Elecciones en Francia

Con estas elecciones empieza todo

Un tercio de los votantes de fillon opta por le pen y se opone al «frente republicano»

Una pareja sigue en directo el debate televisivo entre los dos candidatos
Una pareja sigue en directo el debate televisivo entre los dos candidatoslarazon

Un tercio de los votantes de Fillon opta por Le Pen y se opone al «frente republicano»

Hace apenas dos semanas se celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas y se confirmó lo que todos los sondeos apuntaban: resultado ajustado y pase a segunda vuelta de Emmanuel Macron y Marine Le Pen, que se juegan hoy no solamente la Presidencia de la República de Francia, sino, al menos en parte, el futuro de la Unión Europea, con dos proyectos totalmente diferentes. Si volvemos a tomar las encuestas de opinión como predictores del voto de los franceses, parece claro el resultado. Desde hacía meses se venía especulando con la posibilidad de un Macron vs Le Pen en segunda vuelta y las proyecciones han venido apuntado a una victoria clara del primero, de unos 20 puntos porcentuales. Esta tendencia se ha confirmado a lo largo de estas semanas, en las que Le Pen apenas ha podido acercarse levemente al candidato liberal.

He aquí, no obstante, el gran peligro para Macron. Si todas las encuestas repiten sistemáticamente la proyección de victoria del líder de En Marcha, ¿qué incentivo existe para votarle? Obviamente esta pregunta no se la harán los claramente convencidos de que su programa es el mejor para Francia, pero sí que es una cuestión que se aplica a aquellos que creen que Macron es un mal menor ante Marine Le Pen. La candidata del Frente Nacional sabe perfectamente que el riesgo principal para Macron se encuentra en la desmovilización.

Por ello, Le Pen ha dedicado el final de campaña a intentar arrinconar a Macron como candidato de la banca, de las élites y del sistema y protector de la globalización, en contraposición a su candidatura, que velaría por los intereses del pueblo francés. Teniendo en cuenta la percepción que tienen los franceses sobre los beneficios de la globalización (según datos de Yougov, solamente el 39% piensa que es positiva, mientras que el 50% no lo cree así; por contextualizar, los datos para España son 61% y 29%, respectivamente, y para Alemania, 80% y 13%), esto parece un movimiento inteligente por parte de Marine Le Pen.

Sin embargo, con la desmovilización no le será suficiente a Marine para poder optar seriamente a vencer hoy en las elecciones. Al margen de su base fija de votos, que se sitúa en más del 20% y de los que ha logrado al anunciar a Nicolas Dupont-Aignan como futuro primer ministro (recordemos que éste consiguió casi el 5% de los votos en la primera vuelta), Le Pen se ha intentado acercar a parte del electorado de Mélenchon y al de Fillon. En el primero de los casos, y a pesar de algunas coincidencias en los programas, entre las que se incluyen la visión crítica de la globalización o del proyecto comunitario (y que han sido subrayadas por el Frente Nacional), los sondeos apuntan a que apenas el 12% de los siete millones de votantes de Mélenchon se irán al partido de extrema derecha.

Es en el segundo de los casos, el del partido de Los Republicanos, donde Le Pen ha tenido un mayor éxito hasta la fecha. Es cierto que tanto Sarkozy como Juppé o Fillon han cerrado filas en torno a Macron, pero no lo es menos que existe una parte nada desdeñable del electorado de derechas (un tercio del mismo) que prefiere optar por la opción de Le Pen, y rechaza por tanto al «Frente Republicano» que se produjo ya en 2002 ante la emergencia del padre de Marine, Jean-Marie Le Pen, quien fue derrotado por Chirac por un contundente 82% a 18%.

Mucho ha cambiado desde entonces. Entre otras cosas, se ha producido una grave crisis económica y de confianza en el proyecto comunitario de la que Marine Le Pen se ha aprovechado, dándole un barniz de modernidad al Frente Nacional con el que lo ha «desdiabolizado», convirtiéndolo en una opción más votable para una parte del electorado, tal y como ha demostrado llegando a esta segunda ronda (y en otras ocasiones, como cuando ganó las elecciones al Parlamento Europeo en Francia en 2014).

No obstante, todo apunta a una victoria de Macron, aunque existen motivos de sobra para que el candidato de En Marcha no se confíe. Y, en cualquier caso, ni su victoria será apabullante ni le proporcionará un cheque en blanco para el futuro. Muchos le darán su voto no por considerarlo el mejor candidato, no por creer en su proyecto de país, sino porque lo ven como el mal menor en comparación con Le Pen. Esto podría suponerle graves dificultades para llevar a cabo su agenda, tanto a nivel doméstico como europeo (e internacional) y más teniendo en cuenta que en junio tendrán lugar las elecciones legislativas, donde con casi total probabilidad tenga que acabar aceptando una «cohabitación» con un primer ministro de distinto signo político y una Asamblea muy fragmentada. La realidad es que todo empieza con estas elecciones.

*Investigador del Real Instituto Elcano