Crisis en Venezuela

Primarias amañadas en el Chavismo

Los militantes del partido oficialista eligen hoy a sus candidatos a alcaldes y gobernadores, pero será Maduro quien tenga la última palabra

Varias diferencias marcan el proceso de 2021, no solo por las divisiones internas más notorias que nunca, sino porque la selección no será definitiva
Varias diferencias marcan el proceso de 2021, no solo por las divisiones internas más notorias que nunca, sino porque la selección no será definitivaPrensa de MirafloresEFE/Prensa de Miraflores

El oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) elige hoy a sus precandidatos para las elecciones regionales y municipales que el régimen de Nicolás Maduro ha convocado, y a las cuales buena parte de la oposición aún no anuncia que acudirá a la espera de mejores condiciones democráticas. Será la tercera vez que la organización chavista consulte a su militancia por abanderados, como lo ha hecho ya dos veces en años anteriores.

Varias diferencias marcan el proceso de 2021, no solo por las divisiones internas más notorias que nunca, sino porque la selección no será definitiva. De hecho, la última palabra la seguirá teniendo, finalmente, el propio Maduro como presidente del PSUV, junto al resto de la directiva nacional del partido.

En cada municipio y para cada gobernación de estado se ha presentado una lista de ocho aspirantes «bolivarianos», conformada por quienes pasaron el proceso de postulación que también dependía del visto bueno de las cabezas nacionales. De hecho, varios líderes del chavismo, como Elías Jaua –ex vicepresidente y ex ministro de Exteriores de Hugo Chávez– o Francisco Arias Cárdenas –compañero del fallecido líder revolucionario en la intentona golpista de 1992– fueron impedidos de participar para optar por las gobernaciones de Miranda y Zulia, respectivamente, los estados más poblados del país, a pesar de haber obtenido suficientes firmas de respaldo.

En todo caso, de la lista que los militantes verán en las pantallas de las máquinas electorales dispuestas por el Consejo Nacional Electoral deberán salir dos punteros: el hombre y la mujer que recaben más votos. Uno de ellos será finalmente seleccionado por la cúpula partidista para presentarse a los comicios del 21 de noviembre, cuando se escogerán 335 alcaldes y 22 gobernadores.

A pesar de que en la propaganda se habla de un proceso que ratifica la unidad del PSUV, aguas abajo se ha vivido otra cosa con abiertas pugnas ente dirigentes, incluso reflejando disputas entre los aliados de Maduro y los de Diosdado Cabello. Otra lectura sugiere conflictos generacionales entre los «chavistas originarios» y los liderazgos herederos de una burocracia preestablecida. Y, más allá, los contrastes de visiones entre las figuras de la izquierda tradicional y las más aburguesadas gracias al recambio de las élites económicas en tiempos «revolucionarios».

Tres ejemplos son emblemáticos, y el que más se observa en la tierra natal de Chávez. En el Estado Barinas, el gobernador es Argenis Chávez, hermano menor del fallecido líder, que aspira a la reelección. Pero le ha salido competencia: su sobrino Hugo Chávez Terán, que recabado apoyos en distintas poblaciones.

La campaña allí ha sido tensa, con episodios violentos en los cuales los simpatizantes del primero han agredido a los del segundo, incluso con disparos y dejando personas heridas. «Le decimos al mundo y a aquellos que quieren implementar el miedo, que no tenemos miedo. Vamos a declarar victoria para Barinas, de donde se va a ir tanto odio, tanto miedo desbordado», declaró Chávez Terán tras los enfrentamientos.

Por su parte, impedido de postularse para la gobernación del Zulia de nuevo, Francisco Arias Cárdenas optó por permanecer como embajador de Maduro en México, pero llamó a votar por un alcalde que busca cambiar de despacho, y no por el actual mandatario regional, Omar Prieto.

«Se sigue impulsando desde el partido, como si no importara, la compra de votos, la amenaza y el temor. Eso duele mucho, pero este es el partido de Chávez», dijo el ex compañero de asonada del fallecido líder bolivariano al denunciar incluso compra de votos para favorecer a Prieto. «Tenemos que impedir que se consoliden abusos, ruptura y la destrucción del partido», agregó.

Otro de los Estados más disputados es Carabobo, el tercer Estado más poblado, donde el actual gobernador es Rafael Lacava, amigo cercano de Maduro y quien se muestra como promotor del capital privado al tiempo que mantiene un discurso menos radical. Desde que se hizo con el cargo ha impulsado una marca personal, un murciélago que identifica su «gestión de Drácula» y que ha sido estampado hasta en las patrullas policiales.

A su reelección acude coqueteando con los sectores medios tradicionalmente electores de la oposición y mostrando una gestión concentrada en «logros» y en «cambiar» a Carabobo. Su contendor es un ex minisstro chavista y veterano de la revolución que fue de los alzados en 1992: José Vielma Mora, aliado de Diosdado Cabello y quien ya gobernó el fronterizo Estado de Táchira.

«El pueblo de Carabobo está arrecho [enfadado] y molesto porque están cambiando los ojos de Chávez por un murciélago», gritó en un mitin de campaña Vielma Mora, quejándose de que en Carabobo poco se ve la simbología tradicional del PSUV. En sus redes sociales, visita caseríos pobres de la región afirmando que el pueblo está «sumergido en el abandono, que suplica ser atendido y nunca más traicionado».

La candidatura de Vielma Mora, un ex militar, también refleja la enemistad de sectores partidistas más dogmáticos y afincados en los cuarteles, reflejados también en el ex gobernador de Carabobo Francisco Ameliach, también militar retirado y enemigo confeso de Lacava.

En 2015, cuando la oposición estaba en su mejor momento electoral, el PSUV quiso mostrar fuerza y movilizó a 3 millones de personas –incluyendo la burocracia estatal– en las primarias que decidieron los nombres de los candidatos a diputados. En 2010, en contraste, el número apenas superó los dos millones. Son datos que dan los políticos, sin ninguna verificación oficial.

En 2021, según recientes estudios de opinión, la preferencia electoral del chavismo ronda apenas el 15% a escala nacional. Pero el PSUV se ufana de tener «más de siete millones de militantes». Las cuentas están por verse.