Guerras y conflictos

Boinas verdes españoles en el cerco al bastión yihadista

Instruyen a las tropas iraquíes y permanecerán hasta que caiga la ciudad

Un instructor español en unas prácticas de tiro con soldados iraquíes
Un instructor español en unas prácticas de tiro con soldados iraquíeslarazon

Instruyen a las tropas iraquíes y permanecerán hasta que caiga la ciudad.

El Ejército de Irak avanza hacia Mosul apoyado por la coalición internacional.Y allí, muy cerca del área en la que tienen lugar los enfrentamientos, se encuentran desplegados una docena de militares españoles que adiestran «in situ» a los soldados iraquíes que luchan contra los terroristas. Se trata de un equipo de instructores de Operaciones Especiales que se han desplazado hasta el norte para cumplir con esta delicada misión. No dirán el lugar exacto en el que están por seguridad, pero se encuentran muy cerca y se quedarán hasta que recuperen la ciudad, porque «Mosul va a caer, no tengo ninguna duda», asegura tajante el teniente coronel Miguel Ángel Jiménez Parejo, jefe del Grupo de Operaciones Especiales «Granada II» (GOE II) y del equipo español de boinas verdes en Irak.

Desde enero del pasado año, España contribuye a la Coalición Internacional con 307 militares (60 de ellos boinas verdes) que adiestran al Ejercito del país. Hasta hace pocos meses, las «clases» se impartían en el área de Bagdad, Besmayah o Taji, porque la mayoría de los combates tenían lugar en las cercanías, pero «en cuanto el esfuerzo de las operaciones pasa al norte, las necesidades de adiestramiento se centran allí», asegura. Nacen así los Equipos de Instructores Móviles de Operaciones Especiales (MTT, por sus siglas en inglés) y desde agosto estos 12 guerrilleros viven en acuartelamientos cercanos a Mosul de las Fuerzas a las que van a adiestrar. Pero no están solos y en la zona conviven con efectivos estadounidenses, australianos, italianos y holandeses. «Las condiciones de vida son más duras y austeras, aunque no es mucho más peligroso que Bagdad», explica el teniente coronel, que hace hincapié en que «nosotros no vamos a los combates y no salimos del acuartelamiento». Pero están, en cierto modo, rozando la primera línea de fuego.

En su interior asesoran a los iraquíes en una serie de técnicas básicas e imprescindibles para conseguir su objetivo, como son la lucha contra los artefactos explosivos improvisados –el ISIS ha sembrado de ellos la zona–, combate urbano, ofensivas, mantenimiento de armamento y primeros auxilios. Gran parte del éxito de su misión dependerá de la atención y el interés que pongan, y, según Jiménez Parejo, «salen preparados». Eso sí, «con el nivel de aquí», porque «si cogemos como referencia lo estandares europeos salen con muchas carencias», apunta.

Pero pese a sus grandes deficiencias, han conseguido que el 30 o el 40 por ciento de las armas funcionen durante todo el combate y no como ocurrió en Faluya, donde «muchas dejaron de funcionar por falta de mantenimiento». O han aprendido a hacer un torniquete, lo que podría haber evitado en la ofensiva de Ramadi muchas bajas con los mínimos conocimientos de primeros auxilios». Además, la munición es otro problema, ya que «disparan mal, sin apuntar y gastan mucha munición», lo que implica ataques más cortos. Unos defectos que «una vez corregidos –continúa– permite que estén más tiempo en el frente. Eso sí, reconoce que algunos de los alumnos, «que tienen algo de experiencia previa en combate, son muy orgullosos y se muestran reacios a que se les enseñe».

El teniente coronel trata de minimizar esa sensación de peligro, incluso en lo relativo a los ataques «green on blue» (por parte de los propios alumnos) y destaca que «todos pasan una serie de procesos de seguridad, como comprobar sus datos biométricos y que no estén fichados por nada». «El principal peligro es cuando el terrorista no está localizado, porque hay bolsas de miembros del ISIS en determinadas ciudades, pero nosotros no salimos». Aun así, recalca, «tomamos nuestras propias medidas de seguridad y si coincide que en la base hay dos equipos, nos apoyamos». E insiste: «No es un riesgo mayor».

Sobre cómo acabará la operación y si finalmente Mosul será recuperada, el responsable de los boinas verdes no duda al afirmar que «va a caer muy rápido. Otra cosa es cuándo estará completamente limpia y cuánta gente del ISIS se podrá capturar, pero la bandera iraquí se va a poner en menos de un mes seguro». Después queda «limpiar bien la ciudad», aunque «será muy difícil acabar militarmente con ellos, porque muchos están huyendo».

Quienes esperan poner esa bandera son algunos de los 14.720 soldados iraquíes a los que ha entrenado España desde que arrancó su misión. El grueso lo componen los efectivos de las Brigadas 92, 72, las 34, 35 y 36 Mecanizadas, la 37 Acorazada y los miembros del Servicio de Contraterrorismo. Estos últimos son los adiestrados por los boinas verdes. Al resto le han ido instruyendo los diferentes contingentes desplegados: Legión, la Brigada Paracaidista, la Brigada de Infantería Mecanizada «Extremadura XI» o la Brigada de Caballería «Castillejos».

Y una vez se eche a los yihadistas de Mosul, otro punto clave en posesión de los terroristas se encuentra al oeste, junto al río Eufrates y en las inmediaciones de la frontera con Siria. Se trata del área comprendida entre las ciudades de Al Qaim y Haditha, donde también hay ya un pequeño equipo de boinas verdes y del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas (EZAPAC). Son una decena de efectivos desplegados en una base americana cercana y que entrenan a un equipo SWAT de la Policía iraquí y a una unidad convencional de Infantería. Ya preparan la siguiente batalla.