Opinión

Cumbre de las democracias

El presidente de Estados Unidos en una rueda de prensa este fin de semana
El presidente de Estados Unidos en una rueda de prensa este fin de semanaKEVIN LAMARQUEREUTERS

La decisión del Presidente Joe Biden de convocar una Cumbre para hablar sobre el futuro de la democracia en el orden internacional es plenamente acertada y, sobre todo, pone de relieve las graves dificultades a las que se está enfrentando la democracia, en la actualidad, en la escena internacional. Todo parece indicar que desciende el número de países que disponen de un régimen democrático y, aunque no fuera así, se advierte claramente un serio deterioro de los parámetros que la definen, y una notable disminución de la confianza ciudadana en esta forma de organización política. Lo dice el presidente estadounidense, y tiene razón, la democracia necesita defensores y ha llegado el momento de que la ausencia de un sistema democrático en un país condicione verdaderamente su capacidad de cooperación internacional. Es verdad que hacerlo posible será bastante difícil en la medida en que grandes potencias, como es el caso de China, no quieren jugar por ahora en el tablero democrático. La no participación de China y Rusia en la Cumbre, a pesar de lo que se viene diciendo, no desmerece en modo alguno su contenido y alcance y tampoco es una exigencia fundamental que estén representados estos países en un foro en el que tienen un escaso interés. Es claro que los esfuerzos que han realizado, sobre todo desde principios de los años noventa del pasado siglo, algunas Organizaciones internacionales por asentar la democracia en las regiones a las que representan no se pueden ir al vacío. Por el contrario. Ahora más que nunca se debe renovar un firme compromiso con la democracia por parte de los Estados y también por las Organizaciones internacionales, con Naciones Unidas a la cabeza. El logro de propósitos básicos de la comunidad internacional es más fácil y, en algunos casos, imprescindible con la instauración de regímenes democráticos. Se debe crear la convicción, por ello, de que la convivencia en la actual comunidad internacional requiere países democráticos y un proceso de democratización de la propia sociedad internacional.