Grecia
El «no» masivo acerca a Grecia al desastre
Los griegos respaldaron ayer en el referéndum las tesis de su primer ministro, Alexis Tsipras, frente a la Troika. Cómo Syriza gestione la victoria marcará la continuidad de Atenas en el euro. Samaras dimite tras la derrota del «sí»
Los griegos respaldaron ayer en el referéndum las tesis de su primer ministro, Alexis Tsipras, frente a la Troika. Cómo Syriza gestione la victoria marcará la continuidad de Atenas en el euro. Samaras dimite tras la derrota del «sí»
Los griegos votaron. Y escogieron el rechazo masivo a la propuesta de los acreedores. El «No» se impuso con un 61,33% de los votos, frente al 38,67% «Sí» –con el 97% de los votos escrutados– a la firma de un acuerdo inmediato. Pese a la expresión popular en contra de la oferta de las instituciones, el Gobierno griego sabe que necesita cerrar un pacto cuanto antes. Así lo manifestó el primer ministro, Alexis Tsipras, en su discurso tras conocerse los resultados, al comprometerse a «empezar las negociaciones hoy» con la «prioridad» de reabrir los bancos lo antes posible. Eso dependerá del Banco Central Europeo (BCE), al que consideró «comprensible con la situación económica, pero sobre todo con las dificultades humanas» de Grecia. El primer ministro prometió recientemente a los griegos que los bancos abrirán mañana. En un tono mucho más conciliador que en sus últimos discursos a la nación, Tsipras aseguró que van a hacer «todo lo posible» para resucitar al país. Prefirió también abandonar los ataques a los acreedores, que han prevalecido durante esta semana: «El lunes no es un día de lucha en Europa», aunque avisó de que «no hay soluciones fáciles». Asimismo, reiteró el objetivo de su Gobierno de lograr una reestructuración de la deuda –última línea roja– para sellar un pacto y recordó que las instituciones no barajaron esa opción hasta después de la convocatoria de la consulta, cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó un informe sobre la necesidad de aplicar un alivio de deuda al país heleno.
Otro de los pesos pesados del Ejecutivo izquierdista y, según los medios locales, impulsor de la idea del referéndum, el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, también mostró su lado más conciliador, al afirmar que el resultado sirve para «tender una mano de cooperación» para alcanzar un «lugar común». Aunque no se pudo contener de lanzar un nuevo ataque a las instituciones. Según él, «desde el primer momento los acreedores intentaron cerrar los bancos». Asimismo, el titular heleno criticó también a los socios por «rechazar durante cinco meses todo debate sobre la austeridad y la deuda». Los miembros del Gobierno de Syriza se reunieron en Megaro Maximou –la Moncloa helena– para celebrar la victoria.
No obstante, la jornada dejó otro titular: la dimisión del líder de Nueva Democracia, el conservador Antonis Samaras, el gran perdedor de la noche. El ex primer ministro asumió la derrota y envió un mensaje al Gobierno griego para «lograr un pacto sin retraso» y sobre la «responsabilidad de traer un acuerdo que evite que el país se hunda». Además, Samarás abandonó el discurso de campaña y habló en clave de jefe de Estado. «La victoria del ‘‘no’’ algunos la traducirán en Europa como voluntad de salir de la eurozona. Llamo a los socios a ayudar a Grecia a permanecer en el euro», pidió.
En esa línea, justificó las duras medidas que tuvo que tomar su Gobierno «para evitar algo peor» y consideró que su partido debe «jugar un papel importante» en la salida del agujero. Tal y como anunció ayer, su lugar al frente de Nueva Democracia lo ocupará provisionalmente Evangelos Meirmarakis, ex portavoz de la formación en el Parlamento.
