Reino Unido

La gran guerra entre Maquiavelo y Lady Macbeth dentro de Downing Street

Desde que Dominic Cummings fuera despedido el pasado mes de noviembre, el ex asesor todopoderoso de Johnson se ha convertido ahora en su mayor enemigo

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Nadie esperaba que en la investigación que realiza la comisión parlamentaria sobre la gestión del Gobierno británico ante la pandemia, Dilyn se fuera a convertir en uno de los protagonistas. Es el perro que tienen Boris Johnson y su pareja Carrie Symonds. El 12 de marzo de 2020, reinaba el caos en Downing Street. La mayoría de los países europeos ya habían impuesto el confinamiento ante la gran amenaza que planteaba un virus tan asesino como desconocido.

Sin embargo, el premier estaba distraído porque su prometida se había vuelto “completamente loca” ante la noticia publicada por The Times sobre el cachorro adoptado. Reino Unido se enfrentaba a uno de los desafíos más importantes desde la II Guerra Mundial, pero la única preocupación de Symonds era desmentir que se quisieran deshacer de su mascota ante las grandes dificultades que tenían para educarlo.

“La escena era tan surrealista que era difícil de creer”, relata Dominic Cummings. Desde que fuera despedido el pasado mes de noviembre, el que fuera todopoderoso asesor de Johnson se ha convertido ahora en su mayor enemigo. Su intervención el pasado miércoles ante la comisión de ciencia y salud de Westminster había creado gran expectación. Y el oscuro estratega -considerado por algunos como un auténtico genio y por otros como un Maquiavelo- no defraudó.

Durante las más de siete horas que duró la sesión soltó suculentos titulares. Entre ellos, recalcó que Johnson “no era apto para el puesto”. Y acusó al ministro de Sanidad Matt Hancock de “comportamiento criminal y vergonzoso”. Pero, ante todo, no perdió ocasión para desprestigiar a la prometida del que fuera su jefe.

Cummings y Symonds nunca se soportaron. Las malas lenguas cuentan que él la llamaba “Princess Nut Nuts”. Decía que estaba loca y tenía cara de ardilla. La joven de 33 años, madre del último retoño de Johnson, en su día fue responsable de comunicación del Partido Conservador y jugó un papel determinante en su despido. Mantiene grandes contactos y tiene completamente cogido el pulso a la formación, muy alejada de las excentricidades del asesor, que llegó a encerrar básicamente al premier en un bunker para que sólo él pudiera tener contacto. Symonds era consciente que el cerebro de la campaña del Brexit se estaba cargando la carrera del líder tory. Le plantó cara y ganó la batalla. Pero Cummings busca ahora su particular revancha.

“El 12 de marzo de 2020 fue un día especialmente intenso”, relató al comité. “Donald Trump [entonces presidente de los Estados Unidos] pidió a Reino Unido que se uniera a los ataques aéreos en el Medio Oriente [un dato que hasta ahora se desconocía]. Una parte del equipo estaba valorando bombardear Irak, la otra parte estaba con la pandemia y por si no fuera poco, la novia del primer ministro se estaba volviendo loca con un asunto completamente trivial de unas noticias de su perro”, señaló.

Pero no quedó ahí. Cummings también acusó a la pareja del premier de intentar hacer una intervención “ilegal” en el proceso de contratación del Número 10 al nombrar a sus amigos para puestos clave. “Mi salida definitivamente estuvo relacionada con el hecho de que la novia del primer ministro estaba tratando de cambiar un montón de nombramientos diferentes para poner a sus amigos con puestos específicos”, explicó. “En particular, estaba tratando de anular el resultado de un proceso oficial sobre una contratación de una manera que no solo era completamente poco ética, sino que también era claramente ilegal”, sentenció. “El comportamiento del primer ministro en ese momento era espantoso y todo eso definitivamente tuvo gran peso para que finalmente decidiera marcharme”, añadió.

Cummings afirmó de manera más general que la influencia de Symonds sobre Johnson contribuyó a fallos graves en la respuesta a la pandemia. El exasesor dijo que en el punto crítico de febrero del año pasado, el líder tory estaba distraído por su vida personal. “Estaba finalizando su divorcio y su novia quería anunciar que estaba embarazada y el compromiso”, señaló. En este sentido, acusó a su antiguo jefe de tomarse unas vacaciones a mitad de febrero con Symonds en Chequers, la residencia de descanso en el campo para los primeros ministros, cuando debería haber previsto los planes para la pandemia.

Dentro de Downing Street, son muchos los que ven a Symonds como una de la únicas personas sensatas dentro del círculo de Johnson. Pero otros la han bautizado como Lady Macbeth por querer intervenir, supuestamente, en asuntos políticos. La esposa del rey de Escocia se convirtió en uno de los grandes protagonistas de Shakespeare. Según la tragedia, MacBeth está destinado a ser rey. Visitador de brujas que le anuncian su destino, ve crecer su ambición pero no su maldad. Su esposa, al saberlo, planea asesinar al actual rey para que se cumpla la profecía. Macbeth duda, pero ella, temerosa de su naturaleza bondadosa, lo increpa: “…Tú quieres ser grande, no te falta ambición aunque sí el odio que debe acompañarla…Ven pronto, ven, para que pueda vaciarte mi coraje en tus oídos y azotar con el brío de mi lengua todo lo que te aparta del círculo de oro”. Ahí es nada.