Estados Unidos
Alan Bersin: «No necesitamos frente a México una muralla china»
Alan Bersin / Experto en inmigración de EE UU. El «zar de fronteras» con Clinton asegura que la seguridad de Estados Unidos es mejor que la que tiene la Unión Europea
El «zar de fronteras» con Clinton asegura que la seguridad de Estados Unidos es mejor que la que tiene la Unión Europea
Hablar de Alan Bersin es referirse al primer experto en gestión de inmigración y seguridad fronteriza de Estados Unidos. Rara y brillante mezcla de formación jurídica, eficacia administrativa y conocimiento histórico, social y económico, Bersin fue el “zar de fronteras” del presidente Clinton durante cinco años. Desde ese puesto, reconstruyó una frontera con México que se encontraba fuera de control a causa de las redes de inmigración ilegal y el tráfico de drogas. Durante la presidencia de Obama, Alan Bersin sirvió en distintos puestos clave del Departamento de seguridad interior incluyendo el de comisionado de Protección de aduanas y frontera, un cargo que implicaba tener a sus órdenes a cincuenta y ocho mil efectivos. Hasta el mes pasado fue el secretario ayudante de asuntos internacionales y el jefe diplomático del Departamento de seguridad interior. Con él, nos reunimos para hablar de inmigración, de política exterior, del NAFTA y de las perspectivas de futuro.
–REF: Existe un consenso casi generalizado de que las referencias de Trump a una frontera sin control le ayudaron a ganar las elecciones. Realmente, ¿carece nuestra frontera de control?
–El tema de la inmigración y de las fronteras es central para un mensaje político de carácter populista. Éste ha afirmado, por ejemplo, que la falta de orden en la frontera y el NAFTA han tenido como consecuencia la pérdida de empleos en el Rust Belt (cinturón industrial) y en otras zonas especialmente enfocadas por Trump. Sin duda, ese mensaje encontró eco en muchas personas y lo ayudó a llegar a la Casa Blanca.
–CV: Pero, ¿realmente la frontera sufre una falta de control?
–La frontera estaba fuera de control en los años noventa. Desde entonces, la situación no ha dejado de mejorar, primero, con la administración Clinton y después con las de G. W. Bush y Obama. Se pasó de 3.000 agentes de fronteras que había entonces a más de 20.000 en la actualidad. De esos, 18.000 operan sólo en la frontera con México. No se trata de un esfuerzo pequeño. Basta recordar que anualmente se gastan 18.000 millones de dólares en mantener esa frontera segura y, ciertamente, es la frontera más segura.
–CV: ¿Esas medidas de seguridad se han traducido en una disminución de las cifras de inmigración ilegal?
–Sin duda alguna. En los últimos años, la inmigración ilegal procedente de México se ha reducido en un 80%. Según un estudio de la Pew Foundation, resulta obvio que desde hace años son más los inmigrantes mexicanos, legales e indocumentados, que abandonan Estados Unidos para regresar a su país que los que entran tanto legal como ilegalmente. De los indocumentados, muchos no proceden de México sino que vienen de Centroamérica.
–REF: ¿Quiere eso decir que la idea del muro es innecesaria?
–Ciertamente, habría un beneficio derivado de un mayor control en el tráfico de armas y en el dinero que marcha hacia el sur, pero es el único. Hay que tener en cuenta que el costo de las obras sería muy elevado, pero, sobre todo, el concepto no es útil. Una especie de gran muralla china frente a México no es algo necesario. Hay que tener en cuenta que ya en los años noventa se comenzó la construcción de unas 700 millas de vallas y barreras sobre las 1.900 millas de frontera con México. En San Diego, existe una triple valla y existen barreras de importancia en lugares como Nogales y Yuma, en Arizona y El Paso y Brownsville, en Texas. En otros sitios como el desierto de Arizona o el Big Bend de Texas, la propia madre naturaleza, a través de accidentes geográficos, convierte la frontera en prácticamente infranqueable. En la actualidad, el número de indocumentados que cruza la frontera es el más bajo en los últimos treinta años.
