Política

Brasil

Bolsonaro se acerca a la victoria en Brasil

Con el 95% escrutado, el candidato de la ultraderecha gana la primera vuelta y acaricia la presidencia con el 46,70% de los votos

Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), sonríe antes de votar en Río de Janeiro / Ap
Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), sonríe antes de votar en Río de Janeiro / Aplarazon

Con el 95% escrutado, el candidato de la ultraderecha gana la primera vuelta y acaricia la presidencia con el 46,70% de los votos.

Con el 95% de los votos escrutados, el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro estaba cerca de superar la barrera de los 50 que le permitiría ser elegido directamente presidente de Brasil en la primera vuelta. En concreto, el ex militar acumulaba un 46,70% de los votos, muy destacado sobre el segundo más votado, el lulopetista Fernando Haddad, con el 28,37. En el tercer y cuarto puesto se situaban, respectivamente, el laborista Ciro Gómez, con el 12,52, y el centrista Geraldo Alckmin, con el 4,83.

Brasil se despertó ayer con lluvias intensas y generalizadas en las principales capitales del país ( Sao Paulo, Rio, Brasilia, Belo Horizonte y Recife), temperaturas más bien bajas ( de 15 a 17 grados en Sao Paulo y Minas ), pero con la certeza de que la inmensa mayoría de los 143 millones brasileños con derecho a voto lo harían a lo largo del día entre las 8 y las 5 de la tarde ( dos horas más en las zonas con diferente huso horario). Votar en Brasil es obligatorio, aunque las multas por abstenerse son ciertamente ridículas, motivo por el que también hay un cierto porcentaje de abstención

Estaban obligados a votar, por tanto, todos los brasileiros alfabetizados mayores de 18 años y menores de 70. Quienes han cumplido ya los 16 también podían votar, aunque no era obligatorio para ellos. La misma no obligatoriedad era válida para los mayores de 70.

Los votantes no podían acceder a las cabinas con ningún tipo de equipo electrónico, teléfonos celulares, máquinas fotográficas o filmadoras. El orden de la votación, en urna electrónica, era el siguiente: primero se votaba por el diputado federal; y después, sucesivamente, para el estadual (autonómico), senador, gobernador y finalmente presidente de la República. Desde el exterior sólo se podía votar al presidente de la República.

La forma de ejercer el derecho al voto en una urna electrónica es bien fácil: el votante digita el número de su candidato (por ejemplo el 17 para Bolsonaro) y luego aprieta la tecla verde de «confirma», o la naranja de «corrige», si es que se equivocó. Ese era el procedimiento a repetir para cada uno de los cargos en disputa. De manera que los votantes tenían que conocer los números que corresponden a cada candidato ( 13 Haddad, 45 Alckmin, 12 Ciro, 18 Marina, etc). Si lo que se quiere es votar nulo había que poner un número inexistente de candidato y apretar el verde de «confirma».

Curiosamente, tanto en Fortaleza como Acre, el primero tradicionalmente petista, y el segundo, la región de la que es natural Marina Silva, Bolsonaro se imponía a otros candidatos debido a los altos índices de violencia que soportan ambos territorios.

Con relación a la segunda vuelta, (el próximo 28 de octubre) para Datafolha, Bolsonaro obtendría el 45% de los votos, mientras que Haddad el 43%, Para Ibope el ultraderechista alcanzaría el 45 % y el socialista el 41%.

Aunque el Ejército planificó una jornada especial de seguridad intensa, especialmente en Rio, Ceará y Sao Paulo, lo cierto es que el día se desarrolló en líneas generales con bastante normalidad. Se prohibió consumir alcohol en nueve estados, mientras que otros ocho, entre ellos Sao Paulo, no hubo «ley seca» electoral. Tampoco hubo unidad de criterio con relación a cuestiones menores como si se podía o no votar con camiseta de propaganda de un candidato. La mayoría de los estados lo prohibieron, pero no así en Sao Paulo, más permisivo en este sentido.

Bolsonaro votó en una escuela de la zona Este de Río, con chaleco antibalas, y dijo estar confiado en ganar ya este domingo con suficiente ventaja como para que no sea necesaria una segunda vuelta, situación que finalmente no se dio. Haddad lo hizo en Sao Paulo y dijo lo contrario, que confiaba en una segunda vuelta.

