Transporte

«Aquí murió mucha gente, pero lo superaremos»

El aeropuerto de Bruselas reabre a medio gas con medidas de seguridad reforzadas

Un hombre mira los mensajes de solidaridad escritos en la terminal del aeropuerto de Zaventem ayer
Un hombre mira los mensajes de solidaridad escritos en la terminal del aeropuerto de Zaventem ayerlarazon

El aeropuerto de Bruselas reabre a medio gas con medidas de seguridad reforzadas

No es fácil encontrar un icono que una a un país más allá de su bandera. En medio del atentado más sangriento de su historia, con un Gobierno y unas Fuerzas de Seguridad en ominoso descrédito, Bélgica elige a René Magritte como símbolo que le permita levantar el vuelo de manera metafórica y real. Ayer el aeropuerto de Zaventem abrió sus puertas con tan sólo tres vuelos internacionales (ida y vuelta). El avión del primero de ellos, dirigido a la ciudad portuguesa de Faro, estaba decorado con imágenes del pintor surrealista belga, un orgullo nacional. «Gracias a todos vosotros podemos enviar un mensaje de esperanza. La reanudación de los vuelos de pasajeros constituye un momento simbólico importante. Debemos demostrar al mundo que estamos al comienzo, más fuertes que nunca», declaró ayer el director ejecutivo del aeropuerto, Arnaud Feist, en una pequeña y emotiva ceremonia previa tras 12 días en el que el aeródromo más importante del país ha permanecido clausurado.

En términos muy parecidos se expresó ayer el CEO de Brussels Airlines, la compañía más importante del país, propietaria del avión, mientras resaltaba que la elección de Magritte no había sido una casualidad. «Es un símbolo de Bélgica y un símbolo de esperanza. También significa igualmente que no podemos olvidar lo que ha pasado», resumió Bernard Gustin, mientras alababa el «coraje» de su persona y el «optimismo» de estos primeros pasajeros (unos 80).

A pesar de esta simbólica vuelta a la normalidad, las heridas siguen abiertas. Sólo se puede acceder a este aeropuerto, situado a 14 kilómetros de la capital, a través de coche y taxi; las terminales de tren y autobús permanecen cerradas. Los viajeros deben desplazarse al aeródromo con tres horas de antelación y sólo se permite el acceso al aparcamiento y vestíbulo a las personas que muestren su billete de vuelo y su identificación. Asimismo, se han establecido cámaras de lectura de matrículas y controles aleatorios de los vehículos.

La decisión de apertura fue tomada el sábado, después de un pulso entre el Gobierno y los sindicatos de la Policía, que pidieron medidas de seguridad adicionales a las previstas inicialmente. Estos últimos han ganado y a partir de ahora los pasajeros deben pasar dos barreras : detectores de metal y de rayos X a la entrada y antes de pasar a la zona de embarque otros controles de escáner de los equipajes de mano. Además, en una carta abierta, un centenar de los 400 policías que trabajan en el aeródromo denunciaron esta pasada semana la presencia de personas con antecedentes penales e ideología yihadista trabajando en el aeropuerto. Además, según el medio «Het Belang van Limburg», los policías también detectaron los días previos al ataque a personas sospechosas de haber combatido en Siria haciéndose pasar por turistas para tener información que les permitiera planear los ataques. La Policía que trabaja en el aeropuerto denunció estos hechos, pero desconoce si las autoridades tomaron cartas en el asunto.

En medio de este cruce de acusaciones, tristemente habitual estos días, los primeros viajeros sacaron fuerzas de flaqueza. «Es un poco extraño», reconoció ayer Loukas Bassoukos a la agencia France-Presse antes de partir a Atenas (el otro vuelo de ayer era a la localidad italiana de Turín). «Mucha gente murió aquí, pero creo que podemos superarlo. Creo que, poco a poco, debemos comenzar a confiar en los controles de seguridad».

Hoy la actividad del aeropuerto será más intensa y el propósito es que vuelva a la completa normalidad el 1 de julio, para la campaña de verano. Están previstos 16 vuelos durante esta jornada, entre ellos desde Nueva York y varios de África. Mañana, –todo indica que la actividad alcanzará la velocidad de crucero– están previstos más de 100 vuelos por parte de la compañía Brussels Airlines. Ésta contabiliza en cinco millones de euros las pérdidas registradas cada día debido a la clausura. En términos globales, el aeródromo más importante del país genera 20.000 empleos de 260 empresas, según Feist.