Francia

Breivik no quiere ver a su padre si no se convierte al fascismo

El fundamentalista cristiano y ultraderechista Anders Behring Breivik, autor de la masacre que provocó 77 muertes en Noruega en julio de 2011, no quiere ver a su padre a menos que éste se convierta a sus ideas, reveló hoy su progenitor. Así lo hizo constar en una carta que ha sido incluida en el libro "¿Mi culpa?. Historia de un padre", escrito por Jens Breivik y presentado hoy en Oslo.

"La carta me asustó y me sigue asustando. Se vuelve más y más radical, y probablemente más peligroso también", afirmó su padre, quien quiso ver a su hijo mientras escribía el libro.

Jens Breivik, un diplomático ahora jubilado, se divorció de su esposa, Wenche Behring Breivik, cuando Anders tenía un año.

Intentó hacerse con la custodia del hijo tres años después, al recibir una carta de los servicios sociales noruegos, preocupados por la situación en el hogar materno, pero perdió el caso.

Hasta que Anders cumplió dieciséis años padre e hijo se vieron varias veces, sobre todo en Francia, donde residía el progenitor, pero desde entonces no han vuelto a tener contacto.

"Muchos niños crecen con sólo un progenitor sin que se conviertan en terroristas por ello. Que haya crecido con una relación un poco mala hacia mí no lo explica", dijo en la presentación del libro.

Jens Breivik se mostró convencido de que si él hubiera obtenido la custodia, Anders se habría convertido en otra persona y habría sido influido "positivamente"por la figura del padre, quien se considera de alguna manera "víctima"de los atentados perpetrados por su hijo.

"Tengo que seguir viviendo aunque sea el padre de un asesino de masas. Nunca podrá olvidar lo ocurrido, es un peso que tengo conmigo todo el tiempo", afirmó.

Otra editorial noruega publicó el año pasado una autobiografía de la madre de Breivik, fallecida meses antes.

Breivik hizo estallar una bomba en el complejo gubernamental de Oslo el 22 de julio de 2011 y causó la muerte a ocho personas.

Justo después se trasladó en coche a la isla de Utøya, al oeste, donde perpetró una matanza en el campamento de las Juventudes Laboristas, en la que murieron otras 69 personas.

El extremista noruego fue condenado a la pena máxima de 21 años de prisión, aunque prorrogables de forma indefinida.