salieron a las calles de Bagdad para protestar contra la nominación de Asad al Eidani, apoyado por Irán, para el puesto de primer ministroKhalid MohammedAP

Cuando la situación en Irak amenaza con ir mal, puede ir aún peor. En medio del caos político a raíz de las peores protestas vividas en años, el presidente iraquí, Barham Saleh, presentó ayer su dimisión en una carta dirigida al Parlamento, alegando que el candidato designado para primer ministro, Asad al Eidani, no responde a las expectativas de los manifestantes.

Al Eidani, ex gobernador de la ciudad sureña de Basora, es un político cercano a Irán, lo que contradice a las demandas de los manifestantes que exigen acabar con la injerencia iraní en todos los asuntos del país.

«Con todo mi aprecio al señor Asad al Eidani, me abstengo de nombrarle como candidato del bloque Al Bina, puesto que la presidencia de la República ha recibido varias cartas sobre el bloque parlamentario con mayor número [de escaños], pero que son contradictorios», sostuvo el jefe de Estado en la misiva. Por ese motivo, continuó Saleh, «pongo mi cargo en manos de los miembros del Consejo de Diputados para que decidan a la luz de sus responsabilidades como representantes del pueblo lo que vean oportuno». El líder iraquí argumentó que su decisión de poner su puesto a disposición del Parlamento era una mediada para «acabar con el derramamiento de sangre y proteger la paz».

Irak es como una olla a presión a punto de estallar: En plenos disturbios con más de 500 muertos por la represión policial, sin Gobierno desde hace un mes y, ahora, también podría quedarse sin jefe de Estado. El pasado lunes venció el ultimátum para elegir nuevo jefe de Gobierno tras la renuncia a principios de mes de Adel Abdelmahdi, tras una disputa para determinar cuál era el bloque parlamentario más grande, que involucró al Tribunal Federal Supremo, al presidente del Legislativo y al propio Saleh.

La semana pasada, el segundo partido del Parlamento, Al Fath, propuso al presidente como candidato a Qusei al Suhail, una figura rechazada igualmente por los manifestantes por ser ministro de Educación Superior en el Gabinete del primer ministro dimisionario y haber tenido otros cargos en el anterior Ejecutivo.

Cientos de manifestantes salieron de nuevo ayer a las calles de Bagdad y de distintas ciudades del sur del país para rechazar a Al Eidani y exigir el nombramiento de un primer ministro independiente y que no haya formado parte de anteriores Gobiernos ni de partidos políticos.

«No queremos a Asad el Iraní», corearon los manifestantes en la localidad de Kut, al sur, mientras que en la plaza Tahrir de Bagdad los indignados portaban retratos tachados con una x en rojo de este político opositor a Sadam Husein, que durante un tiempo se refugió en Irán y después pisó varios años los calabozos del dictador.

En la madrugada del jueves, una turba encolerizada prendió fuego a dos sedes de partidos chiíes, la organización Badr, y Asaib Ahl Al Haq, en protesta por la muerte del activista Thaer Karim al Tayeb y de un famoso humorista. Aws Fa Dhil, que presentaba un programa de humor en la televisión y era muy seguido en Irak, fue el blanco de tres balazos que impactaron en su coche la noche del martes.

Tras la muerte de Al Tayeb, los manifestantes tomaron las calles y han bloqueado las carreteras principales que conectan la ciudad de Diwaniya con otras urbes, según han contado a DPA testigos de los hechos. Los manifestantes han atacado y han prendido fuego a las oficinas de varios partidos chiíes al sur de Bagdad.

Las protestas que comenzaron el 1 de octubre en Irak se han saldado con la muerte de más de 500 personas. Los manifestantes denuncian la corrupción imperante y reclaman un cambio en el sistema político, lo que forzó hace unas semanas la renuncia del «premier», Adel Abdulmahdi.