Francia

Macron fulmina a Ségolène Royal por sus críticas al Gobierno

La ex candidata presidencial socialista denuncia su inminente cese como embajadora francesa en los Polos por ejercer su libertad de expresión. La ex ministra apoyó activamente el salto al Elíseo del presidente

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Superado ya el ecuador de su mandato en el Elíseo, Emmanuel Macron ya ha experimentado en carne propia la soledad del poder. Muchos de los que le animaron para saltar a la política en 2017 sobre las cenizas del viejo bipartidismo francés (conservadores y socialistas) le han abandonado y critican abiertamente su presidencialismo jupiteriano. La última voz disonante es la de la que fuera candidata presidencial socialista en 2007 Ségolène Royal, embajadora para los Polos Ártico y Antártico desde septiembre de 2017, que anunció ayer en su perfil de Facebook que el Gobierno planea destituirla próximamente por sus reiteradas críticas a las políticas del presidente Macron.

Royal, ex pareja del ex presidente François Hollande, bajo cuyo mandato ejerció como “superministra” de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía., reproduce una carta del Ejecutivo fechada el 7 de diciembre en la que se le advierte de que “un futuro Consejo de Ministros podría examinar el proyecto de decreto que terminará con sus deberes como embajadora”. Royal, que se niega a renunciar su libertad de expresión, lamenta que su “cese ya ha tenido lugar, sin entrevista previa”.

“Entiendo por esta carta que el presidente de la República terminará mis funciones [durante] un próximo Consejo de Ministros, ya que no tengo la intención de renunciar a mi libertad de opinión y expresión garantizada por la Constitución. Tomo nota”, explica la ex ministra socialista.

Lo cierto es que las relaciones entre Macron y Royal se habían deteriorado progresivamente desde que el Gobierno presentó una reforma de las pensiones que prevé reducir a un régimen universal por puntos los 42 que existen actualmente, así como ampliar la edad de jubilación de los 62 a los 64 años para garantizar la sostenibilidad del sistema público. Si bien el Ejecutivo del primer ministro, Édouard Philippe, sacrificó este segundo objetivo el pasado fin de semana con la intención de aplacar a los sindicatos, que han paralizado el transporte desde el pasado 5 de diciembre.

El anuncio del presidente de la República de renunciar a su pensión vitalicia de 6.000 euros una vez abandone el Elíseo tampoco satisfizo a la dirigente socialista, que preguntó a Macron, que en el pasado hizo una fortuna en el banco de inversiones Rotchchild, si volverá al “mundo empresarial global” una vez abandone el poder.

Pero la gota que ha debido agotar la paciencia del Gobierno es que la embajadora en los Polos hiciera campaña a favor de la candidata socialista a las municipales de Toulouse frente a los del partido macronista, la República en Marcha (LRM). En una entrevista con la cadena de televisión BFMTV, la ministra de Transición Ecológica, Elisabeth Borne, llegó a dar un ultimátum a su antecesora en el Ministerio, a la que instó a “tomar una decisión” si quería mantener su puesto, lo que exige “discreción”. “O quiere seguir siendo embajadora, y obviamente hay un deber de discreción, o quiere tener su libertad de expresión, y, en este caso, ya no debe ser embajadora sujeta a esta obligación”, le espetó Borne.

La ministra de Transición Energética se mostró en dicha entrevista dispuesta a reunirse con Royal para zanjar el asunto: “Creo que tendremos que aclarar las situaciones juntas. Escucho a Ségolène Royal que nos dice ‘estoy apegado a mi libertad de expresión’. Muy bien, en este caso, no debes ocupar un puesto en el que exista una obligación de discreción”. Cada miércoles se reúne el Consejo de Ministros, por lo que hoy mismo podría emitir el finiquito a su díscola embajadora medioambiental.

Para la oposición, este choque de trenes entre Royal y el Gobierno que le ha nombrado pone en evidencia los límites de la benevolencia macronista. Según recuerda el secretario general del Partido Socialista (PS), Olivier Faure, “Ségolène Royal fue fantástica cuando mantuvo una relación complaciente con Macron hasta el punto de mostrar su inclinación por la lista de LRM a los europeos. Tan pronto como critica la falta de administración de los hospitales públicos o muestra su oposición a la reforma de las pensiones, la despiden”.

A sus 66 años, Royal, unida sentimentalmente a Hollande durante casi tres décadas y madre de sus cuatro hijos, tiene una dilatada experiencia política como ministra, diputada, aspirante al Elíseo y presidenta regional. Sin embargo, su pasado con el jefe de Estado le cerró las puertas de Matignon mientras la primera dama Valérie Trierweiller estaba en el Elíseo. Tal era la inquina que la periodista sentía hacia la dirigente socialista, que en las elecciones legislativas de 2012 frustró las aspiraciones de Royal a presidir la Asamblea Nacional apoyando públicamente en Twitter a un disidente del PS. Ahora la ex ministra no descarta volver a la primera línea de la política francesa e, incluso, presentarse a las presidenciales de 2022 para defender sus convicciones feministas y verdes.

En su deseo de gobernar como un Júpiter ajeno al día a día de la gestión política y del desgate de las críticas, Macron corre el peligro de convertirse en el emperador desnudo al que nadie se atreve a contradecir. Ni siquiera aquellos que le ayudaron al alcanzar el Elíseo.