Italia
El «berlusconismo» sin Berlusconi: Forza Italia busca a un sucesor
Sin dejar un heredero al frente del partido, la pareja del «Il Cavaliere» de 33 años y su hija mayor figuran como las mejor colocadas para asumir su herencia política
La muerte del ex primer ministro Silvio Berlusconi sorprendió a Antonio Tajani en Washington. Poco después de conocer la noticia, el ministro de Asuntos Exteriores italiano y brazo derecho de «Il Cavaliere», compareció ante la Prensa con el rostro desencajado y la voz temblorosa acompañado por el secretario de Estado norteamericano, Antonhy Blinken. «Tenemos el deber, como Forza Italia, de seguir adelante, aunque estemos heridos. Lo haremos bajo su guía moral y espiritual y continuaremos trabajando siguiendo el surco de sus indicaciones», indicó.
La desaparición de quien fuera probablemente el hombre más poderoso de Italia durante los últimos 30 años ha puesto en jaque a su partido. A pesar de que «Il Cavaliere» tenía 86 años y una salud delicada desde hace tiempo, la sucesión del fundador y monarca absoluto de Forza Italia nunca fue afrontada. De Gianfranco Fini – «mentor» de la actual primera ministra, Giorgia Meloni,– hasta Antonio Tajani, la lista de candidatos a herederos políticos del magnate en estos años es tan extensa como la de sus conquistas amorosas. «Más que delfines, tengo sardinas», solía decir Silvio Berlusconi cuando le cuestionaban sobre su posible sucesor.
Algunos, como el politólogo italiano Giovanni Orsina, autor de «El berlusconismo en la historia de Italia», es aún más explícito: «El cementerio está lleno de aspirantes a sucesor de Berlusconi».
Cada capítulo de la turbulenta trayectoria personal del magnate influenció inevitablemente al partido con el que entró en política en 1994, y que siempre gestionó como una más de sus empresas. Con el final de su último Gobierno en 2011, empujado por la crisis financiera y una retahíla de escándalos sexuales, Berlusconi pasó del sillón de Palacio Chigi a sentarse en el banquillo de los acusados en los numerosos procesos judiciales abiertos en su contra. Dos años más tarde fue expulsado del Senado tras ser condenado por fraude fiscal, aunque no llegó a pisar la cárcel debido a su avanzada edad. Su caída a los infiernos precipitó también el consenso de su partido, pero en 2019, tras su rehabilitación política, consiguió un escaño en el Parlamento Europeo para sorpresa y estupor de muchos.
El pasado octubre, tras ganar elecciones generales como parte de la coalición de derechas encabezada por los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni y la Liga de Matteo Salvini, recuperó su escaño en el Senado. Para entonces, sin embargo, el partido con el que logró ser investido tres veces primer ministro de Italia ya había dejado de ser el socio mayoritario en la coalición conservadora. El hombre que según todos los analistas inventó el centro derecha en el país transalpino se había convertido en una simple comparsa lejos ya de su vieja hegemonía.
Berlusconi siempre se sintió superior intelectualmente a sus socios en el actual Gobierno, pero la edad no perdona. «Il Cavaliere» era consciente de no tener ya las fuerzas suficientes y renunció a un puesto de relevancia dentro del Ejecutivo. En su lugar, en «cuota» Forza Italia, colocó a Antonio Tajani, coordinador nacional del partido. El expresidente del Parlamento Europeo es ministro de Exteriores y vicepresidente de Meloni, pero ni siquiera él mismo se considera un posible sucesor. «En Forza Italia no existen aspirantes a líder», reconoció recientemente. Una opinión que comparte Marco Tarchi, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Florencia. «Tajani carece de la personalidad para imponerse en un partido dividido como el de hoy», asegura a LA RAZÓN.
Todas las miradas se centran ahora en dos mujeres: Marina Berlusconi, la mayor de los cinco hijos de «Il Cavaliere», y Marta Fascina, su «viuda» como actual pareja. La diputada de 33 años con quien el magnate celebró una boda simbólica el año pasado ha conseguido ganarse la confianza de la primogénita del empresario y afianzar su influencia dentro del partido. Fueron precisamente ellas quienes lograron llegar a un acuerdo «in extremis» con Meloni para poner fin a una crisis que a punto estuvo de hacer saltar el Gobierno antes de nacer. Y fueron también ellas quienes promovieron el relevo de la dirección del partido acabando con las aspiraciones de algunos miembros históricos, como Licia Ronzulli, durante años la mujer más poderosa del círculo estrecho del magnate.
Pero ya no hay tiempo para hacer quinielas. Con el partido huérfano de su único líder, Forza Italia se enfrenta a una transición «delicada y traumática», analiza Tarchi. «Un período de competencia y división, que podría convertirse en corrientes estructuradas o iniciar una separación». Una guerra fratricida para la que el ex primer ministro Matteo Renzi lleva tiempo preparándose.
Quien fuera líder del socialdemócrata Partido Democrático (PD), que abandonó para lanzar su propia criatura política, aspira a persuadir al electorado «berlusconiano» más progresista para dar vida a un centro político que no termina de cuajar, aunque los analistas creen que será difícil «convencer» a los votantes vinculados a la imagen del anciano líder. «Veo más probable un giro hacia Hermanos de Italia o la Liga», sostiene Tarchi. Si Forza Italia no sobrevive, serán Salvini y Meloni quienes mejor podrán capitalizar la herencia política de «Il Cavaliere» o, al menos, sus votos de cara a nuevas elecciones.
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