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Trump, sobre España: “Está destrozada. Es muy triste”

El presidente de EE UU vuelve a poner al Gobierno de Pedro Sánchez como ejemplo de mala gestión frente al coronavirus

El presidente Donald Trump, sostiene que la situación de EE.UU palidece ante la de países como España. «Recibí una llamada del G7», dijo en rueda de prensa, «Sus economías están hechas jirones, destrozadas. Mire lo que le ha pasado a España. Es increíble. Simplemente ha sido destrozada. Muchos otros países están destrozados. Es muy triste».

Son declaraciones perfectamente compatibles el guión que maneja la Casa Blanca. El de un gobernante que sale a diario ante los medios para explicar que actuó antes nadie. Según Trump, nadie podía haber previsto las consecuencias sanitarias y económicas del coronavirus. Y aunque en EE UU la situación resulta tremenda siempre hay otras naciones, como la España de los 200.000 infectados, con una población muchas veces menor, para establecer comparaciones que sirvan de parapeto.

No es la primera vez que el presidente de EE UU alude a España en sus ruedas de prensa sobre el coronavirus. Anteriormente citó el error del Gobierno de Pedro Sánchez por la partida de 58.000 test fraudulentos de China. “Eso no puede suceder en EE UU”, criticó Trump, porque el material se prueba, se analiza y se investiga.

No obstante, España no ha sido el único país que ha salido escaldado por la compra de material defectuoso a China. Reino Unido también adquirió una partida de test rápidos poco fiables.

No obstante las palabras de Trump reverberan mientras el contador de la Universidad John Hopkins certifica que EE UU alcanzó ya los 761.991 casos confirmados y las 39.000 muertes. Con manifestaciones y protestas contra el confinamiento y el cierre patronal en al menos una decena de estados.

En uno de los Estados donde cientos de personas se congregaron junto al capitolio local para reclamar el final del encierro, Pensilvania, el gobernador, pidió a la población que se mantenga segura. Añadió que «Obviamente ésta es una democracia en la que todos tienen derecho a expresar sus opiniones. Solo espero que, como todos los demás, los ciudadanos entiendan que queremos mantenernos seguros, por lo que el distanciamiento social es parte de las medidas adoptadas».

Wolf insiste en que su administración trabaja para salvaguardar la salud de los habitantes del estado y que es posible hacerlo sin adoptar una serie de medidas que inevitablemente afectan al tejido empresarial. También Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, ha salido al paso de las protestas frente al congreso local en Buffalo. «Nadie está en desacuerdo con que queremos salir de esta situación. Nadie», comentó, al tiempo que añadía que las protestas son innecesarias para convencer a la gente de que EE UU necesita recuperar la actividad y reabrir los negocios, «poner en marcha la economía y salir de nuestros hogares».

Mientras tanto los expertos insisten en que el país requiere urgentemente la multiplicación de tests, ralentizados, ahora se ha sabido, porque el Centro para el Control de Enfermedades no contaminó sus primeras muestras al no seguir sus propios protocolos de actuación.

El Centro, uno de los más prestigiosos del mundo, ha sufrido continuos recortes de personal y presupuesto desde hace más de una década. Empezaron con la crisis del 2008 y han continuado hasta hoy. Pero no parece existir alternativa a los tests masivos. El país necesita averiguar cuántas personas se han infectado, cuántas desarrollaron anticuerpos, cuánto dura la protección frente a la enfermedad y con qué personas estuvieron en contacto.

De momento apenas han dado positivo un porcentaje ínfimo de la población. Incluso en el mejor escenario, multiplicando este número por diez, no superaría el 5% de la población. Muy lejos del 60/80% que los científicos estima necesario para lograr la llamada inmunización de rebaño, que impide la progresión de la enfermedad.

Por si fuera poco, y debido a la carestía de las primeras semanas, ha sido necesario endurecer los protocolos necesarios para aprobar los tests, después de concluir el mercado ha sido inundado de productos que no funcionan. Con ese panorama los gobernadores de los Estados insisten en que necesitan la ayuda del gobierno federal.

En un movimiento típicamente contrario la Casa Blanca responde, por un lado, preguntando a los gobernadores por sus necesidades específicas y, del otro, insiste en que la responsabilidad del particular recae en las administraciones y poderes locales.

Como nota positiva cabe añadir que en Nueva York, epicentro mundial de la pandemia, siguen descendiendo las admisiones hospitalarias. Aunque los muertos por coronavirus, según el gobernador, Andrew Cuomo, todavía fueron 478 el pasado domingo. Una cifra «horrible», recalcó, aunque «si buscamos el lado optimista, lo cierto es que es mejor de lo que ha sido».

Para Cuomo la cuestión ahora es descifrar si, en efecto, el Estado ha alcanzado ya la fase de meseta, si se ha consolidado y si derivará en un descenso sostenido. De momento el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, anunció ayer que la ciudad suspende todos los conciertos, desfiles, manifestaciones y festivales previstos para junio.

Entre tanto la industria de la restauración ha solicitado ayudas por valor de 200.000 millones de dólares para salvar de la ruina segura a un sector que tiene muy complicado recuperar la normalidad antes de 2021.