–CV: Entonces, da la sensación de que la idea del muro, costes aparte, no es muy práctica...
–Ciertamente, no lo es. Como señaló Janet Napolitano, una antigua secretaria de Seguridad Interior, si levantas un muro de cincuenta pies de altura, no tardarás en encontrarte con que alguien usa una escalera de cincuenta y un pies para franquearlo. Para defender las fronteras se necesitan patrullas, un equipo sofisticado de sensores y vigilancia aérea. Así ha quedado demostrado en las últimas décadas. Con todo, debo señalar que, a pesar de los avances tecnológicos, la colaboración con México resulta absolutamente indispensable.
–REF: ¿Cómo es esa colaboración con México?
–La colaboración con México es muy buena. Por ejemplo, la labor que los mexicanos están realizando en términos de control de inmigración en la frontera es esencial. En los dos últimos años, los mexicanos han detenido a casi 400.000 inmigrantes que intentaban llegar a Estados Unidos. Son ellos los que devuelven en autobús o avión a esos indocumentados a sus países de origen. Uno de los casos más importantes es el del tren conocido como La Bestia. Millares de centroamericanos atravesaban México hasta llegar a la frontera con Estados Unidos, subidos en el techo de sus vagones y con no poco riesgo para sus vidas. Fueron las autoridades mexicanas las que impidieron esa práctica. Esa colaboración era impensable hace diez años e incluso hace sólo un lustro no hubiera tenido lugar. Añada a esto que los datos de toda persona que entra por avión en México son contrastados sobre la base de datos de Estados Unidos. Además, hay funcionarios de paisano de Estados Unidos en los aeropuertos mexicanos trabajando al lado de los funcionarios de inmigración locales.
–REF: ¿Cuánto tiempo lleva realizándose ese plan conjunto de seguridad?
–Seis años y los resultados son excelentes.
–CV: ¿Qué solución existe para los once millones de inmigrantes indocumentados que se encuentran en Estados Unidos?
–De entrada, tenemos que aceptar que el sistema de inmigración está en quiebra y necesita reformas. De esos once millones de indocumentados –ocho de ellos son mexicanos– habrá que regularizar a millones y eso implica un esfuerzo conjunto legislativo de los dos partidos. El presidente Obama lo intentó en su día, pero el Congreso bloqueó sus iniciativas. Sin duda, el problema tiene solución mediante una acción legislativa.
–CV: En 1848, tras una guerra muy discutida, México perdió la mitad de su territorio en favor de los Estados Unidos. ¿Hasta qué punto esa circunstancia influye de manera negativa en la relación entre ambos países?
–Hasta los años ochenta, la relación con México estuvo muy estancada, lo que era muy negativo. La política seguida posteriormente por Clinton, Bush y Obama especialmente en relación con los presidentes Calderón y Peña Nieto ha significado, sin embargo, un avance muy positivo. Especialmente, en los últimos cinco años, esa relación aún mejoró más. Soy consciente de que quizá algunos tweets del presidente Trump no han ayudado mucho en esa relación, pero la visita de Rex Tillerson y John Kelly a México a finales de febrero creo que ha sido muy positiva. Sinceramente, estoy convencido de que se van a producir cambios positivos.
–REF: ¿Quiere decir con eso que el NAFTA (el acuerdo de libre comercio entre Canadá, EE UU y México) va a sobrevivir?
