Relevo

Taiwán: William Lai arranca su presidencia frente a una China desafiante y divisiones parlamentarias

Uno de los retos más inmediatos es desactivar una ley promovida por la oposición para cambiar los equilibrios de poder y convencer a Pekín de los beneficios de una coexistencia pacífica

Taipei (Taiwan), 21/05/2024.- Taiwanese lawmakers react as they display placards and photos of Taiwan President Willian Lai, during a session over controversial legislative reform bills inside the Legislature Yuan building in Taipei, Taiwan, 21 May 2024. The contentious legislation contains a provision mandating that the president deliver an annual state of the nation address before lawmakers and respond to impromptu questions. EFE/EPA/RITCHIE B. TONGO
Tensión en el parlamento de Taiwán en el arranque de la legislatura de LaiRITCHIE B. TONGOAgencia EFE

En un enérgico y conciliador discurso pronunciado tras jurar su cargo como quinto jefe de Estado elegido por sufragio directo en la historia de Taiwán, el nuevo líder Lai Ching-te no escatimó en palabras para defender la soberanía de la isla y su determinación de salvaguardar los intereses de su pueblo. Mediante un claro gesto de diplomacia, Lai reafirmó la importancia estratégica del territorio y su contribución al orden mundial e instó a Pekín a abandonar sus persistentes tácticas de intimidación y a buscar una relación basada en el respeto mutuo y la coexistencia pacífica.

Aunque la investidura fue recibida con un torrente de entusiasmo por miles de personas, en el interior del palacio presidencial se percibió cierta tensión cuando el presidente del Parlamento, Han Kuo-yu, del Kuomintang -principal rival del partido democrático, que es partidario de estrechar los lazos con Pekín- se unió al nuevo mandatario en el estrado para entregar los sellos oficiales como símbolo de poder. Previamente, el partido nacionalista chino intentó aprobar una ley que aumentaría el control del parlamento sobre el poder ejecutivo, aprovechando la pérdida de mayoría del Partido Popular Democrático desde enero. La tercera lectura de esta legislación se convirtió en un grave enfrentamiento físico en el Yuan Legislativo, donde los diputados se esforzaron por evitar su aprobación. Esta crisis demostró que los próximos cuatro años del mandato de Lai estarán marcados por una profunda tensión política.

Así pues, Lai asumió el liderazgo tras los ocho años de la presidencia de Tsai Ing-wen, quien posicionó a Taiwán como un bastión de libertad frente al expansionismo autoritario. El flamante mandatario prometió continuar el impulso de su predecesora para mantener la estabilidad con China al tiempo que refuerza la seguridad mediante la importación de material militar de Washington, la expansión de la industria de defensa con la fabricación de submarinos y aviones, y el afianzamiento de las asociaciones regionales con aliados no oficiales como Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y Filipinas.

Orígenes humildes

La historia de este férreo defensor de la soberanía taiwanesa, desde sus orígenes humildes hasta su llegada a la política, es un testimonio del cambio político y social que ha experimentado la isla autogobernada. Este hijo de minero, de 64 años, que abandonó la práctica de la medicina para entrar en los círculos políticos al final de la dictadura del histórico Partido Nacionalista (Kuomintang o KMT), fue testigo de las persecuciones a miles de activistas prodemocráticos, por lo que no ha dejado de luchar por consolidar el "experimento democrático" taiwanés y por un futuro próspero que ve amenazado por Pekín.

La victoria de Lai en las elecciones de enero supuso un claro respaldo al Partido Democrático Progresista (PDP), que aseguró un tercer mandato consecutivo para la formación política. Este resultado demostró la determinación de los 23 millones de habitantes por defender su identidad frente a las crecientes amenazas chinas. Sin embargo, a pesar de su autodefinición en 2017 como un "trabajador pragmático por la independencia de Taiwán", en los últimos años Lai ha adoptado una postura considerablemente más moderada, en línea con línea trazada por Tsai, quien sostiene que la isla ya goza de facto de una independencia. Esta postura, orientada a evitar tensiones con China y promover la estabilidad, desempeñó un papel crucial en su victoria en los últimos comicios.

