Venezuela
La segunda oportunidad de Guaidó
El líder opositor rechaza la toma del Parlamento por parte de un disidente de su coalición, respaldado por Maduro
Juan Guaidó es presidente encargado de la República Bolivariana de Venezuela. Así ha sido determinado por la Asamblea Nacional y así es reconocido por casi 60 países, incluida España. Pero no tiene acceso al despacho presidencial, ni efectivo control del poder.
También es presidente de la Asamblea Nacional venezolana, ahora ratificado por la mayoría de los legisladores para un segundo período, su último de esta legislatura. Pero durante 2020 lo más probable es que deba encabezar un parlamento itinerante, sin sede, sin acceso al salón de sesiones histórico del Palacio Federal Legislativo que ha servido de sostén físico para su ejercicio desde 1877. El 5 de enero, el chavismo impuso a Luis Parra, un «opositor disidente», como nuevo presidente de la Asamblea en un acto de práctica irregular y dudosa calidad jurídica y que, una semana más tarde, no ha podido ser confirmado con los nombres de los supuestos 81 diputados que favorecieron tal designación. Ese mismo día, Guaidó contó 100 votos de diputados aliados para ratificarse en la jefatura del Legislativo, en una sesión extramuros, obligada por la militarización del Capitolio que impidió el acceso normal al edificio.
En la práctica hay «dos Asambleas», que todo indica desarrollarán «dos sesiones» cada vez. Juan Pablo Guanipa, primer vicepresidente del Parlamento en la fórmula de Guaidó –la reconocida como legítima por Estados Unidos, Unión Europea, Grupo de Lima, OEA, academias nacionales, sectores empresariales y otros actores– dice a LA RAZÓN que «no es un problema ni de bicefalia, ni de dos asambleas. Nosotros somos la Asamblea Nacional. ¿Queremos defender el recinto? Sí, por el simbolismo que tiene. Ahora, si ellos insisten en mantener ese Palacio tomado militarmente o nos impiden el acceso, buscaremos un espacio alterno».
El «gobierno legítimo» seguirá luchando por el rescate de la sede física porque genera ganancias: la represión genera condenas internacionales, y la reconquista brinda moralización interna, confirma uno de sus estrategas a LA RAZÓN. Guanipa plantea que la discusión sobre el control del edificio no los detendrá. Con la mayoría de los diputados «del lado correcto», dice que en 2020 el objetivo sigue siendo el mismo: cesar la usurpación, expulsar a Maduro del poder y lograr elecciones verdaderamente libres.
A su juicio, la tarea urgente es aumentar los niveles de presión política y social, interna y externa. «No veo otra forma», admite. Dice que la gente debe salir a la calle, a pesar de que la subsistencia sea prioridad y el miedo a la represión paralice. «Son dos factores importantes pero no determinantes». Afirma, eso sí, que el liderazgo es fundamental para que tal cosa ocurra». Esta semana dos informaciones marcaron a la oposición. Por un lado, Elliot Abrams, portavoz de la Casa Blanca para el asunto venezolano, afirmó que una intervención de su país en Venezuela no depende de que Guaidó la pida –una crítica habitual en círculos opositores «radicales». Por el otro, EE UU apostó por una salida negociada con Maduro para llegar a escenarios electorales. Y además, una comisión del gobierno Noruego, que patrocinó diálogos fallidos en 2019, está en Caracas pero ya Guaidó anunció que no habría reuniones pues «no están dadas las condiciones» para conversar nada con la dictadura. Entretanto, un grupo de militares ha anunciado la «Operación Aurora». Sin identificarse, aunque mostrando la mayoría de los rostros, nueve unifomados han llamado a sublevarse contra Maduro. El mensaje fue compartido incluso por Iván Simonóvis, nombrado por Guaidó como comisionado especial de Seguridad e Inteligencia de su gobierno interino.
Lo ocurrido en los albores de este enero, le han dado a Guaidó un segundo aire de popularidad, y un nuevo respiro de esperanza. «Hoy es el protagonista otra vez», ha dicho Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanalisis, que ubica al líder opositor como el político mejor valorado del país aunque con números disminuidos con respecto a comienzos de 2019. El analista cree, no obstante, que «no es suficiente lo que ocurrió. Tiene que convertir esa energía potencial a energía cinética». «Hemos recuperado la credibilidad, la moral, la unidad y el impacto internacional. Con eso vamos a reorganizar y retomar la movilización popular», comenta uno de los estrategas opositores.
Este fin de semana Guaidó convocó cabildos abiertos en todo el país para explicar lo ocurrido el domingo pasado e inyectar nuevos aires a una oposición alicaída. El foco estuvo en el encuentro con la nueva directiva de la Asamblea –Guaidó, Guanipa y Carlos Berrizbeitia– al caer a tarde de sábado en Caracas. En el Capitolio, entretanto, Luis Parra intentará nuevamente sesionar el martes, con el reto de demostrar que suficientes parlamentarios lo respaldan como para siquiera tener el quórum necesario para funcionar. Asegura que cuenta con 51 diputados del chavismo y 30 opositores «rebeldes». No obstante, consultado por LA RAZÓN con la lista de 18 diputados que le respaldan sobre los nombres de los otros 12 que nadie ha podido confirmar existan, Parra se escuda: «Esos los vas a ver cuando llegue el momento». Parra y quienes con él se han asumido como jefes del parlamento, han sido desconocidos por sus partidos políticos. Pero ellos insisten en su militancia, a pesar de considerarse «rebeldes». En Primero Justicia, por ejemplo, prevén que el Tribunal Supremo intervenga las organizaciones –actualmente ilegalizadas– y las entregue a quienes se han aliado con el chavismo para que participen de unas eventuales elecciones legislativas a gusto de Maduro.
El temor no es gratuito. Parra explica a LA RAZÓN que exigirá respeto a sus derechos políticos y su militancia «en las instancias que sean». Y añade que aceptaría «que todo lo que vaya en beneficio de indemnizar nuestra posición política siga su curso», pues «nadie es dueño de Primero Justicia». En Voluntad Popular, el partido de Guaidó que encabeza Leopoldo López, asumen que «el chavismo va tras los partidos y unas parlamentarias chimbas (cutres), pero el foco nuestro no es evitar que lo hagan sino salir de la dictadura», dice uno de sus diputados.
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