Unión Europea

30 años de España en la UE: de la euforia a la convulsión

Un manifestante con una bandera de la UE durante una protesta contra los bancos en Madrid
Un manifestante con una bandera de la UE durante una protesta contra los bancos en Madridlarazon

España y Portugal celebran los 30 años de adhesión al proyecto europeo golpeadas por la crisis.

Fue un 9 de mayo de 1950 cuando Robert Schuman, ministro de Asuntos Exteriores francés, pidió a las naciones de Europa que se unieran e hicieran la guerra inviable dentro de nuestro continente. Hace 65 años, Schuman apelaba a los países que dejaran atrás tantos años de división y sellaran una paz duradera. Con su declaración para poner en común la producción del acero y el carbón, los mayores intereses económicos, consiguió que los enemigos históricos de Francia y Alemania formaran parte del mismo equipo.

Lo que comenzó siendo un proyecto de apenas seis países ahora suma Veintiocho, con la última incorporación de Croacia al club europeo. Estos días se celebra la entrada de España y Portugal, que cumplen 30 años como europeos. El 12 de junio de 1985, nuestro país firmaba el Tratado de Adhesión a lo que se conocía entonces como «Comunidades Europeas», en búsqueda de la modernidad europea y dejando atrás 36 años de dictadura que habían sumido al país en profundas desigualdades y en el aislamiento internacional. Con Felipe González se hacía realidad la demanda de adhesión a la CEE solicitada por Adolfo Suárez en 1977.

Apenas dos días después de que España se uniera a lo que hoy conocemos como la Unión Europea, nacían en la ciudad de Schengen los comienzos del acuerdo que eliminó las fronteras interiores de la mayoría de los países europeos. Alemania, Bélgica, Francia, Alemania, Luxemburgo y los Países Bajos pusieron los cimientos de un acuerdo al que se han adherido 22 estados miembros de la UE. España selló su entrada en junio de 1991.

Lo que empezó como un proyecto de no confrontación y de instalar la paz entre vecinos ha ido evolucionado hacia un sentimiento europeo de valores comunes. En Europa cada Estado, por grande o pequeño que sea, tiene voz en el seno de la UE. «Los sueños de nuestros padres fundadores se ha convertido en realidad», señalaba la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, en la celebración del Día de Europa.

Con 24 lenguas oficiales, quizá su mayor singularidad, uno de los mayores retos pasa precisamente por que los ciudadanos se sientan no sólo pertenecientes a su país de origen sino a un conglomerado mayor y multicultural como es la Unión Europea. La pluralidad lingüística ha llevado incluso a la creación de una lengua como el esperanto, que ansiaba ser el idioma común de todos los pueblos para acabar con el puesto privilegiado que ocupa el inglés. Sin embargo, este proyecto no cuajó en la Babel europea. En la escena internacional, la UE persiste y reivindica una posición en el mundo desde la suma de fuerzas. Asimismo, el Ejecutivo comunitario se afana para encontrar posiciones comunes que aúnen a la totalidad de los Estados miembros, aunque no se antoja fácil que todos los países quieran remar a la vez. Por eso hay proyectos, como la moneda única, donde sólo diecinueve Estados miembros han apostado por el euro.

El 1 de enero de 2002 con la puesta en circulación de los billetes y las monedas en euros, se retiraban las monedas nacionales y se abría paso hacia uno de los mayores retos de la Unión Europea: la Unión Política y Monetaria. Con el euro, España dijo adiós a la peseta y al control de la política monetaria, en manos ahora del Banco Central Europeo. Con sus pros y contras, el euro nació para quedarse y hacer a Europa en su conjunto más fuerte. Aunque algunos economistas reconocen la dureza de la crisis que ha azotado España, ha sido si cabe más dura por no tener control sobre la moneda europea. La eurozona no pasa por sus mejores momentos, azotada en su mayoría por la crisis económica y enfrentada al fantasma de una posible salida del euro de Grecia. Ningún país quiere que llegue ese momento porque podría ser el principio del fin de uno de los grandes y más emblemáticos proyectos de la UE, pero el tiempo se agota y los izquierdistas de Syriza pueden haber estirado la cuerda hasta la ruptura. Los próximos días son definitivos para alejar el fantasma de una salida precipitada de Grecia de la zona euro.

Otro de los pilares son las cuatro libertades fundamentales sobre las que se basa el libre movimiento de personas, mercancías, servicios y capitales. En torno a la primera empiezan a plantear dudas países como Reino Unido, que tiene como principal misión convencer a sus socios europeos sobre un mejor control de la inmigración, clave para su futuro referéndum y otro de los grandes retos a nivel europeo. Está pendiente de aprobación por parte de los estados en este contexto una nueva política de asilo comunitario, basada en cuotas obligatorias para la acogida de refugiados políticos entre todos los estados miembros. El martes lo discutirán en Luxemburgo los ministros de Interior, aunque países como Francia o España ya han planteado sus reservas. Son decenas de años de historia para la UE, pero para construir este proyecto no sólo hay que mirar hacia el pasado sino más bien hay que creer en ella por su futuro.

Paradójicamente ha sido la coyuntura económica la que ha forzado en estos años la mayor integración económica de los países del euro. Una convergencia que debería cristalizar en una mayor unión política entre los estados miembros. Frente a los desafíos de Grecia o Reino Unido, Francia y Alemania han reiterado precisamente la intención de avanzar hacia una mayor integración que fortalezca el proyecto europeo.