Fraude multitudinario
De empresaria de éxito de Silicon Valley a estafadora
La revolucionaria de la sanidad Elizabeth Holmes ha sido declarada culpable de fraude por el escándalo de Theranos
No es oro todo lo que reluce en Silicon Valley. La estafa también forma parte del éxito de algunos jóvenes emprendedores y empresarios de renombre, como acaba de demostrar el caso de Elizabeth Holmes. Algunos de esos ejemplos de buenas ideas que triunfan en tiempo récord, amasando grandes fortunas difíciles de imaginar poco tiempo atrás, nacen de la mentira.
La joven promesa conocida como “la nueva Steve Jobs”, que parecía ser la creadora de una auténtica revolución en la atención médica, ha sido imputada por estafa. A sus 37 años, Holmes ofrecía una imagen de ejecutiva prominente entre su generación, aunque la acusación de fraude vertida contra ella sienta precedentes en la capital tecnológica del país.
Declarada culpable de cuatro de los 11 cargos presentados contra ella, Elizabeth Holmes podría enfrentarse ahora a una pena de 20 años de cárcel por cada uno de esos cargos de los que ha sido declara culpable, aunque la acusada tiene previsto apelar.
Holmes alcanzó un notorio éxito nacional por la creación de la empresa tecnológica de salud, Theranos, que pretendía funcionar como una máquina que podía realizar una serie de análisis de sangre completo con apenas unas gotas extraídas de un pinchazo en el dedo del paciente y con la que, en muy poco tiempo, Holmes consiguió ganancias millonarias.
Fundada en 2003, su compañía llamó la atención de los inversionistas por el gran potencial de realizar complejos análisis con una mínima cantidad de sangre a un coste hasta cuatro veces inferior a los tradicionales, lo que llevó a algunas grandes cadenas farmacéuticas como Walgreens a asociarse con la joven, que se hizo multimillonaria a la edad de 31 años con esa revolucionaria idea.
Pero una investigación periodística del “Wall Street Journal” destapó la mentira al hallar que los novedosos dispositivos que vendía no eran tan eficaces como su responsable aseguraba, empujando a la empresa al colapso tras la publicación del rotativo estadounidense.
En el juicio, los miembros del jurado, compuesto por ocho hombres y cuatro mujeres, invirtieron siete días en la ronda de deliberaciones y un total de 50 horas en tomar una decisión. El veredicto la condenó por tres cargos de fraude electrónico y otro cargo de conspiración por mentir a los inversores con la finalidad de reanudar dinero para su empresa.
“Trabajamos durante años con equipos científicos e ingenieros para miniaturizar todas las tecnologías en el laboratorio”, se defendió la acusada durante el interrogatorio del proceso judicial, que duró casi dos meses, explicando sonriente y con aparente confianza en sí misma los orígenes de la empresa y su objetivo de ayudar a la gente.
Los abogados de la defensa argumentaron durante el juicio que Holmes “subestimó ingenuamente” los desafíos que enfrentaba su empresa y que su clienta no tenía intención de defraudar. Holmes fue declarada inocente de otros cuatro cargos de los que se le acusaba por estafar a pacientes que habían utilizado los análisis de sangre de Theranos. El jurado no pudo demostrar tampoco la culpabilidad de la acusada sobre otros tres cargos de engañar a los inversionistas, por los que incluso se llevó a plantear declarar el juicio nulo.
Al escuchar el veredicto, Holmes recogió sus pertenencias y salió por una puerta lateral de la sala, no sin antes susurrarle algo al oído a su abogado y abrazar a familiares y amigos allí presentes. La acusada permanecerá en libertad hasta que se dictamine la sentencia, pero podría enfrentarse a dos décadas de cárcel por cada uno de los cuatro cargos de los que se ha determinado su culpabilidad.
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