Independencia de Reino Unido

Cameron redobla la presión contra el separatismo escocés

El primer ministro británico lanza la campaña del «no» sobre el referéndum de Salmond en la que la economía será decisiva

¿REGRESO A 1707? Cameron defiende la unión con Edimburgo frente a un retroceso en la historia de Gran Bretaña
¿REGRESO A 1707? Cameron defiende la unión con Edimburgo frente a un retroceso en la historia de Gran Bretañalarazon

LONDRES- David Cameron ha comenzado el año expresando a los escoceses su deseo de que sigan formando parte de Reino Unido. Y es que, sin duda alguna, 2014 estará marcado por el referéndum sobre la independencia. Menos de dos millones de personas tomarán parte en la votación, pero su decisión afectará para siempre a la vida de 63 millones de británicos, expuestos a un desafío que pretende terminar con un reino con más de tres siglos de historia. «Este mensaje es de parte de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte. Queremos que os quedéis», exhortó el «premier».

La cita –el 18 de septiembre– será clave para las islas. Pero se seguirá además con especial atención desde Bruselas y se analizará minuciosamente en Cataluña, donde se quiere buscar un espejo donde mirarse a pesar de que tanto Londres como Edimburgo han reiterado que son escenarios completamente distintos.

El ministro británico para Escocia, Alistair Carmichael, señaló en diciembre que mientras en Reino Unido, el debate corresponde a los escoceses, en España, «tal y como está planteada la Constitución, éste se debe plantear a todo el país». El discurso de Carmichael nunca deja lugar a interpretaciones. Es un hombre claro y directo. Es por eso por lo que Cameron no tuvo dudas a la hora de reemplazar al mucho más suave Michael Moore para ponerle a él en su lugar en busca de una línea más dura en la recta final antes del plebiscito.

Convencer al 17% que sigue aún indeciso es de vital importancia y tanto separatistas como unionistas harán lo imposible por llevarlos a su terreno. Ambos bandos son conscientes de que los argumentos económicos serán los más escuchados. Y en este sentido, los analistas han señalado que los recientes brotes verdes de la economía británica podrían ser un arma de doble filo. Los recortes draconianos impuestos por Cameron comienzan a dar sus frutos. Las islas han iniciado el año con una tasa de paro de 7,4%, la más baja desde 2009, y la aparente tranquilidad por salir de la crisis podría relajar al electorado. Con todo, actualmente tan sólo el 27 % apoya los planes separatistas de Alex Salmond. Pero, tras celebrarse el histórico plebiscito, ¿qué ocurrirá? Esa es ahora la pregunta clave. La Comisión Electoral había pedido tanto a Westminster como a Holyrood alcanzar un acuerdo para establecer una hoja de ruta, sea cual fuere el resultado. La fecha inicial se había marcado para el pasado 20 de diciembre, coincidiendo con la firma de la soberana Isabel II en la ley que regula la consulta. Pero tanto Londres como Edimburgo dejaron pasar la oportunidad y es ahora en enero cuando ambas partes deben sentarse a la mesa.

En caso de que gane el sí a la independencia habría que definir en qué situación quedan los más de 800.000 escoceses que viven repartidos por el resto de Reino Unido y que, tal y como establece el acuerdo entre Londres y Edimburgo, no tomarán parte en la consulta. Podría darse el caso de que perdieran privilegios y ayudas sociales, ya que se convertirían en ciudadanos extracomunitarios en el que en un día fue su propio país. En caso de que gane el no –lo que se antoja más probable según indican los sondeos– se podría abrir un proceso de negociación para ampliar los poderes del Gobierno autonómico. En 1997, ya se creó el parlamento escocés y en 2012, se aprobó la mayor transferencia de competencias fiscales desde la creación de Reino Unido. En este sentido, el ministro principal escocés ha instado al Gobierno central a entablar conversaciones «técnicas» sobre las consecuencias de un voto «a favor». También ha confirmado que se reunirá tan pronto como sea posible con Mark Carney, el gobernador del Banco de Inglaterra, para seguir examinando las implicaciones de la independencia. La entidad fue nacionalizada en 1946 y ahora el líder nacionalista reclama su parte. Pese a que George Osborne, ministro del Tesoro, ha repetido en distintas ocasiones que es «prácticamente imposible» que sigan compartiendo la libra, Salmond se niega a escuchar sus palabras.

No es el único asunto al que hace oídos sordos. El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, ha advertido que una Escocia independiente quedaría fuera de la UE y tendría que ponerse a la cola para solicitar de nuevo su ingreso, pero el responsable del Partido Nacional Escocés (SNP) se ha comprometido a que se tendría silla propia en Bruselas tan pronto como 2017. El Libro Blanco que presentó el líder separatista a finales de noviembre está lleno de incongruencias y promesas que, de antemano, ya sabe que no puede cumplir. El documento –que utilizando las palabras de su propio gabinete prometía ser la «panacea»– presentó a una Escocia que seguiría con la reina Isabel II como cabeza de Estado, que subiría las pensiones, que sería miembro de la OTAN y de la Unión Europea y que además contaría con más ayudas del Estado y un sistema fiscal más justo. Pero diferentes organismos independientes, como el Instituto de Estudios Fiscales, ya han advertido de que tendría que recortar su gasto un 5,4% para alcanzar los objetivos de la deuda europea. Además, para que el nivel de deuda pudiera ser sostenible, a principios de 2020 se tendrían que recaudar 6.000 millones de libras, es decir, el doble de lo que hasta ahora siempre había prometido Salmond. El reputado «think tank», lejos de la imagen idílica que viene vendiendo el responsable del Ejecutivo autonómico, presentó a un país que tendría que afrontar, por un lado, la caída de los ingresos derivados del petróleo y del gas del Mar del Norte, por otro, los problemas y la presión en muchas áreas del gasto público de una población cada vez más envejecida.

Las bajas perspectivas de migración significan que el porcentaje de mayores de 65 años aumentaría del 16,1% actual al 27,7% en 2062, en comparación con el aumento del 15,9% al 25,4% para Reino Unido en su conjunto. En otras palabras, la independencia incrementaría los impuestos un 16% y reduciría un 12% el gasto público. Lo más preocupante para Salmond es que las cifras no incluyen el impacto de sus promesas para reducir el impuesto de sociedades, reformar el sistema de prestaciones o introducir una pensión estatal más generosa, un cuento que, ahora más que nunca, se ha visto infundado. A tan sólo nueve meses del que puede ser el cambio más importante en tierras británicas desde el Acta de Unión de 1707, los escoceses no tienen aún respuesta a sus preguntas.

LA AGENDA DE ALEX SALMOND

15 OCTUBRE 2012

Alex Salmond, el ministro principal de Escocia, y David Cameron, primer ministro británico, firman el acuerdo del referéndum.

18 SEPTIEMBRE 2014

Se celebra la consulta popular en la que se plantea la siguiente pregunta: «¿Debería ser Escocia un país independiente? Sí o no».

24 MARZO 2016

Si ganase el «sí», Salmond no contempla una Escocia independiente hasta 2016. Esta fecha coincide con la unión de las coronas de Londres y Edimburgo ese mismo día en 1603 y con la fusión de los dos parlamentos ese mismo día en 1707.