Donald Trump

Trump amenaza con atacar el patrimonio histórico y cultural iraní

La comunidad internacional se desmarca del presidente de EE UU y la Unesco le advierte que sería un crimen de guerra semejante a los cometidos por Al Qaeda y el Estado Islámico

Manifestación en Manila contra el ataque ordenado por Donald Trump contra el general iraní Suleimani
Manifestación en Manila contra el ataque ordenado por Donald Trump contra el general iraní SuleimaniAaron FavilaAgencia AP

Que el presidente de EE UU amenace con violar la Convención de Ginebra y alardee de la posibilidad de incurrir en crímenes de guerra no parece la mejor forma de apaciguar los ánimos a la vuelta de vacaciones. Pero es justamente eso lo que hizo Donald Trump este fin de semana. Primero desde Twitter y luego delante de un periodista, prometió destruir decenas de enclaves esenciales del patrimonio histórico-artístico iraní si el Gobierno de los ayatolás osa contraatacar.

¿Entre los lugares señalados figura la tumba de Ciro II, El Grande? ¿Persépolis? ¿Las ruinas de la ciudadela de Bam? ¿Los palacios medievales de Teherán? Cualquiera de estas hazañas colocaría a la Casa Blanca del lado de Ahmad Faqi al Mahdi, líder de Al Qaeda en Mali, condenado por la Corte Penal Internacional a nueve años de cárcel por la destrucción de 16 mausoleos históricos, una mezquita y un número considerable de manuscritos en Tombuctú. O con los talibanes responsables de volar los colosales Budas de Bamyan, de 1.500 años de antigüedad. Por no hablar de la avalancha de mezquitas, monasterios, iglesias y toda clase de templos y ruinas de la antigüedad arrasados por el Estado Islámico en Irak y Siria.

Insensible a la posible reacción en contra Trump había comentado que Irán atacó a EE UU y «devolvemos el golpe». En el supuesto de que respondan a la muerte del general Soleimani, prometió que su gobierno ha elaborado una lista con «52 sitios iraníes (que representan a los 52 rehenes estadounidenses tomados por Irán hace muchos años), algunos de muy alto nivel e importantes para Irán y la cultura iraní, y esos objetivos, e Irán mismo, SERÁN GOLPES MUY RÁPIDOS Y MUY DUROS. ¡Estados Unidos no quiere más amenazas!».

En respuesta a sus frases, la directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Audrey Azoulay, se ha reunido con el embajador de Irán, Ahmad Jalali. En un comunicado, la Unesco recalcó la «universalidad del patrimonio cultural y natural como vectores de paz y diálogo entre los pueblos, que la comunidad internacional tiene el deber de proteger y preservar para las generaciones futuras». Nada nuevo, por otro lado: es la tesis mantenida por EE UU en todos los foros internacionales desde hace décadas. Quien destruye el patrimonio cultural de un territorio o un pueblo lo hace con la intención de borrar cualquier vestigio histórico de un tiempo y una comunidad, pero también atenta contra un bien de carácter universal e incurre en una violación de los derechos humanos. De hecho EE UU ha firmado todos y cada uno de los acuerdos destinados a proteger las obras y lugares culturales de las bombas y las luchas partidistas.

Mientras la Casa Blanca, empezando por Mike Pompeo, trataba de apaciguar el escándalo, negando cualquier posibilidad de que Trump hubiera dicho lo que dijo, circulaba por Washington un comunicado donde añadía que a los iraníes «se les permite matar a nuestra gente, se les permite torturar y mutilar a nuestra gente, se les permite usar bombas en la carretera y hacer volar por los aires a nuestra gente, y no se nos permite tocar sus sitios culturales. Pues las cosas no funcionan así…».

En cuanto a las críticas por no haber informado al Congreso del ataque del pasado viernes, una acción interpretada por muchos como una declaración de guerra encubierta contra Irán, explicó que que sus publicaciones en Twitter sirven como «notificación al Congreso de los Estados Unidos de que si Irán ataca a cualquier persona u objetivo de los Estados Unidos, los Estados Unidos responderán rápida y completamente, y tal vez de manera desproporcionada» . «Tal aviso legal no es obligatorio», ha añadido, «¡pero sin embargo lo doy!».