Nicolás Maduro

La pandemia del Socialismo del Siglo XXI

Si los venezolanos no logran superar la crisis humanitaria no podrán luchar por su libertad

Maduro acusa a Duque de supervisar a "mercenarios" que preparan incursiones
Maduro en un acto reciente con militares en el Palacio de Miraflores---EFE

Por primera vez desde que Juan Guaidó asumió, desde la Asamblea Nacional, la primera magistratura interina de Venezuela, se genera un acuerdo con el régimen bolivariano. Se ha hecho en el marco de una necesaria ayuda humanitaria y a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

La noticia, solo en principio, parece positiva tomando en cuenta el drama que padecen los venezolanos. Sin embargo, desde lo político quedan dudas sobre el beneficio ante este nuevo movimiento de fichas. ¿Se vio forzado el régimen a ceder? ¿o lo contrario? ¿se trata de una victoria política considerando que el gobierno interino de Guaidó está reconociendo el mando de Maduro en la administración pública?

Ignorar y no reconocer que Maduro sigue mandando en Venezuela resultaría ingenuo. El hecho de saber que el régimen controla la administración del Estado no es contradictorio con reconocer, de igual manera, que legalmente Juan Guaidó es el presidente constitucional. En este sentido, el gobierno encargado intenta oxigenarse ante los venezolanos atendiendo los asuntos que día con día ocupan y preocupan: falta de medicamentos, falta de alimentos, drama económico y, recientemente, ansiedad por la crisis de gasolina y su dolarización.

El mayor problema para un venezolano promedio no es si Maduro usurpa o no el poder, tampoco, y eso es preocupante, que su país vive bajo la opresión de una tiranía; una realidad evidente pero finalmente abstracta y difuminada ante la imposibilidad de cubrir las necesidades básicas. Inspirados en la pirámide de Maslow -ya no por el coronavirus- se comprende que el país se encuentra prácticamente anestesiado ante una pandemia mucho peor que la causada por el Covid19: Socialismo del siglo XXI. Dentro de este marco, si la población no aplaca la crisis de lo esencial, difícilmente estará dispuesta a luchar por reconquistar la libertad, en las calles, en las plazas.

Maduro resiste políticamente, pero de manera momentánea, ante el acuerdo entre ambas partes; no se fortalece, pero se reacomoda en el tablero político. Sin embargo, sería importante resaltar el adjetivo «momentáneo». La llegada de la ayuda humanitaria podría perderse en la corrupción. En principio, todo será manejado bajo la supervisión de la OPS. Sin embargo, Venezuela no vive una democracia; no hay justicia, no hay independencia de poderes. Quedaría entonces ver hasta qué punto la gestión de la multilateral es ejercida con libertad. De esto podría depender el rédito político que obtendrían Maduro y Guaidó.

Es evidente que Venezuela quiere cambio. Los culpables están plena y fácilmente identificados: Maduro y su gente. Pero, la estructura de poder y corrupción se pinta de tal magnitud y resistencia que parece difícil en el corto plazo, es decir pocas semanas, que haya un verdadero cambio político en el país. Veremos si este acuerdo representa un paso de algo mucho más grande y que no está a la vista, o bien, una nueva oportunidad para que el chavismo continúe burlando el deseo de cambio de los venezolanos.

*Director general de Motta Focus motta@mottafocus.com @mottafocu