–El NAFTA ha tenido un balance muy positivo. Es cierto que, como en otros tratados de libre comercio, se han producido impactos negativos que han afectado tanto a Estados Unidos como a México, pero las cifras finales son muy significativas. En el caso de Estados Unidos, se han creado seis millones de empleos y generado unos 700.000 millones de dólares de comercio anual. Además, 18.000 empresas estadounidenses se encuentran asentadas en México. Como ha señalado un estudio reciente de la universidad de California, si esta relación se quebrara, Estados Unidos perdería más empleos que durante la recesión de 2008 y es así porque veintinueve de nuestros estados dependen de México como su mercado principal de exportación. Para México, los beneficios tampoco han sido pequeños. Si se suma la economía de diez estados fronterizos –seis de ellos en México– nos encontramos con la tercera o cuarta economía más poderosa del mundo. Y los beneficios del NAFTA no acaban ahí.
–CV: ¿Se refiere al impacto en Canadá?
–Efectivamente, la suma de las economías de Estados Unidos, México y Canadá es verdaderamente extraordinaria. Hay que tener en cuenta que, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial no somos la única economía dominante del mundo. En China y en Europa pueden interpretar esa situación como una señal del declive de Estados Unidos. No es así. El potencial de la Norteamérica formada por Estados Unidos, México y Canadá es inmenso.
–CV: ¿Eso explicaría los cambios de la política de Trump sobre el NAFTA?
–Efectivamente. Trump ya ha pasado de la idea de anular el NAFTA a cambiarlo mediante un proceso de negociación. Esa circunstancia proporciona una oportunidad para corregir el acuerdo no solo en aquellos puntos débiles que Trump ha identificado y que están relacionados con la pérdida de empleos en Estados Unidos sino también en los de poner al día un acuerdo que ya tiene dos décadas.
–CV: ¿Qué le opinión le merece la suspensión de entrada en EE UU de gentes procedentes de varias naciones de mayoría islámica.
–Efectivamente, no se trata de una prohibición sino de una suspensión cuya finalidad es proporcionar una oportunidad para revisar los actuales procedimientos encaminados a evitar la entrada de gente peligrosa en el país. La nueva orden ejecutiva emitida el pasado lunes corrige muchos de los elementos más discutibles de la anterior. También creo que es importante no infravalorar el trabajo que los presidentes Bush y Obama realizaron frente a la amenaza terrorista. La seguridad de los Estados Unidos al respecto es mejor que la que tiene Europa occidental y así ha quedado demostrado en los últimos años.
–REF: De hecho, estadísticamente, es más fácil morir en Estados Unidos atropellando un ciervo en una carretera que a causa de un ataque terrorista...
–Así es, pero no se puede comparar un extremo con otro. Ciertamente, se ha infravalorado el trabajo en materia de seguridad de las dos últimas administraciones. Dicho esto, también hay que señalar que filtrar países enteros no parece el mejor sistema. Las personas son muy diferentes y son las personas las que deben ser filtradas.
–CV:¿Qué papel tiene la diplomacia para reforzar la seguridad?
–La diplomacia es uno de los cinco poderes con que cuenta el estado junto a las fuerzas armadas, la inteligencia, las finanzas y la energía. La importancia, por lo tanto, es enorme. Las declaraciones del presidente Trump no han sido, ciertamente, diplomáticas en relación con temas como México o la OTAN, pero tanto Kelly y Tyllerson en el primer caso como el vicepresidente Pence en el segundo han encauzado muy adecuadamente ambas situaciones.
–CV: Al final, los hechos son testarudos...
–Sí, César, así es. Los hechos son los que son y, con el paso del tiempo, el presidente Trump no va a poder negar ciertos hechos. Por añadidura, en su equipo hay gente muy inteligente y bien preparada en la que se puede confiar para que la política que se lleve a cabo sea la mejor.
El perfil
Un ejército a sus órdenes
Alan Bersin (Nueva York, 1946) fue el «zar de fronteras» en la era de Bill Clinton, y durante la presidencia de Obama sirvió en distintos puestos clave del Departamento de Seguridad Interior, incluyendo el de comisionado de Protección de aduanas y fronteras, un cargo que implicaba tener a sus órdenes a 58.000 efectivos.
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