El tercer clasificado, Ciro Gomes, votó con su mujer e hijo en Fortaleza, estado de Ceará, donde ha sido gobernador. El resto de candidatos lo hicieron en sus respectivas circunscripciones, mientras que el ex presidente Cardoso, tras emitir su voto en Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, lamentó la frustrada unión de los candidatos de centro, que podría haber evitado la polarización entre bolsonarismo y petismo. El aún presidente Temer, también en Sao Paulo, dijo que estas elecciones van a demostrar, pese a la crispación actual, que Brasil sale más unido de las urnas.

Otra cuestión es la fragmentación que previsiblemente va a resultar de estos comicios con relación a la Cámara de Diputados. Más de 8.500 candidatos se disputan los 513 escaños. La previsión de Ibope es que un total de 30 formaciones tendrán representación, por lo que la tarea de gobernar, para quien gane, será francamente complicada.

► Jair Bolsonaro: Un ultra «reciclado»

Bolsonaro ha sido siempre un ultra. Militarista, golpista, autoritario, derechista, y además de eso todo lo que le cuelgan sus numerosos enemigos: misógino, racista, homófobo, machista,y lo que usted quiera. Pero en esta campaña ha intentado aparecer como un tipo moderado que sintoniza con los problemas del país. Es el candidato con más y mejor intención de voto pero también el más odiado y rechazado. Ha tenido la virtud de colocarse el primero en los sondeos sin apenas espacios electorales en la TV, y haciendo toda su campaña a través de las redes sociales, que ha sabido manejar con habilidad. Y ha tenido la virtud de conectar con los problemas de la calle: el primero, la inseguridad ciudadana y la violencia de las bandas, que aterrorizan a la población, y el segundo, la corrupción, de la que se siente a salvo por no haber sido implicado en ninguno de los numerosos casos que han saltado a las primeras páginas de los periódicos en Brasil en los últimos años.

► Fernando Haddad: Delfín de Lula y poco más

Lo que más y mejor define a Haddad es que es un hombre de Lula. Menos populista y cercano a la gente que el ex presidente, más frío y académico en general, Haddad tenía claro que en esta campaña debía aparecer como la sombra de Lula, su delfín, y por eso no ha tenido empacho alguno en elogiar continuamente su gestión y su figura, en visitarle en la prisión de Curitiba cada lunes, y en citarle en sus intervenciones de una manera continuada: hasta dieciocho veces más que Dilma. Académico estudioso del marxismo, fue un alcalde mediocre de Sao Paulo. Llenó la ciudad de carriles bicis, pero fracasó en eliminar los formidables atascos que sufre la ciudad y no pasó de ser un alcalde académico distanciado de la gente. Cuando se presentó por segunda vez a la alcaldía, se estrelló estrepitosamente obteniendo menos votos que la suma de los nulos y blancos. Presume de ser cercano al filósofo Marcuse, distante del populismo de la izquierda latinoamericana, aunque nunca denuncia a Cuba o Venezuela.

► Ciro Gomes: El tres veces candidato

Gomes es el tercero en las encuestas para estas elecciones presidenciales en Brasil, aunque en caso de quedar segundo y disputar la presidencia a Bolsonaro en segunda vuelta sería el candidato ganador según los sondeos de los principales institutos demoscópicos del país, Datafolha e Ibopé. Gomes es la tercera vez que se presenta a las presidenciales. Ha sido gobernador de éxito en el inmenso Estado de Ceará, más grande en territorio que los principales países europeos juntos, con capital en Fortaleza (tres millones de habitantes), donde ha hecho una gestión reiteradamente respaldada por sus votantes. Ciro ha declarado que Bolsonaro es un «nazi» y que Haddad carece de experiencia para gobernar. En los debates preelectorales ha sido un hombre moderado, pero crítico con el petismo de Lula y Haddad y, por supuesto, con Bolsonaro. A sus 60 años Gomes se jacta de la eficiencia y transparencia de sus gestiones y de no haber sido nunca relacionado con corruptelas.