Entrevista

«Putin es el Hitler de nuestro tiempo»

Morozov Tengiz, neurocirujano en un hospital de Kiev, narra a LA RAZÓN cómo es operar bajo la artillería rusa. «Seguimos interviniendo bajo nuestro propio riesgo personal. Tenemos sirenas de ataque aéreo en Kiev y en otras ciudades que suenan unas 50 veces al día»

El neurocirujano ucraniano Morozov Tengiz
El neurocirujano ucraniano Morozov TengizfotoLa Razón

Durante las tres primeras semanas de la invasión rusa de Ucrania, los ataques contra centros hospitalarios no han dejado de sucederse. Los hospitales no pueden ser objetivos, hasta en una guerra hay unas mínimas normas. Sin embargo, el Ejército ruso no parece cumplir ni siquiera con las condiciones bélicas más básicas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta ayer se habían confirmado 45 ataques contra objetivos sanitarios, desde centros médicos hasta ambulancias.

Objetivos civiles
Objetivos civilesTania Nieto

En este contexto de máxima peligrosidad, en la que ni los doctores ni los pacientes pueden sentirse seguros en Ucrania, LA RAZÓN contacta con Morozov Tengiz Anatolyevich, un neurocirujano de Kiev, que lleva desde el 24 de febrero sin abandonar el hospital donde trabaja en la capital ucraniana.

Morozov arranca la conversación agradecido por la oportunidad personal de ser entrevistado y en nombre de todo el pueblo ucraniano, «¡porque la libertad de expresión es por lo que estamos luchando ahora en Ucrania!». Es más, Morozov critica la propaganda que utiliza el presidente de Rusia, Vladimir Putin, para «intentar justificar sus acciones en todo el mundo».

El neurocirujano, de 37 años, es hijo de médicos y nieto de enfermeras, además de la profesión de Galeno tiene en sus venas sangre ucraniana, georgiana y rusa. Cuenta que a finales de 2021 perdió a su padre, que falleció por covid-19 en diciembre, y a principios de este año «Putin decidió privarme de mi hogar, mi ciudad y de mi país». Morozov reconoce que desde el 24-F, «todos los días se han fundido en una larga jornada de pesadilla. ¡Es horrible, la peor pesadilla de la historia».

En el inicio de la guerra Morozov temió por él, por su familia y seres queridos y por su país. Pero una vez comprendió que tenía que luchar por todos ellos, el miedo se apagó. Y como él, la mayoría de los médicos de Ucrania tomaron una decisión similar. «Empecé a pensar de forma pragmática sobre qué hacer y cómo actuar. En los hospitales, todo da miedo: a los pacientes se les han tenido que negar las operaciones previstas a causa de la guerra, pues hay que hacer hueco a los soldados ucranianos heridos», confiesa Morozov. En su hospital, todos los enfermos a los que pudo darse el alta, se fueron. A los que les era imposible acceder a sus casas, se quedaron.

«Todo el tiempo escuchamos la señal de ataque aéreo, los sonidos de los disparos de las ametralladoras y los cañones antiaéreos militares ucranianos», mientras trabajan o intentan descansar en los sótanos.

El neurocirujano ucraniano Morozov Tengiz
El neurocirujano ucraniano Morozov TengizFotoLa Razón

Lo cierto es que a Morozov no le sorprendió que Rusia invadiera Ucrania, sin declarar la guerra, y que «Putin atacara a un país pacífico en el centro de Europa a las 5 de la mañana y comenzara con un bombardeo sobre todas las ciudades ucranianas, barrios residenciales, guarderías o maternidades». Y es que su madre es georgiana, «algunos de mis parientes se vieron obligados a huir de Georgia, de la región de Abjasia, cuando Rusia también atacó a Georgia en 1993 y en 2008. Por lo tanto, sé lo que está haciendo Putin y lo que significa abandonar tu propio país. Mis abuelos y mi tía Mary se refugiaron en Ucrania. Yo era pequeño, pero ya entonces me vacunaron contra la propaganda rusa y el miedo a Rusia cuando era niño».

El neurocirujano continúa operando y envía fotografías de su nuevo modo de trabajar bajo la artillería rusa. «Seguimos interviniendo bajo nuestro propio riesgo personal. Tenemos sirenas de ataque aéreo en Kiev y en otras ciudades que suenan unas 50 veces al día».

Admite que «no se sabe si un misil de crucero volará desde el territorio de Bielorrusia o de Rusia hasta nuestro hospital o no». En su opinión, debido a que las tropas ucranianas están venciendo a los soldados invasores rusos en el terreno, el Ejército de Rusia, «en un ataque de rabia, pensaron que se apoderarían de toda Ucrania en tres días» y ya han pasado más de tres semanas. «¡Es por eso que los rusos causan terror como los terroristas. Disparan misiles de crucero y lanzan bombas desde aviones, especialmente contra jardines de infancia, hospitales o infraestructura civil. Su fin es causar pánico entre la población ucraniana».

