Conmoción

Lola, el brutal crimen de una niña en Francia que reabre el debate de la inmigración

El asesinato de la menor de 12 años en París que fue torturada por una mujer de origen argelino y con problemas mentales

Un hombre sostiene una ilustración con el retrato de Lola durante una manifestación de extrema derecha al final del homenaje a esta joven asesinada en un barrio del norte de la capital francesa
Un hombre sostiene una ilustración con el retrato de Lola durante una manifestación de extrema derecha al final del homenaje a esta joven asesinada en un barrio del norte de la capital francesaTeresa SuarezAgencia EFE

Las flores y las velas siguen inundando el portal del número 119 de la calle Manin de París una semana después del brutal crimen de Lola, la niña de 12 años torturada y asesinada con sus restos abandonados en una maleta en plena calle por la noche. Un crimen que ha conmocionado a Francia pero también la está agitando políticamente en un debate generado a partir del perfil de la asesina confesa de Lola: Dahbia B. una mujer de 24 años con un grave cuadro psiquiátrico, de origen argelino y situación irregular en Francia.

“Aquí todo el mundo se conoce, entre comerciantes y vecinos. Imagínese, el barrio está en shock” dice Anne Claire para LA RAZON, una vecina de la misma calle que lleva a sus dos hijos a otra escuela de primaria cercana a la de Lola. Un equipo de psicólogos ha estado toda la semana a disposición de padres y alumnos.

Flores y velas en la calle Manin, 199, la casa de Lola
Flores y velas en la calle Manin, 199, la casa de LolaCHRISTOPHE PETIT TESSONAgencia EFE

Por el portal de Lola ha desfilado estos días una nube de investigadores, periodistas, compañeros de clase y vecinos en lágrima viva. Aquí nadie habla de la repercusión política que el caso está teniendo a nivel nacional. Quizás el dolor lo impide, también “la decencia”, apuntan algunos vecinos. “Decencia” es lo que pidió el pasado martes en la Asamblea Nacional la primera ministra, Elisabeth Borne, a Marine Le Pen cuando ésta responsabilizó del crimen al “laxismo migratorio” del Ejecutivo galo mientras Macron recibía en esos mismos instantes a los padres de Lola para expresarles su pésame.

El duelo nacional se quebró por una monumental bronca política cargada de gritos en una sesión parlamentaria que ha escandalizado a muchos franceses.

La presunta asesina, acusada de homicidio y violación agravada, llegó con un visado de estudiante a Francia en 2016 y en agosto se le comunicó una orden voluntaria para abandonar el territorio en 30 días. Los servicios sociales conocían los graves problemas psicológicos que presentaba la joven y una caótica historia vital marcada por la marginalización y el maltrato.

Le Pen agitó una de las consignas habituales de la ultraderecha afirmando que muchos crímenes ocurren en el país por inmigrantes ilegales. La primera ministra replicó a Le Pen pidiéndole un poco de decencia. Desde las filas del gobierno y de otros partidos se criticó la instrumentalización política del dolor.” Es totalmente indecente utilizar un crimen así para intentar introducir la cuestión migratoria que no tiene nada que ver”, dijo Olivier Faure, secretario general de los socialistas.

Poner los datos fríos sobre la mesa ha sido el trabajo de los periodistas estos días, para valorar desde los múltiples matices que tiene el caso y hacerlo sobre una base de respeto hacia la familia. Lo cierto es que menos de un 10% de este tipo de órdenes para abandonar territorio tienen efecto concreto a causa de los dilatados procesos y porque en muchos casos los países de origen rechazan readmitirlos, especialmente en el caso de Argelia.

Es por ello que Macron decidió hace unos meses, entre otras medidas de presión, reducir a la mitad las visas concedidas a Argelia. Pero además en este caso, la asesina confesa de Lola entró regularmente hace seis años y no fue condenada, lo que explica que se beneficiara de una orden voluntaria. La gestión compleja de ese seguimiento es lo que usa la extrema derecha para hacer la amalgama entre migración y criminalidad.

Del otro lado, también es cierto que muchas veces la izquierda francesa prefiere esquivar toda esta espinosa problemática tachándola de agenda de la ultraderecha en vez de argumentar y explicar las fallas del sistema. El gobierno francés ha reconocido estos días que hay que “mejorar” la gestión de la inmigración irregular.

La propia Le Pen, desdibujada en el plano político en las últimas semanas con la huelga de las refinerías, un tema en el que le cuesta posicionarse, creía haber encontrado un filón en el caso Lola para tocar ese lado visceral que impulsa a la extrema derecha. Pero en las últimas horas, Le Pen, ha reculado. Lo ha hecho al ver como el ultra Eric Zemmour salía este jueves por la tarde a las calles con consignas que podían lastrar la imagen mucho más centrada que Le Pen, ahora con grupo parlamentario potente en la Asamblea ha conseguido.

El caso Lola ha dejado ese avispero visceral a Zemmour que ha llegado a hablar de “francocidio” para calificar el crimen de Lola. Le Pen ha preferido volver a presentarse como la cara decente de la ultraderecha, la respetable, y ha dejado claro que prefería un homenaje más púdico como los padres de Lola han solicitado.

Paralelamente al uso político del caso, continúa la investigación y la policía trata de reconstruir al milímetro lo que sucedió entre la desaparición de Lola al salir del colegio a las 15h del pasado viernes hasta que un sintecho dio con la maleta donde estaban sus restos. Las cámaras de videovigilancia de su urbanización, con la imágenes de la presunta asesina junto a Lola y los múltiples testigos que conversaron en ese tiempo con ella, han sido claves para esclarecer la responsabilidad de Dahbia B. Múltiples psiquiatras desfilan estos días por los platós de televisión para explicar lo inexplicable, una vez que los otros móviles del crimen han sido descartados. La estupefacción por la brutalidad del crimen también lo es ahora por la falta de recato político.