Reino Unido
Cummings, exasesor de Boris Johnson: “Cuando los ciudadanos más nos necesitaron, el Gobierno fracasó”
El que fuera mano derecha del premier se “arrepiente” de no haber hecho mayor hincapié en los preparativos para lidiar con la pandemia
Dominic Cummings siempre ha sido una figura de extremos. Para algunos es un auténtico genio. Para otros un Maquiavelo. Tras conseguir el triunfo del Brexit como cerebro de la campaña euroescéptica, el premier Boris Johnson le fichó como principal asesor. Durante un tiempo, se convirtieron en pareja indestructible.
Por primera vez, el estratega se había topado con un candidato a Downing Street dispuesto a tirar los dados y tomar decisiones valientes para unos, temerarias para otros, que para bien o mal han acabado transformado completamente el escenario político. Pero, tras su polémico despido el pasado mes de noviembre, se ha convertido ahora en el crítico más despiadado con el Ejecutivo.
Su comparecencia ante el comité parlamentario que evalúa la gestión del Gobierno ante la pandemia se venía anunciado desde hacía días como una auténtica bomba de relojería. Y no defraudó porque hoy no dejó títere con cabeza. “Johnson no es una persona cualificada para el cargo que ocupa”, matizó. “La verdad es que los ministros y asesores de algo rango, como yo, actuamos desastrosamente muy por debajo de los estándares que se le presuponen a un Gobierno ante una crisis como esta”, añadió.
Para Cummings, el problema de base es el propio sistema. “Cualquier sistema que ante unas elecciones generales de a elegir entre dos hombres como Jeremy Corbyn o Boris Johnson está fallando. Ni siquiera yo tendría que haber tenido un puesto en ningún Gobierno racional sensato...Es una locura que yo mismo tuviera tanto poder. No soy tan inteligente”, matizó.
En definitiva, el ex asesor presentó un panorama de auténtico caos, donde inicialmente la amenaza no se tomó en serio. Asegura que Johnson pensaba que se trataba de una “nueva gripe porcina” y que incluso llegó a plantear inocularse el virus en televisión en directo para tranquilizar a la población. Cuando finalmente el líder tory tuvo la Covid-19 y estuvo a punto de morir en la UCI, según Cummings, el Ejecutivo “estuvo a punto de colapsar”.
“Se podrían haber evitado decenas de miles de muertes. Cuando la gente más nos necesitó, el Gobierno falló”, recalcó el estratega, que pidió públicamente perdón a los ciudadanos y mostró su “estupor” al contar cómo los ancianos eran mandados desde los hospitales de nuevo a las residencias de mayores sin tan siquiera realizarse la prueba para saber si habían dado negativo, únicamente para dejar las camas libres.
Cummings insiste en que, pese a que ahora lo nieguen, la estrategia inicial del Número 10 pasaba por la inmunidad de rebaño “no porque fuera el objetivo, sino porque se veía inevitable”. El oscuro estratega asegura que para el 12 de marzo del año pasado, cuando la mayoría de los países europeos ya habían impuesto el confinamiento, el secretario del gabinete Mark Sedwill propuso explicar el plan de inmunidad colectiva como “las viejas fiestas de la varicela”. Pero Cummings insistió en que la analogía “no era correcta”, ya que la varicela no se estaba “extendiendo exponencialmente y matando a cientos de miles de personas”.
En definitiva, vino a decir que él fue de los únicos que vio la gravedad de la situación, pero no le hicieron caso, porque no tenía tanto poder como la gente pensaba. “Si por mi hubiera sido, habría puesto a un dictador para gestionar la crisis”, señala. Según su versión, Johnson estaba convencido de que los británicos no aceptarían restricciones sociales extremas. Y hasta que el primer confinamiento no se impuso finalmente el 25 de marzo se vivieron “días de locura”.
En este sentido, el 12 de marzo fue especialmente intenso. Según Cummings, Donald Trump -entonces presidente de los Estados Unidos- pidió al Reino Unido que se uniera a los ataques aéreos en el Medio Oriente, un dato que hasta ahora se desconocía. “Una parte del equipo estaba valorando bombardear Irak, la otra parte estaba con la pandemia y por si no fuera poco, la novia del primer ministro [Carrie Symonds] se estaba volviendo loca con un asunto completamente trivial de unas noticias que había salido de su perro, pidiendo a los responsables de prensa que lidiaran con ello”, manifestó, poniendo así en evidencia la mala relación que mantenía con la prometida de Johnson. Es más, Symonds fue clave para forzar su salida.
Por otra parte, Cummings fue particularmente duro con titular de Sanidad, Matt Hancock, al que llegó a acusar de “comportamiento criminal y vergonzoso que causó daños graves” “Debería haber sido despedido por al menos 15-20 cosas, entre ellas, mentir en múltiples ocasiones, como cuando el pasado verano dijo que todos los que necesitaban tratamiento, lo habían recibido”, recalcó.
En definitiva, las palabras son incendiarias y no cabe duda de que durante días protagonizarán titulares. Pero la cuestión es hasta qué punto van afectar realmente a Johnson. El premier, que este mes anunció la creación de una investigación independiente sobre la gestión de la pandemia, goza ahora de gran popularidad por la exitosa campaña de vacunación, donde el 70% de la población adulta ya ha recibido la primera dosis. Saca hasta 18 puntos de ventaja a la oposición laborista y ahora está centrado en el plan de desescalada de cara al verano.
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