Sucesos

Pintadas con heces y ocho litros de leche al día: Así es la vida en prisión del macabro “hombre gato”

Nicolás Gil Pereg mató a su madre y su tía y las atravesó con un hierro y las enterró en su casa en Argentina

El hombre gato antes del inicio del juicio en Argentina
El hombre gato antes del inicio del juicio en ArgentinaTwitterTwitter

El cruel asesino de Mendoza, maúlla, bebe ocho litros de leche al día, hace sus necesidades en el suelo, pinta las paredes de la celda con heces, pero está cuerdo. O así lo consideran los expertos en salud mental que han trabajado con él. Piensan que es una estrategia para salir indemne de un terrible doble crimen que conmocionó a Argentina.

Nicolás Gil Pereg compareció esta semana ante la jueza Laura Guajardo por el asesinato de su madre Pyrhia Saroussy, de 63 años, y de su tía Lily Pereg, de 54, en 2019 en la localidad argentina de Mendoza. Y su actitud sorprendió a todos. Cuando fue preguntado por su nombre, respondió con un simple “miau”. A pesar de las advertencias, Gil Pereg continuó maullando -lo hizo 48 veces- y tuvo que ser desalojado de la sala y ha seguido con atención el resto de sesiones del juicio por videoconferencia.

Nunca antes nadie había visto así al acusado, que vivía con 37 gatos, a los que trata como a sus hijos. De hecho, los vecinos le describen como un hombre “muy bien hablado e inteligente”.

Gil Pereg, de origen israelí, no ha vuelto a maullar pero continúa con su actitud hostil, huraña y con exigencias propias de una persona con problemas mentales: Quiere una celda que no tenga baño y que le proporcionen ocho litros de leche al día.

Este extraño comportamiento se justifica, según su abogado, Maximiliano Legrand, en que sufre “parafrenia, una forma más de locura; licantropía, un desorden donde hay muchas personas que se creen animales; y delirios”. Por lo que considera que es inimputable.

Sin embargo, los dos psiquiatras, la psicóloga y el médico que han tratado al acusado piensan todo lo contrario. De hecho, consideran que es una persona “consciente de sus actos”, “conectada” y “lúcida”, aunque admiten que ciertos comportamientos “diferentes” o “extraños”.

El director del hospital de salud mental El Sauce (Mendoza), Juan José Vilapriño, aseguró ante el jurado que cuando Gil Pereg llegó maulló tras ser expulsado de la sesión del juicio pero que no ha vuelto a hacerlo. “Él sabe muy bien lo que ocurre a su alrededor y utiliza esto para lograr un beneficio”, argumentó y puso un ejemplo de ello: “Una vez no quiso hacer un test sobre un papel, yo le dije que entonces volvía al penal y pidió hacer el dibujo”.

Gil Pereg,fue desalojado del juicio por varios agentes porque no paraba de maullar
Gil Pereg,fue desalojado del juicio por varios agentes porque no paraba de maullarTwitter

A pesar de ello, el profesional reconoció que tiene alteraciones de juicio. Algunos aspectos de su vida no los comprende y otros sí. En psiquiatría no es blanco o negro pero está en condiciones dejar el centro psiquiátrico y volver a la cárcel”.

Vilapriño recordó que fue internado en el hospital de salud mental porque había dificultades para que pudiera seguir un tratamiento en prisión. Era el único paciente detenido en una celda en el hospital y solicitó no poner inodoro porque quería hacer sus necesidades en la celda. Además llego a pedir ocho litros de leche al día”.

De la misma opinión que Vilapriño es Felipe Sebastián Della Torre, responsable médico de la cárcel de San Felipe: “No tenía patología psiquiátrica hasta el momento de su internación en El Sauce. Conmigo mantuvo un trato normal”.

Sobre su personalidad, agregó que “no vi que fuera una persona peligrosa, aunque sí encontré indicios de riesgo para él y su entorno”. También declaró que el acusado tenía reacciones “paranoides”: “Una vez escribió mi nombre con materia fecal en su celda, en el modulo 3″. Pero no era lo único que pintaba con sus excrementos porque también “dibujaba diversos símbolos en la pared”.

Por su parte, la psiquiatra del Cuerpo Médico Forense (CMF), Ana Interlandi, que examinó al acusado tras su detención, recordó que “estaba lúcido, se podía comunicar, mantener un diálogo” y que vio “alteraciones”. Y al igual que los dos profesionales anteriores, sostuvo que “Gil Pereg era consciente de sus actos; un loco no puede mostrar interés hacia afuera. No tiene conductas normales, es una persona con una forma de ser diferente”.

Gil Pereg acabó con la vida de su madre Phyria Sraoussy y de su tía Lily Pereg
Gil Pereg acabó con la vida de su madre Phyria Sraoussy y de su tía Lily PeregTwitter

El terrible crimen

El sábado 12 de enero de 2019, Jorge Antonio y su hijo Óscar estaban trabajando en su taller mecánico, ubicado cerca de la enorme finca del acusado. No se llevaban bien con el acusado por un problema que tuvieron en el pasado. En aquella ocasión discutieron y Giled Pereg realizó dos disparos al aire. Cuando llegó la Policía dijo que estaba en su propiedad y que dentro podía hacer lo que quisiera.

Esa mañana estaban cambiando la caja de cambios de una furgoneta y pararon para tomar un café. En ese momento, escucharon gritos provenientes de la finca. Una voz femenina, probablemente la madre del acusado, imploraba “¡no, no!”. Poco después se escucharon tres disparos, uno de ellos muy cerca de donde ellos estaban.

Al escuchar las detonaciones, salieron a la calle pensando que se trataba de unos gamberros tirando petardos pero no vieron a nadie. Padre e hijo se miraron y decidieron observar por encima del muro de la finca. No se veía nada, aunque había algo extraño. La habitación del acusado estaba cerrada, algo poco habitual.

La realidad es que Phyria Sraoussy luchó contra su hijo para tratar de salvar su vida pero fue estrangulada con un lazo. Lily no pudo defenderse y recibió tres disparos (los que escucharon desde el taller mecánico), uno en la clavícula derecha y dos en la parte izquierda del cuerpo. Después de los crímenes, Gil Pereg atravesó los cadáveres con dos barras de hierro de las que se usan en las obras para hacer los cimientos y las enterró en un lugar apartado de la finca.

Un día después, el asesino llamó a emergencias para denunciar las dos desapariciones. Los investigadores fueron cerrando el círculo y desde el principio sospecharon que Gil Pereg tenía alguna responsabilidad. Los cuerpos de las víctimas fueron encontrados el 26 de enero, 14 días después de los terribles crímenes.