Ayuda humanitaria

«Temen que tras Ucrania, Moldavia sea el próximo blanco»

Olivier Longué, director general de Acción Contra el Hambre, alerta del trauma y las necesidades de los refugiados ucranianos

Dos mujeres se abrazan en la frontera entre Moldavia y Ucrania, cerca de Palanca
Dos mujeres se abrazan en la frontera entre Moldavia y Ucrania, cerca de PalancaDUMITRU DORUAgencia EFE

Moldavia se ha convertido en uno de los puntos más calientes tras la invasión rusa de Ucrania. Al país de unos 2.621.00 habitantes ya han llegado unas 350.000 personas, es decir, su población ha aumentado en más de un 13% en apenas tres semanas.

REFUGIADOS MOLDAVIA
REFUGIADOS MOLDAVIATania Nieto

El director general de Acción contra el Hambre (ACH), Olivier Longué, alerta desde Palanca del trauma de los refugiados que cruzan la frontera hasta este pequeño país. “Llevamos aquí 15 días y hemos detectado un deterioro importante de las condiciones de los que van entrando”, explica Longué. “Sobre todo llegan mujeres, ancianos y personas con alguna discapacidad. Pero los primeros que se fueron del país tenían más recursos, venían en coche, tenían más capacidades, con divisas...”. Además, debido a que el sistema bancario ucraniano no permitía sacar grandes sumas de dinero y que “en este momento, el valor de la moneda ucraniana no vale nada fuera de Ucrania”, se vuelven mucho más vulnerables.

Olivier Longué, director general de Acción Contra el Hambre
Olivier Longué, director general de Acción Contra el HambreEdu Leon

Longué, que lleva al frente de ACH desde 1995, describe a grosso modo el perfil de los dos grupos de refugiados en Moldavia. De los más de 300.000, “unos 150.000 no quieren quedarse en el país vecino”. Longué es claro: “Muchos ucranianos temen que después de Ucrania, Moldavia sea el próximo blanco. Hay una enorme preocupación por alejarse de aquí”. Este grupo de personas tiene contactos por Europa, familiares y amigos que viven en otros países, añade el director general de Acción Contra el Hambre, que habla de Alemania, como uno de los destinos más buscado entre este colectivo. La otra mitad de los refugiados que han llegado “nos preocupa muchísimo”, reconoce Longué.

“Un 10%, unos 30.000 no son ucranianos. Los que tenían su situación regularizada no han tenido ningún problema en marcharse a otros países de la UE debido al acuerdo de libre circulación” aprobado por Bruselas, no así el colectivo que no tenía residencia permanente. “Hay otras 120.000 personas en extrema vulnerabilidad, familias muy pobres, ancianos sin familias o que han tenido que huir solos porque su único hijo se ha quedado luchando en el frente. Algunos combatientes han llevado a su madre o abuela hasta la frontera y luego han tenido que caminar con mucha dificultad. A estas personas no les puedes decir que se van a ir a España o Alemania, se quedan allí”.

No te puedes imaginar la tristeza de estas personas”, confiesa Longué. “Se preguntan cómo ha podido pasar. Con su pequeña pensión, pero ya con la vida resuelta y tranquila se encuentran en medio de esta tormenta. Es ahí donde Acción Contra el Hambre, realmente a través de entidades sociales moldavas está dando cobijo, respaldo... de forma individual o con apoyo a centros de acogida. Hemos distribuido paquetes de higiene, sanitarios, de comida... Para que estas personas no supongan un peso demasiado sobre la estructura del país”. Asimismo, intentan favorecer al máximo la acogida de familias. “Es la solución más humana, más digna, más decente... Estas familias generosas, que las hay, intentamos apoyarlas también con estos paquetes de comida, detergente... Para que sea un incentivo no sólo acoger sino también mantener esta solidaridad”.

Una ucraniana abraza a un perro en el centro de recepción de refugiados en la frontera moldava, cerca de Palanca
Una ucraniana abraza a un perro en el centro de recepción de refugiados en la frontera moldava, cerca de PalancaDUMITRU DORUAgencia EFE

Sobre la llegada de menores no acompañados, Longué agrega que “trabajamos con los servicios sociales moldavos para detectarlos”. “La norma general son madres con niños pequeños, pero es verdad que hay padres que se tienen que quedar y no quieren que sus hijos adolescentes se queden en Ucrania. Trabajamos con los servicios sociales de Moldavia para detectarlos”.

El trauma de la guerra

Longué añade algo fundamental en esta guerra y es la salud mental de los refugiados. “Hemos montado una carpa para las personas que llegan traumatizadas”. Y es que oficialmente, el corredor humanitario hasta Moldavia no está reconocido. “El martes, en el lado ucraniano me narraron su viaje hasta aquí y te rompe el corazón. Una familia me contó que a pesar de haber marcado el coche con dibujos y carteles de ‘niños dentro’, ¡les dispararon!”. Llegan traumatizados por la violencia, también por dejar a su padre o familiar atrás, y por último, por sentirse débiles, admite Longué. “Los que están arribando ahora han intentado aguantar, en los sótanos, en sus casas, para quedarse en su país, para ser valientes. Pero a los cinco días sin dormir, bajo la artillería, muchos estos días venían desde Mikolaiv (fuertemente golpeada por el Ejército ruso) y desde allí hasta Odesa. Es gente que lo ha intentado y ven como un fracaso haber huido finalmente. Este trauma habrá que trabajarlo también”.

Cada vez llegan más ucranianos que han visto morir a alguien. Sobre todo jóvenes que han tenido que lanzarse a una batalla sin estar del todo preparados.

En busca de ayuda a largo plazo

Al comentarle a Longué que este no será un conflicto corto, una guerra que ya lleva tres semanas, el director de Acción contra el Hambre asegura que esto es el “dedo en la llaga”. “Esto es lo que más nos preocupa. Ahora hay recursos, existe una ola de solidaridad, es cierto que es menor en Moldavia que en otros países de la UE donde estamos desplegados, porque es mucho más complejo llegar hasta aquí”. El propio director general confiesa que ayer, durante el cruce de fronteras, tardó media tarde porque imposible volver a cruzar la frontera. “De aquí a tres semanas un mes, cuando quizás el impulso de la solidaridad internacional y europea especialmente vaya a menos. Estamos trabajando ya en esta perspectiva, cuando ya los focos no estén aquí”.

En ese sentido, Longué habla de una “ayuda sostenible” durante los próximos meses, no gastar todo ahora e intentar hacer una muy buena gestión, “que no se pierda nada”.

Voluntarios ayudan a los refugiados que llegan a Palanca, en Moldavia
Voluntarios ayudan a los refugiados que llegan a Palanca, en MoldaviaDUMITRU DORUAgencia EFE