La jornada transcurrió sin incidentes a pesar del clima de polarización social en el que se celebró. A su llegada al colegio electoral, Tsipras se mostró «optimista» por enviar un mensaje de que «el pueblo toma las riendas» para «no sólo permanecer, sino para vivir con dignidad en Europa». Esa afirmación iba encaminada a tranquilizar a la sociedad ante la posibilidad de abandonar el euro, como pregonó la oposición durante la frenética campaña, que acabó centrándose en esa discusión. También el titular de Finanzas, Yanis Varufakis, trató de atenuar la preocupación de los griegos, aludiendo que «la moneda única y la democracia pueden coexistir». Más directo fue el líder del socio menor de coalición, el ultranacionalista, Panos Kamenos, quien aseguró que «el pueblo no tiene miedo» a las «mentiras» de algunos análisis sobre supuestas quitas, en referencia al artículo del «Financial Times» el sábado, donde el diario británico especulaba con una posible quita del Gobierno heleno a los depósitos superiores a los 8.000 euros.
La nueva jefa del Pasok, la socialdemócrata Fofi Yenimata, secundó ese argumento al afirmar que «Grecia quiere un acuerdo sostenible, pero que resista a las fuerzas extremistas de Europa». El otro líder de partido favorable al «Sí», el liberal de To Potami, Stavros Theodorakis, también ligó el resultado en la consulta a «la permanencia del país en Europa», según él, «el mayor problema».
¿Y AHORA QUÉ?
El «Grexit» y elecciones anticipadas si la UE no cede
«Hoy no es motivo de celebración para Alexis Tsipras», se escuchaba en los pasillos del centro de prensa instalado ayer en Atenas. ¿Por qué? Porque hoy el primer ministro heleno tendrá que volver a Bruselas y sentarse en la mesa junto a los socios. De nuevo el calvario de las negociaciones. El «no» puede reforzar la postura del Gobierno griego, pero también provocar el efecto contrario. Tsipras llevó el asunto de la deuda al terreno político para lograr un acuerdo a ese nivel, pero ahora los colegas de la eurozona pueden responder a Atenas con la misma moneda.
La última «línea roja» de Atenas es la reestructuración de la deuda. Sin embargo, a tenor de las reacciones de los líderes europeos tras la convocatoria de la consulta, esa concesión no parece que pueda llegar de inmediato. En ese caso, Tsipras puede lanzar un órdago supremo y plantear unas elecciones anticipadas en clave de plebiscito (esta vez real) sobre la continuidad de Grecia en el euro. Los griegos tendrían la última palabra, pero los resultados de la consulta de ayer abren paso a pensar que la sociedad podría incluso apoyar esa ruptura definitiva. El apoyo al abandono del euro ha crecido en los últimos cinco meses debido a la presión de los acreedores.
Acuerdo in extremis para recibir nueva financiación
El Gobierno griego se había comprometido a volver a la mesa de negociaciones hoy mismo. El control de capitales que sufre el país desde la semana pasada ha mermado la paciencia de los griegos, y aunque no se han registrado episodios violentos, el enfado puede estallar en las próximas semanas si el corralito se mantiene y, como apuntan en algunos supermercados, se comienza a padecer un serio desabastecimiento.
El final de este control de capitales lo marcará el Banco Central Europeo (BCE), que mantiene vivo al sistema financiero heleno con una línea de asistencia a la liquidez. Si el organismo europeo decide cortar el grifo a Grecia, las restricciones de retirada de dinero serán todavía mayores. El no de Mario Drhagi también puede conducir a una posible quita de depósitos a largo plazo. Ante esa presión, Tsipras puede optar por aceptar un acuerdo in extremis en breve, aún sin incorporar la cuestión de la reestructuración de la deuda. Aunque esa opción podría precipitar la caída del Gobierno al incumplir su mandato.
El primer ministro griego tiene otra serie de alternativas. La primera, tratar de formar un Ejecutivo de coalición nacional y seguir al frente. También puede dimitir y dejar paso a un nuevo Gobierno de tecnócratas o de consenso. Por último, y como en el supuesto anterior, convocar nuevas elecciones. Esa última solución alargaría la incertidumbre en Grecia al menos tres semanas, el margen para celebrar comicios desde su convocatoria.
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