Guerra en Siria
Asad y los rebeldes se acusan del uso de armas químicas
El ataque cometido en Alepo, que ya deja 25 muertos y 87 heridos, supone un salto cualitativo en el conflicto.
beirut- Lo que empezó siendo el día más feliz para la oposición siria, tras la elección de su primer ministro interino para gobernar las zonas liberadas, terminó con la grave acusación de que los rebeldes podrían haber usado armas químicas. El primero en denunciar los hechos fue el régimen de Damasco, que aseguró ayer que grupos rebeldes habían empleado armas químicas para asesinar a 15 personas en Alepo. Según la agencia de noticias Sana, «terroristas dispararon un cohete con sustancias químicas» en Khan al Assal, un área controlada por el Gobierno en la norteña provincia de Alepo. Después, la televisión estatal aumentó a 25 el número de muertos y a 87 los heridos.
Los rebeldes, por su parte, desmintieron tales alegaciones. Un portavoz del Ejército Libre de Siria (ELS), Louay Muqdad, declaró que el Ejército sirio atacó Khan al Assal con misiles de larga distancia «que, seguramente, contenían componentes químicos». Que éstas acusaciones provengan de fuentes gubernamentales resta credibilidad a la acusación, pero ha puesto en alerta a la comunidad internacional. A mediados de diciembre del año pasado, el régimen hizo una acusación similar a través de un comandante de la Guardia Presidencial, que denunció que al menos siete soldados murieron por inhalar un gas tóxico de color amarillo que emanó de armas químicas usadas por rebeldes durante un ataque en Daraya, localidad al suroeste de esta capital. El uso de armas químicas en el conflicto sirio es una de las mayores preocupaciones de Occidente, que teme que puedan caer en manos equivocadas. La Casa Blanca ha presionado, en varias ocasiones, al presidente, Bachar al Asad, para que impida a sus fuerzas usar el arsenal químico contra la población, porque de lo contrario «habrá serias consecuencias».
Por su parte, Rusia, principal aliado internacional de Damasco, ha sido el garante de que estas armas no iban a ser utilizadas por el régimen. Sin embargo, el ataque contra Khan al Assal pone de relieve que las armas químicas ya no están protegidas ni en lugar seguro y apunta a que el conflicto en Siria puede haber entrado en una nueva y más peligrosa fase.
Occidente mantuvo cautela ante las alegaciones que ayer realizó el régimen sirio. El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, indicó que por el momento no tiene evidencias de que los rebeldes sirios estén usando armas químicas. No obstante, Carney subrayó que el Gobierno estadounidense está «analizando muy cuidadosamente» las acusaciones de Damasco, pero insistió en que es «muy escéptico» ante cualquier alegación que provenga del Gobierno sirio, ya que, a su juicio, «ha perdido toda credibilidad». «Estamos investigando cuidadosamente las informaciones que nos llegan», indicó, ya que «ésta es una cuestión sobre la que el presidente ha dejado bien clara su preocupación».
Un portavoz de Exteriores de Reino Unido advirtió de que el uso o la proliferación de armas químicas «merecería una respuesta por parte de la comunidad internacional y nos obligaría a revisar el enfoque que hemos mantenido hasta el momento». El supuesto ataque con armas químicas desencadenó ayer una cascada de reacciones internacionales que ponen en evidencia la gravedad de los hechos y el salto cualitativo que se produciría en el conflicto sirio, de confirmarse su empleo contra civiles.
Otro de los actores internacionales que tiene mucho que decir en el escenario sirio, Turquía, salió también al paso de los ataques después de que el Ministerio de Información sirio acusara a Ankara de vender armas químicas a los rebeldes. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, manifestó que su país no ha entregado armas químicas a los rebeldes sirios ni ha podido hacerlo porque no posee este tipo de armas. «No tenemos armas químicas. El régimen sirio no sabe lo que está diciendo. Es mentira. El empleo de armas químicas, en cambio, sí encaja con la actitud de Siria», respondió Erdogan.
En cambio, Rusia fue el único país que defendió las acusaciones de Damasco. El Ministerio de Exteriores se mostró «muy preocupado por el hecho de que armas de destrucción masiva hayan caído en manos de rebeldes, porque agrava aún más la situación en Siria y es el testimonio de un nuevo nivel de confrontación». Moscú reiteró sus peticiones a las dos partes para que renuncien a la violencia e inicien negociaciones para intentar poner fin al conflicto, que ya ha dejado más de 70.000 muertos en dos años.
Lo que sí evidenció el ataque de ayer fue la fisura internacional que ha generado la crisis siria y la existencia de dos bandos claramente diferenciados, entre los países que apoyan a Asad y los que esperan que responda por los crímenes cometidos. Mientras la comunidad internacional permanece impasible, los civiles sirios sufren las consecuencias.
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