Muerte de Hugo Chávez

Brasil toma el mando ante la caída del Chavismo

Dilma Rousseff hará valer su peso económico para liderar el mapa latinoamericano

Hugo Chavez junto a Dilma Rousseff, en una recepción en el Palacio de Miraflores, en diciembre de 2011
Hugo Chavez junto a Dilma Rousseff, en una recepción en el Palacio de Miraflores, en diciembre de 2011larazon

Aunque la sociedad venezolana podría enfrentar tiempos convulsos, es todavía difícil predecir qué efecto podría tener un cambio de poder en el país caribeño sobre la dinámica de los grandes asuntos regionales. Sin el inquietante comportamiento de Hugo Chávez, el ya predominante papel de Brasil en América del Sur puede ser modestamente reforzado. Martha Ardila, maestra en estudios latinoamericanos por la Universidad de Texas, en Austin, y doctora en relaciones internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera que «en caso de que Chávez se aleje de la escena regional se produciría un reacomodo de la jerarquía de poder a nivel latinoamericano» en el que Brasil, gobernado por la socialdemócrata Dilma Rousseff, reafirmaría el liderazgo que ha venido ejerciendo en los últimos años. «Una ausencia de Chávez le daría sin duda más poder a Brasil y se abriría paso un liderazgo regional más moderado. Yo creo que Brasil tenía que aceptar a regañadientes muchas cosas de Chávez, como su discurso de rupturista muy a la izquierda, para sobrellevarlo», dice a LA RAZÓN. Brasil tiene recursos muy importantes para reforzar su peso en la región en un escenario post-Chávez, como el tamaño de su economía, que es la séptima del mundo, su peso geopolítico y su elogiado modelo de desarrollo, que combina políticas de mercado con una agresiva estrategia social.

En Colombia a pesar de que tiene un pequeño papel en las negociaciones, es poco probable que la muerte de Chávez afecte las perspectivas de un acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC. Los especialistas consultados coincidieron en señalar que el peor escenario para Venezuela y la región sería una disputa de poder al interior del chavismo que creara una grave situación de inestabilidad en ese país. «En ese caso, Colombia (que comparte una frontera de 2,220 kilómetros con Venezuela) se vería afectada fundamentalmente en los territorios limítrofes porque son muy interdependientes y tienen gran actividad económica y comercial, y porque eventualmente podría haber un retorno masivo de colombianos que viven en Venezuela (más de dos millones)», según Diana Marcela Rojas, profesora e investigadora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional de Colombia. El cambio es más probable que ocurra en el frente económico. El apoyo de Venezuela a Cuba ha sido esencial para mantener la economía de la isla a flote. Si este apoyo llegara a ser detenido, Cuba podría enfrentarse a una crisis humanitaria. La ayuda directa venezolana también ha sido importante para varios países, entre ellos Nicaragua y Bolivia. Es conocido que Chávez patrocinó las primeras campañas de Evo Morales, Daniel Ortega e incluso Cristina Fernández de Kirchner. Y ha sido uno de los pocos clientes de los bonos argentinos en los últimos años. Petrocaribe, el programa de Venezuela para ayudar a los países pobres en energía del Caribe y América Central, ha brindado asistencia crítica durante un difícil período de altos precios del combustible. Su pérdida será sentida. Estas iniciativas serían drásticamente reducidas por un gobierno de oposición. De hecho el rival de Chávez en las pasadas elecciones, Henrique Capriles, reprochó al mandatario venezolano las ingentes cantidades de petróleo que regala a los países amigos. Es previsible que el primer impacto de la ausencia de Chávez fuera sobre el ALBA, bloque izquierdista latinoamericano impulsado por el convaleciente gobernante venezolano e integrado por Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda y Venezuela.

Sin Chávez, el ALBA va a perder mucho peso en la región, y aunque presidentes como Correa y Morales tienen un reconocimiento, no tienen todos los contundentes recursos de poder de Venezuela (petróleo, carisma, seguidores), y sus países pesan menos desde el punto de vista geopolítico. Ninguno de ellos está en condiciones de reemplazar a Chávez y su pérdida es un golpe terrible para Ecuador y Bolivia. De hecho, el profesor de la Escuela de Economía de la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas, Orlando Ochoa, estima en 40 mil millones de dólares, cifra equivalente al 40% del gasto público de Venezuela, el monto de la deuda de las naciones de la ALBA y del acuerdo energético Petrocaribe con la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).

«Con una situación económica como la que vive Venezuela en 2013, cuando hay una devaluación del bolívar frente al dólar (en el mercado negro se cotiza más de tres veces por arriba de su precio controlado) y una desaceleración, será muy difícil sostener esas ayudas al exterior, sobre todo sin Chávez. Maduro tendrá más presión para no regalar el petróleo y los que más sufrirán, con riesgo de desabasto (de crudo), son Cuba y Nicaragua, que tanto dependen del petróleo y de la ayuda de Venezuela», señala a LA RAZÓN, la analista venezolana, Socorro Ramírez. Chávez ha sido un importante factor de irritación para los Estados Unidos, pero sus acciones, aunque preocupantes, han jugado un papel muy secundario en la decreciente influencia de Washington en la región. Mucho más responsables han sido los dramáticos cambios que han tenido lugar en América Latina en general, que se ha convertido en una región más fuerte económicamente, más independiente políticamente y más firme a nivel internacional. El surgimiento de Brasil ha sido particularmente importante en este sentido. Los Estados Unidos también han perdido influencia a causa de sus propios problemas económicos y presupuestarios, una debilitante polarización política y las distracciones de dos guerras en el extranjero. La salida de Chávez ciertamente no va a restaurar la influencia de Estados Unidos en América Latina.

Por otro lado, la administración Obama lo tiene claro: «Chávez es un perro ladrador que no muerde», por eso seguirán negociando con el chavismo. De todas formas ya han estado tanteado el terreno, manteniendo conversaciones a través del departamento de Exteriores con Capriles y Maduro. Es previsible un acercamiento y un cambio de tono hacia «el Imperio» si cualquiera de los dos sucede a Chávez.