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Alemania insta a Grecia a ser realista y asumir su deuda

Wolfgang Schaeuble y Yanis Varoufakis en Berlín.
Wolfgang Schaeuble y Yanis Varoufakis en Berlín.larazon

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, y su homólogo griego, Yanis Varufakis, representan los dos polos de Europa.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, y su homólogo griego, Yanis Varufakis, representan los dos polos de Europa. Mientras Alemania simboliza el rigor presupuestario y el éxito de los programas de austeridad, Grecia se opone y pide más tiempo para la búsqueda de una solución que, por ahora, no pasa por Berlín. Así de claro quedó ayer en la capital alemana tras el primer encuentro entre ambos ministros que terminó con las dos partes tan distantes como siempre sobre la solución de la crisis financiera helena. De poco sirvió para el entendimiento que Varufakis, antes de la reunión, concediera entrevistas a diferentes medios a los que incluso, y por preparar a su manera la confrontación, aseguró que con su propuesta de deuda pagarán «todo y en plazo».

«El chico malo de la política griega», como le definió el periódico alemán «Bild», poco pudo hacer contra un adversario que a sus 72 años se le reconoce el honor de haber influido como pocos en la política europea desde el comienzo de la crisis de la deuda. «Estamos de acuerdo en no estar de acuerdo», resumió Schäuble, como buen anfitrión y no exento de irónica diplomacia para dejar claro los desacuerdos entre Berlín y Atenas, pero también para mostrar su disposición a seguir dialogando tras una conversación que calificó de «abierta e intensa».

Por si había dudas, ayer quedó patente que Grecia sigue a merced de la voluntad de Berlín. De hecho, el ministro alemán insistió en que Grecia debe seguir negociando con las instituciones que forman parte de la Troika –Comisión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI)– para encontrar una solución a la crisis y admitió que durante la reunión no pudo ocultar su «escepticismo» ante algunas de las medidas anunciadas por el Gobierno del primer ministro griego, Alexis Tsipras, ya que –en su opinión– no van «en la dirección correcta».

Por su parte, Varufakis aseguró que la finalidad de esta visita no fue plantear una posible reestructuración de la deuda, sino pedir a Schäuble un programa puente hasta mayo para, mientras tanto, debatir una solución que zanje «de una vez por todas» la crisis de su país. «Exigimos una oportunidad para mostrar nuestras propuestas», afirmó el ministro griego después de destacar que sus socios no han dado «poco sino demasiado dinero» a Grecia, pero para un fin equivocado: «Servir una deuda insostenible». No hubo confrontación, pero tampoco compromiso, lo que deja a Atenas frente a una gran incertidumbre, que se hizo más palpable después de que el BCE decidiera, pocas horas antes de este encuentro, dejar de aceptar los bonos emitidos o garantizados por Grecia en sus operaciones de refinanciación. Una situación que dejó el euro a la deriva durante toda la jornada de ayer y las acciones de los bancos griegos por los suelos con caídas de hasta el 30%. Sólo la posibilidad de que el BCE esté dispuesto a conceder hasta 60.000 millones de euros en créditos de emergencia a los bancos helenos, según algunos medios alemanes, vino a dar cierto respiro a una jornada que supuso el primer frenazo a las intenciones de Syriza desde que se alzara con la victoria electoral. De hecho, Schäuble resaltó que, a pesar de ese triunfo, la política de ayuda a Grecia también tiene que respetar la voluntad de los electores de otros países europeos, e insistió en la necesidad de cumplir con los compromisos adquiridos. En esta línea, el ministro alemán quiso dejar claro que «no hay que olvidar que la raíz de los problemas griegos están en Grecia, y no en Europa ni en Alemania», pero también alabó «algunas de las medidas» anunciadas por el Ejecutivo de Tsipras, como la lucha contra la corrupción o la mejor gestión de la recaudación tributaria.

Por su parte, Varufakis insistió en la necesidad de tiempo y pidió a los alemanes que confíen en que el nuevo Gobierno griego hará propuestas «razonables», sin maniobras tácticas, y se comprometerá con reformas macroeconómicas eficientes aunque, asimismo, respondiendo al comentario de su homólogo, señaló que «los problemas de Grecia se han extendido por toda la zona euro».

El «caballo de Troya» de Putin

Con todo, unas diferencias que no hacen sino agrandar la brecha entre ambos países y que podrían haber animado a Tsipras a aceptar la invitación del presidente ruso, Vladimir Putin, que ayer llamó al primer ministro heleno para felicitarle por la victoria de su partido e invitarle a Moscú el 9 de mayo, coincidiendo con la celebración de la victoria contra el nazismo. A pesar de que Varufakis aseguró en una entrevista con el semanario alemán «Die Zeit» que Grecia «nunca» pedirá ayuda financiera a Moscú, algunos dirigentes europeos temen que con este paso Tsipras se convierta en el «caballo de Troya» de Putin. Por ahora, desde el Gobierno griego se asegura que no mantienen «ninguna relación diplomática privilegiada con Rusia», aunque, según el comunicado emitido por la oficina de Tsipras, en su conversación telefónica ambos líderes coincidieron en la necesidad de mejorar la cooperación entre Grecia y Rusia en sectores como la economía o el turismo, pero, además coincidiendo con la visita de Merkel a Kiev, subrayaron «la necesidad de lograr la paz y la estabilidad en Ucrania». Algunos medios de comunicación señalan que Tsipras busca el apoyo de Rusia para hacer frente a Alemania.