Brexit

Boris Johnson: el Parlamento contra el pueblo

El «premier» británico replica la estrategia de Trump en busca de la mayoría. Asesorado por su hombre de confianza, Dominic Cummings, ha sembrado el caos para forzar el adelanto electoral. La victoria la basaría en sumar el voto anti-UE y los distritos del norte olvidados por los «tories» en las últimas décadas

Miles de manifestantes anti-Brexit volvieron a protestar ayer en Londres contra Boris Johnson
Miles de manifestantes anti-Brexit volvieron a protestar ayer en Londres contra Boris Johnsonlarazon

El controvertido Boris Johnson ha perdido completamente el control. Desde que Westminster retomó su actividad el pasado martes tras el receso estival, ha cosechado derrota tras derrota. Los diputados se han hecho con la agenda parlamentaria, el Partido Conservador está roto tras la expulsión de 21 «tories» rebeldes –que incluyen a Nicholas Soames, nieto del célebre Winston Churchill– y la oposición ha conseguido sacar adelante una ley que obliga ahora al Gobierno a solicitar una nueva prórroga del Brexit a Bruselas hasta principios del próximo año. Y, sin embargo, todo el caos habría sido diseñado milimétricamente por el asesor del primer ministro, Dominic Cummings, un oscuro estratega que quiere forzar unas elecciones anticipadas donde Johnson pueda lograr la ansiada mayoría para llevar a cabo su gran objetivo: sacar a Reino Unido del bloque –con o sin pacto– el 31 de octubre.

Cummings fue el cerebro de la campaña euroescéptica «Vote Leave» durante el histórico referéndum de 2016. Fue él quien ideó el eslogan «Recuperemos el control». Fue él el responsable de que Johnson recorriera el país con un autobús rojo donde se decía que Reino Unido destinaba 350 millones de libras a la UE a la semana que se podrían utilizar en su lugar para financiar el Sistema Nacional de Salud Pública. La cifra se demostró luego ser falsa. Pero dio igual porque consiguió su propósito, al igual que hizo a finales de los años 90 para que los británicos no se unieran a la zona euro.

El oscuro estratega siempre consigue todo aquello que se propone. Todos los medios valen para conseguir el fin. Y ahora está replicando la misma técnica utilizada en su día por Donald Trump. Al igual que hizo el magnate, Cummings ha creado un caos sin precedentes en el escenario político. Y de la misma manera que operó el ahora presidente estadounidense, el principal asesor de Downing Street quiere garantizar la mayoría absoluta para el Partido Conservador en unas elecciones anticipadas, haciendo campaña por los distritos donde los «tories», en circunstancias normales, no prestarían ninguna atención.

En los comicios estadounidenses de 2016, los analistas advirtieron de las pocas posibilidades de victoria que tenía Trump. Para justificar sus teorías estudiaron solo los estados que normalmente habían votado por los republicanos. Sin embargo, el magnate rompió con todas las predicciones y consiguió mudarse a la Casa Blanca tras lograr inesperados triunfos en puntos clave como Michigan o Pensilvania. En otras palabras, Trump reescribió las reglas de la política.

Y ahora Cummings se dispone a que el norte de Inglaterra sea el particular Michigan para Johnson. Newcastle, por ejemplo, no ha votado por un conservador desde 1880. Por su parte, los laboristas controlan Bishop Auckland desde 1931 y Barrow y Furness desde 1992. Pero estos distritos figuran ahora como puntos clave para los tories en una campaña que se presentará como «Westminster contra el pueblo», poniendo a Johnson como representante del ciudadano, el gran «mártir», el único que quiere cumplir con el resultado del histórico referéndum de 2016. En este sentido, no puede pasar desapercibido el acto que Johnson protagonizó el jueves en West Yorkshire, distrito laborista euroescéptico.

Pero en las propias filas del Partido Conservador, muchos consideran que Cummings está tomando demasiados riesgos. Temen que el asesor acabe rompiendo por completo a la formación. Al y fin y al cabo, él no está ni siquiera afiliado. Es puro estratega y le da igual el futuro del partido y el de Westminster con tal de ejecutar ahora el Brexit.

El problema es que está encontrando en el camino muchos obstáculos inesperados. Los 21 «tories» expulsados esta semana por votar en contra del Gobierno pretenden presentarse ahora como independientes y eso, debido al complejo sistema electoral británico, mermaría mucho las posibilidades de Johnson de conseguir mayoría. Por otro lado, estos 21 «rebeldes» planean también unirse a la oposición para llevar al Ejecutivo a los tribunales si el primer ministro no acata ahora la ley que le obliga a pedir una nueva prórroga a Bruselas hasta el 31 de enero de 2020.

La normativa, impulsada por el laborista Hilary Benn, logró ser ratificada el pasado viernes por la vía rápida. En concreto, establece que si el 19 de octubre no se ha logrado aprobar un nuevo Acuerdo de Retirada con la UE y Westminster no da su beneplácito para un divorcio sin pacto –algo completamente imposible con la actual aritmética–, el Ejecutivo tendrá que pedir nueva extensión de plazos. Es más, si Bruselas plantea otra fecha tendrá que acatarla, a menos que el Parlamento lo rechace en un plazo de dos días.

El «premier» ha dicho que prefiere «estar muerto en una zanja» antes que pedir otra extensión y por eso este lunes intentará forzar elecciones anticipadas. Pero todos los partidos de la oposición ya han adelantado que votarán en contra: quieren evitar a toda costa que Reino Unido pueda abandonar el bloque sin pacto y no permitirán sacar las urnas hasta que este escenario se haya descartado por completo. Mañana, por tanto, nadie sabe a ciencia cierta lo que puede ocurrir. Pero no se descarta una nueva maniobra de Cummings, el hombre que mueve verdaderamente los hilos en Downing Street y que quiere reescribir las reglas de la política británica, sea cual sea el coste. Todo vale con tal de conseguir el fin.