Ataques de China

La nueva administración se enfrenta ahora a una delicada situación en medio de las crecientes tensiones con un Pekín empoderado que tilda a Lai de "peligroso separatista", o factores como la cruenta guerra en Ucrania en curso, el giro de la segunda economía mundial hacia una tremenda represión interna, el deterioro de las relaciones sino estadounidenses y los últimos años de hostilidad a través del estrecho. Además, Lai debe encarar a la coalición opositora que cuenta con mayoría en la asamblea legislativa, y que parece decidida a obstaculizar su gestión acelerando la aprobación de leyes polémicas, a pesar de las advertencias públicas de destacados juristas.

No obstante, en su discurso inaugural Lai mostró firme determinación al afirmar que su gobierno se mantendrá en el statu quo, y pidió a Pekín que "ponga fin a sus ataques civiles y militares contra Taiwán, asuma sus responsabilidades globales, se comprometa a mantener la paz y la estabilidad a través del estrecho y en la región, y garantice que el mundo esté libre del temor a la guerra". Prometió mantener la seguridad de la democracia isleña frente a las crecientes presiones y las guerras que asolan el extranjero, que han alimentado la incertidumbre sobre la capacidad de resistencia de Occidente.

Ante este panorama, se espera que el soberanista despliegue habilidades diplomáticas y estratégicas para gestionar las complejas relaciones con el gigante asiático, al tiempo que busca mantener la unidad interna y avanzar en la protección de los intereses del territorio en la arena internacional.

Pérdida de apoyos

Aunque Taiwán se enfrenta a un número cada vez menor de aliados diplomáticos que lo reconocen formalmente - con solo 12 países después de que en marzo del año pasado Nauru cambiara su reconocimiento diplomático por China- , la isla ha adoptado una estrategia para consolidar su papel en la economía mundial y fortalecer sus lazos con democracias afines.

Era de esperar que China, que reclama Taiwán como propio y no ha descartado el uso de la fuerza para integrarlo en el continente, y Estados Unidos, principal proveedor de armas y principal valedor de Taipéi, siguieran de cerca el discurso en busca de señales. Pekín reaccionó con gran indignación. "Cualquiera que sea la evolución de la situación política interna en Taiwán, no cambiará el hecho histórico y jurídico de que las dos orillas del Estrecho pertenecen a una sola China" declaró el lunes el portavoz del Ministerio de Exteriores, Wang Wenbin, quien expresó enérgicamente que la independencia “es una opción sin salida” y que "no importa bajo qué apariencia o bandera, perseguir la autonomía y la secesión de Taiwán está condenado al fracaso". China ha propuesto un modelo de "un país, dos sistemas" para integrar a Taiwán al tiempo que se concede al territorio cierto grado de autonomía, como ocurrió con la entrega de Hong Kong en 1997.Pero Taipéi ha rechazado esta fórmula, argumentando que Pekín ha invadido gradualmente Hong Kong para erosionar los derechos fundamentales.

Las autoridades taiwanesas esperan que las numerosas fuentes de fricción entre los aliados occidentales y Pekín, incluida la inquebrantable amistad de Xi Jinping con Vladimir Putin, las prácticas comerciales desleales y los derechos humanos, jueguen a su favor y amplíen la participación de la isla en organizaciones internacionales. En los últimos años, delegaciones interpartidistas del Parlamento Europeo y del Congreso de Estados Unidos han realizado viajes muy vigilados a Taipéi, señal de su creciente apoyo.

Con todo, el gobierno chino ha dado a entender que es poco probable que reduzca la creciente presión que ha ejercido sobre Taiwán en los últimos años, que ha incluido incursiones casi diarias de aviones y buques de guerra cerca de la isla. Es más, en los días previos a la toma de posesión, el ejército comunista dio un paso más en sus maniobras, realizando simulacros de ataques a buques extranjeros. La Oficina de Asuntos de Taiwán de China declaró la semana pasada que "el nuevo líder de la región debe elegir claramente entre el desarrollo pacífico o la confrontación a través del estrecho de Taiwán". En los últimos años, varios altos cargos militares y de los servicios de inteligencia estadounidenses han afirmado que Xi estará "preparado" para invadir Taiwán en 2027, aludiendo a la creciente capacidad militar de Pekín.