Guerra en Siria

Atascados en una guerra perdida

La Razón
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¿Cuál debería ser la respuesta de la comunidad internacional al nuevo ataque químico del régimen de Asad contra la población civil?
A pesar de la trágica situación, no hay opciones fáciles cuando se trata de articular una respuesta significativa. Si las pruebas demuestran que el responsable de este ataque es el régimen de Asad, como se espera, los presidentes Donald Trump y Emmanuel Macron querrán tomar medidas, pero implementar una política para disuadir del uso de armas químicas en el futuro o cambiar de manera notable la situación general son una tarea muy difícil. Atacar de manera selectiva objetivos del régimen quizá sólo sirva para fortalecer a Asad, reafirmando el mensaje de que Damasco siempre puede salirse con la suya con apenas una pequeña reprimenda. Lo hemos visto en el pasado, en otros ataques químicos seguidos de ataques aéreos estadounidenses y quejas de Occidente. Con medidas más rotundas, EE UU y Francia se arriesgarían a agrandar el conflicto, con un resultado que ninguno de los dos países quiere. Por su parte, Rusia ha dicho que rechazará cualquier intervención extranjera y casi seguramente bloqueará cualquier nueva resolución en el Consejo de Seguridad.

¿Qué se puede esperar de la respuesta de EE UU como represalia a Asad teniendo en cuenta que Trump ha anunciado que quiere sacar a sus tropas del país?

La política de Estados Unidos en Siria es muy confusa. Trump quiere sacar a las tropas de allí, mientras que gran parte de la élite de Defensa quiere mantener una presencia militar en el país, concretamente para luchar contra Irán. Al final, la cosa seguirá probablemente como está, con Estados Unidos escasamente comprometido. Esta confusión es en parte comprensible. Pasaría lo mismo con una presidencia de Obama o de Clinton. Ellos también estarían atascados y sin buenas opciones en Siria. Pero el gran desafío es encontrar un camino viable en medio del embrollo sirio. Es poco probable que Asad pague un alto precio como dijo Trump. Podría haber algún ataque militar occidental limitado, pero el «rais» sirio no teme una intervención más ambiciosa que amenace su poder. Ningún país occidental comprometerá recursos y los enemigos regionales de Asad se han apartado de la lucha.