Francia desmantela la «Jungla» a golpe de cañones de agua

Dos excavadoras y numerosos operarios participan en la demolición de una zona de chabolas del campamento.

Un grupo de obreros comenzó ayer los trabajos de desmantelamiento de la zona sur de la «Jungla» de Calais, bajo la atenta mirada de la prefecto de la región, Fabienne Buccio, y de un importante dispositivo policial encargado de mantener a distancia a inmigrantes y activistas. Los empleados de la empresa de demolición arrancaron las carpas y destruyeron a golpe de martillo las estructuras de madera que los inmigrantes se han ido construyendo para dar forma a lo más parecido a una vivienda, mientras que los equipos sociales seguían su trabajo de intentar convencer a los que aún quedan allí para que acepten una plaza en algún otro albergue. Entre 800 y 1.000 personas viven en la parte desalojada, según el Gobierno; 3.450, según las ONG. Llegó a alojar 7.000.

A mediodía, el incendio, de origen desconocido, de varias cabañas fue la chispa esperada para precipitar los enfrentamientos entre la Policía y un grupo de unos 200 grupos de inmigrantes que no quieren irse y de activistas que les apoyan, comenzaron a lanzar proyectiles contra las Fuerzas de Seguridad, que respondieron con cañones de agua y gases lacrimógenos. Según la prefectura de Pas-de-Calais, la Policía detuvo a cuatro personas, tres activistas y un inmigrante. A pesar de que las operaciones de desalojo se desarrollan con el visto bueno del juez, las asociaciones que trabajan sobre el terreno siguen denunciando la violencia de la expulsión, en contra de lo que había prometido el Estado. Una acusación que rechaza el prefecto, insistiendo en que realizan un trabajo «de persuasión» y que la presencia de las fuerzas de intervención tiene como objetivo «garantizar la seguridad» de los que desmontan el campamento.