Pekín
Cadena perpetua para uno de los más poderosos ex ministros de China
El exministro de Seguridad Pública Zhou Yongkang, uno de los hombres más poderosos de China en los últimos 20 años, fue condenado hoy a cadena perpetua por corrupción y revelación de secretos de Estado y es el cargo de más alto nivel juzgado por el régimen comunista desde su fundación, en 1949. Zhou, de 72 años y también antiguo director general de la mayor petrolera china (CNPC/Petrochina), fue juzgado el 22 de mayo por el Tribunal Popular Intermedio Número Uno de Tianjin, ciudad a unos 150 kilómetros de Pekín, aunque el proceso fue mantenido en secreto hasta hoy por involucrar secretos de Estado.
Según la agencia oficial Xinhua, Zhou aceptó la sentencia, mostró arrepentimiento y optó por no apelar el veredicto, en el que también se ordenó la privación de por vida de sus derechos políticos y la confiscación de sus bienes personales.
"Violé las leyes y las reglas del Partido (Comunista) incesantemente, y mis crímenes han tenido como consecuencia graves pérdidas para el Partido y la nación", señaló con semblante serio el condenado, en declaraciones citadas por la agencia estatal, tras oír la sentencia.
La televisión estatal CCTV mostró imágenes de Zhou durante el juicio en las que el político, privado de libertad desde mediados de 2013 y que no había sido visto en público desde entonces, aparece demacrado y con el pelo completamente blanco, cuando antes de su arresto era negro.
Zhou es el único exmiembro del Comité Permanente del Partido Comunista de China (el limitado grupo de líderes, actualmente siete, que controla el poder en el régimen) que ha sido objeto de una investigación judicial desde la fundación de la República Popular, en 1949.
Ocupó ese cargo entre 2007 y 2012, y antes fue ministro de Tierra y Recursos (1998-99), principal responsable del PCCh en la provincia interior de Sichuan (1999-2002) y, entre 2002 y 2007, titular de la cartera clave de Seguridad Pública.
En ese cargo, Zhou controló la policía, los servicios paramilitares, las redes de inteligencia y el espionaje.
El gran poder que acumuló ha convertido su juicio en uno de los que más expectación ha causado en la historia moderna de China, comparable al que en 1981 se organizó contra la llamada "Banda de los Cuatro"-en la que estaba la viuda de Mao Zedong, Jiang Qing- por los crímenes de la Revolución Cultural (1966-76).
También se asemeja al proceso que en 2013 se dirigió contra el exministro de Comercio Bo Xilai, condenado a cadena perpetua por corrupción, y aliado del propio Zhou en una facción para muchos observadores adversaria de la que ahora controla el poder en el Partido Comunista, encabezada por el actual presidente, Xi Jinping.
Llama la atención el declive en la "transparencia"que el régimen chino ha dedicado a estos tres grandes procesos, pues si el de 1981 fue televisado, el de 2013 a Bo solo se pudo seguir por redes sociales a través del microblog del tribunal donde se le juzgaba, y el de Zhou ha sido alto secreto.
En la sentencia de hoy se detalla que Zhou aceptó sobornos por valor de 21,3 millones de dólares y se aprovechó de su posición para beneficiar a cinco personas.
Estas eran Jiang Jiemin (antiguo presidente de CNPC y después jefe de administración de las empresas estatales china); Wu Bing (influyente empresario), Ding Xuefeng (ex alcalde de Liuliang), Wen Qingshan (antiguo jefe de contabilidad de CNPC) y Zhou Hao (sobrino del condenado).
La sentencia añade que la mayor parte de los sobornos fueron en realidad recibidos sin conocimiento de Zhou por su esposa, la expresentadora de la televisión estatal Jia Xiaoye, y por su hijo Zhou Bin, aún pendientes de juicio.
Además Zhou instruyó al citado Jiang Jiemin y a Li Chuncheng (su "número dos"cuando gobernaba la provincia de Sichuan) para ayudar en actividades empresariales en las que sus dos cómplices obtuvieron ilegalmente 344 millones de dólares, causando pérdidas al Estado por valor de otros 240 millones.
La sentencia señala que pese a que los sobornos -un delito penado con la muerte en China- fueron "enormes", hubo circunstancias a favor de Zhou, como el hecho de que confesara los delitos, que muchos sobornos se entregaran a sus espaldas o que todo el dinero haya sido recuperado.
También se subraya que la revelación de secretos de Estado "no tuvo consecuencias graves".
La sentencia a Zhou también se enmarca en la campaña anticorrupción que ha sido el gran símbolo del gobierno del presidente Xi, quien aseguró a comienzos de su mandato que en su lucha contra el fraude caerían "tanto tigres como moscas", en alusión a políticos a todos los niveles.
Zhou es para la propaganda oficial china el "gran tigre enjaulado"de esta campaña.
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