Morozov pone como ejemplo la maternidad de la asediada ciudad de Mariupol, destruida la semana pasada o el ataque contra el hospital infantil Ahmadet en Kiev.

Los equipos de rescate intentaron salvar a esta embarazada y a su bebé sin suerte
Los equipos de rescate intentaron salvar a esta embarazada y a su bebé sin suerteEvgeniy MaloletkaAgencia AP

Los hospitales se han adaptado rápidamente a las necesidades de los tiempos de guerra, indica el neurocirujano, no obstante, es muy difícil reorganizar tratamientos contra el cáncer, la quimioterapia de los enfermos, ya que los rusos no cejan en sus bombardeos contra hospitales civiles. Además, aclara que en los centros hospitalarios se necesita ayuda humanitaria, ya que hay desabastecimiento. «Urgen medicamentos y material quirúrgico para los heridos en el frente. Lo sé porque yo mismo soy voluntario y envío listas de lo que necesitan nuestros hospitales. Por cierto, mi hermana Valentina Morozova y su marido Andrés Samperio, que viven en Madrid, crearon una asociación para ayudar a Ucrania y ya han enviado un par de contenedores de ayuda a la ciudad de Rivne, en Ucrania, ahora esperamos con gran esperanza llegar a la ciudad de Kyiv.

Lo que no hace falta en Ucrania, y esto le llena de orgullo, es sangre. «Los ucranianos están tan unidos en su deseo de ser un país independiente y libre y de luchar por el derecho a formar parte de la Unión Europea, que han donado y preparado tanta sangre como no han donado en todo el tiempo anterior a la guerra», menciona el neurocirujano ucraniano.

Al preguntarle si valoró salir de Ucrania (su hermana Valentina está casada con un español y reside en Navalagamella), Morozov es sincero. «Lo pensé en tiempos de paz, antes de la guerra. Quería hacer unas prácticas de neurocirujano y cirujano plástico en España. Sin embargo, tan pronto como Rusia comenzó una guerra vergonzosa contra Ucrania, mi elección es la de permanecer aquí, luchar por mi país, por mi futuro».

Cuando termina su jornada no vuelve a casa. «Vivo, trabajo, duermo y me escondo con los pacientes en un refugio de mi hospital todo el tiempo. Desde que empezó la guerra». Al recordarle que el hospital, por desgracia no es un lugar seguro en esta guerra y que el Ejército ruso ya dejó de respetar las normas básicas en 2019, cuando bombardeó junto a las Fuerzas Armadas de Bachar al Asad hospitales en Siria, el neurocirujano lo da por descontado e indica que «desde el primer día de invasión ha ocurrido lo mismo» en Ucrania.

«Debido al sonido de un cohete ruso derribado por el Ejército ucraniano sobre el único hospital infantil de Kiev, Akhmadet, mis oídos se bloquearon (por la onda expansiva en el edificio principal, los cristales de las puertas se rompieron) y eso que esta maternidad está situada relativamente lejos de mi hospital».

Cuentas con la Justicia

«¡Esto es un crimen de guerra, esto es terrorismo! ¡Hay suficientes pruebas que ya se han recogido y se han presentado ante el Tribunal Internacional de Justicia», exclama indignado. En cuanto a Putin, es directo. Lo define como «el Hitler de nuestro tiempo».

Al profundizar sobre el miedo y la fragilidad de la vida, un pensamiento constante en una situación de guerra, Morozov reconoce que se ha demostrado a sí mismo que es europeo, que comparte los principios europeos, que quiere vivir en su propio país independiente y no «en la Rusia dictatorial de Putinksa». Eso sí, el médico de 37 años y padre de una hija ahonda en que sólo a veces le recorre un sentimiento de arrepentimiento por no haber «tenido tiempo de hacer muchas más cosas» en su vida.

En cuanto al ejemplo que los ucranianos están dando al mundo, Morozov confirma que sus amigos, colegas y familiares «le han inspirado aún más. Tiene demasiados ejemplos de situaciones heroicas. El neurocirujano afirma que ahora los soldados del Ejército de Ucrania son sus héroes, «más geniales incluso que los de Marvel».

Insiste en el orgullo que le genera cada ucraniano así como el presidente Volodimir Zelenski, por haberse quedado en el país y protegerles de la agresión rusa. También tiene palabras de agradecimiento para el pueblo español, «que ha tendido la mano a los ucranianos cuando nos hemos visto inmersos en una guerra». Y se despide con un rotundo «¡Gloria a Ucrania! ¡Gloria a España!».