Venezuela

Catorce horas de cola para no poder poner gasolina: “Me fui peor que vine”

Ramón González acudió a las 4 de la madrugada a una estación de servicio de Caracas y se fue a las 6 de la tarde con el depósito vacío. Es el relato diario de un país petrolero sin combustible

Colas e incidentes en Venezuela por fallos en el repostaje de gasolina iraní
Una fila de coches y motos para repostar gasolina en una estación de MaracaiboHenry ChirinosEFE

En Venezuela comienzan a producirse protestas por todas partes, luego de que el régimen de Nicolás Maduro aumentara el precio de la gasolina e implantara un sistema dual: una venta subsidiada con limitaciones y otra a precio internacional y dolarizado de medio dólar por litro.

Se dijo que desde el lunes más de 1.500 gasolineras estarían despachando combustible, pero el propio presidente de la estatal Petróleos de Venezuela luego aclaró que eran unas 1.300 estaciones nada más, de las cuales 200 serían las dolarizadas. Esa realidad duró poco.

Ya en la mitad de Caracas no quedan bombas dolarizadas. Y en otras ciudades se ha ido cambiando el esquema sin previo aviso. Este viernes, de hecho, al este de la capital hubo una auténtica trifulca entre motorizados y policías porque la estación de servicio ubicada en la entrada de una zona empobrcida cambió al esquema “internacional”. Lo mismo ocurrió el miércoles en otra cercana, por la misma razón.

Atrás han quedado, en cuestión de días, los anuncios oficiales. El mensaje desde la cúpula gobernante ha sido que todos los venezolanos podrán surtir de gasolina subsidiada que estarían trabajando a full capacidad para “regularizar el suministro”, según Maduro. Su ministro de Petróleo, Tarek El Aissami, prometió que los despachos comenzarían a las 5 de la mañana y ningún funcionario podía limitar las cantidades hasta los 120 litros mensuales. Ninguna de esas cosas se ha cumplido.

Ramón González estuvo en una cola el martes por más de 14 horas. Llegó a las 4 de la mañana y se fue derrotado y si gasolina a las 6 de la tarde. En el camino, perdió el combustible que ya tenía moviendo el vehículo para acercarse a la estación. Ese día le tocaba surtirse, pues el gobierno distribuyó los días de la semana por terminales de placas de los coches.

Me fui peor que vine. Ahora tendré que esperar hasta el domingo, porque mi placa termina en 3. Pero ya la próxima no podría yo lanzarme una aventura a ver si llego, necesito seguridad porque ya no me queda casi nada para rodar”, dijo. Cuando vuelva a salir, se encontrará con que la estación donde no pudo echar luego de ser el 170 de la fila -sin contar vehículos oficiales ni motocicletas- ahora cobra en dólares, y en efectivo, solamente.

“En esta bomba de gasolina la gandola no llegó y no abrieron en todo el día. Logré poner combustible luego de 32 horas en fila, porque comencé a la 1 de la madrugada de ayer. Pero solo me dejaron poner 30 litros, cuando mi carro carga 40. No te puedo explicar lo que se siente esto, es una indignación combinada con cansancio”, detalló Anamaría Medrano, una administradora que perdió dos días de trabajo, y debió dormir en su vehículo.

Manuel Rojas tuvo mejor suerte. Pero tuvo que pagar. Él optó por acudir directamente a una estación dolarizada, en el céntrico municipio Chacao de Caracas. Luego de cuatro horas, desde las 6 de la mañana, pudo llenar el tanque. “Pagué 25 dólares, y la gasolina nunca faltó. Llegaron dos gandolas hoy. Es decir, que están mandando más para estas para que la gente termine aceptando que tienen que pagar es a este precio”, comentó.

Pero su fortuna no fue absoluta. Mientras esperaba, unos maleantes le arrebataron el teléfono celular y robaron a otros dos vehículos. Iban en motocicletas. “Es que no hay custodia, uno pasa la madrugada a la intempérie, sin vigilancia, y en un sitio donde te van a cobrar en dólares en efectivo. Es lógico que sepan que uno carga billete”.

En otros lugares del país también ha habido reclamos, principalmente porque funcionarios de la Guardia Nacional, encargados de la custodia y organización de las ventas, han decidido limitar los expendios, y solo surtir al transporte público, o cerrar las estaciones para evitar gastar lo disponible y “rendirlo para varios días”. Decisiones que han colmado la paciencia de quienes han hecho filas de más de 2 kilómetros, en el mejor de los casos.

Incluso vías rápidas y troncales han sido trancadas por ciudadanos que reclaman que las gandolas no abastecen a las gasolineras de manera equitativa. La respuesta de los cuerpos de seguridad ha sido, principalmente, la intimidación. Pasó en Sucre, al oriente del país, cuando pescadores reclamaron que sus botes se quedaron sin posibilidad de ser utilizados para pescar y, por tanto, comer.

La actuación de los uniformados ha incluido además la represión. Al menos siete equipos periodísticos han sido detenidos o agredidos. La reportera Carol Romero fue golpeada, apresada y presentada en tribunales luego de 20 horas desaparecida. Fue acusada de agredir a un funcionario, aunque testigos dan fe de que tal cosa nunca ocurrió.

Pero ciudadanos regulares también han sido apresados. La Policía Nacional detuvo el jueves a una pareja por registrar y publicar un vídeo sobre una protesta que ocurrió en una gasolinera de Guatire, a las afueras de Caracas. Los acusaron de instigación al odio, terrorismo, descalificación de instituciones policiales y críticas destructivas al sistema de abastecimiento de combustible, esos dos últimos no contemplados en ninguna norma jurídica, y más bien violatorios de la libertad de expresión y opinión establecidos en la Constitución nacional. Es un esquema que comienza a replicarse en el resto del país también.