África
El conflicto sudanés alimenta redes islamistas y fractura el equilibrio regional
La mayor crisis humanitaria actual, con más de 150.000 muertos y 13 millones de desplazados, desborda a los países vecinos
La guerra civil en Sudán ejerce una fuerte presión en los países limítrofes. Tras decantarse los combates en la capital, Jartum, a favor de las fuerzas leales al general Abdelfatah al Burhan, nuevas ramificaciones del conflicto amenazan con conectar con otras crisis africanas. La guerra en Sudán ya se ha cobrado en torno a 150.000 vidas, además de haber provocado una seria crisis alimentaria y de refugiados. Alrededor de 13 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares, según las cifras ofrecidas por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Es la crisis humanitaria la que activa las primeras alertas a nivel regional. Los refugiados sudaneses han buscado cobijo en Chad, Egipto, Etiopía y Sudán del Sur, mayoritariamente, aunque debe considerarse que también se desarrollan otros conflictos de mayor o menor gravedad en tres de estos cuatro países, lo que vuelve sumamente difícil para los gobiernos aceptar la avalancha procedente de Sudán. Las difíciles condiciones de seguridad se suman a la actitud de rechazo que muestra el gobierno egipcio; Amnistía Internacional denunció campañas de arrestos masivos y devoluciones forzosas de refugiados sudaneses sin posibilidad de solicitar asilo, y Human Rights Watch informó arrestos de activistas sudaneses registrados con ACNUR, sometidos a trabajos forzados, palizas y vigilancia por participar en protestas pacíficas.
La situación de los desplazados dentro del país tampoco es demasiado alentadora. Las persecuciones étnicas en Darfur, donde miembros de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) participan en masacres de sudaneses de etnias negras, ha dejado especialmente expuestos los campos de desplazados del este del país. Médicos Sin Fronteras aseguró en un comunicado durante el mes de mayo que “el 11 de abril, las Fuerzas de Apoyo Rápido lanzaron una ofensiva contra el campo de desplazados de Zamzam, en Darfur Norte, donde vivían al menos 500.000 personas. Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Tawila, a 60 km del campo, han sido testigos de la llegada de miles de familias desplazadas. Los recién llegados denuncian matanzas, violaciones y saqueos durante el ataque y en su huida”.
Iziz Adam, refugiado entrevistado en Chad por MSF, indicó que “mi familia está incompleta aquí… Huimos presas del pánico, aterrorizados por la guerra. No tuvimos tiempo de llevar nada, y algunos incluso llegamos descalzos… Estoy atrapado entre Sudán, donde el futuro es incierto, y Chad, donde no pertenezco”.
¿El resultado? ACNUR indicó en un informe reciente que el número de sudaneses que se han desplazado a Europa durante los primeros cinco meses de 2025 aumentó un 134% con respecto a las misma fechas del año anterior.
Enfrentamientos contra fuerzas libias
La inestabilidad dentro de Sudán se consigue, como es evidente, por medio de la introducción de armamento a través de otros países de la zona. El comercio de armas ha despertado fuertes tensiones entre el ejército sudanés y naciones vecinas. En meses anteriores el ejército sudanés acusó a Chad de ofrecer apoyo logístico a las RSF, mientras que esta semana se registraron fuertes enfrentamientos en la frontera libia. Militares sudaneses contra las fuerzas leales al general Khalifa Haftar. Al Burhan ya señaló a Haftar como uno de los principales proveedores de armas para las RSF al inicio del conflicto, supuestamente por medio de su alianza con Emiratos Árabes Unidos (país que financia, arma y apoya militarmente a las Fuerzas de Apoyo Rápido). Sin embargo, el enfrentamiento en la frontera sube un escalón en la tensión regional.
El Comando General del Ejército Nacional Libio dijo en un comunicado que “estas acusaciones son un intento flagrante de exportar la crisis interna de Sudán y crear un enemigo externo virtual”, mientras que reafirmó “su legítimo deber de asegurar el lado libio de la frontera”. Por su lado, el ejército sudanés anunció que “defenderemos nuestro país y nuestra soberanía nacional y prevaleceremos, independientemente del alcance de la conspiración y la agresión apoyadas por los Emiratos Árabes Unidos y sus milicias en la región”. También acusaron a miembros de las RSF de participar en los combates del lado de las milicias de Haftar. Desde que tuvieron lugar los enfrentamientos este fin de semana, la frontera entre Libia y Sudán permanece cerrada.
Crece el islamismo radical
La influencia regional de la guerra civil sudanesa no acaba aquí. La “ramificación” que probablemente sea más grave para la seguridad africana viene acompañada de un alarmante incremento en la presencia de fuerzas islamistas en el país. No hace ni cuarenta y ocho horas desde que comenzó a circular por las redes sociales un vídeo donde islamistas llaman a implementar la sharía en el país, todo esto mientras se ondean banderas del Estado Islámico.
The Sudan Times informó a finales de 2024 de un “alarmante” resurgimiento de los islamistas en el país. Se citaba con especial atención el crecimiento de la Corriente Islámica Amplia, una coalición islamista dirigida por Ali Karti (ex ministro de Asuntos Exteriores y actual jefe del Movimiento Islámico Sudanés). Como es habitual en este tipo de ideologías, Karti acusa a fuerzas externas de tener a Sudán “bajo asedio”, entre que mezclan el fervor nacionalista con su doctrina religiosa.
Al islamismo político se le suma el yihadismo armado. El batallón Al-Bara' ibn Malik también merece atención. Aunque creado en 2020 como una extensión del Frente Islámico Nacional, ha ganado especial fuerza en el contexto de la guerra civil sudanesa, apoyando (por el momento) al ejército de Sudán. Su líder, Almusbah Abuzaid Talha, el cual recibe un fuerte respaldo de parte de al Burhan, ha llamado a la yihad en repetidas ocasiones y no tiene problemas en expresar el componente religioso que empapa su lucha.
El batallón Al-Bara' ibn Malik, entre otros, tiene una explicación en el pasado, no tan lejano, del islamismo y del fundamentalismo islámico en Sudán. Haría falta recordar que Sudán fue considerado por los Estados Unidos como país patrocinador del terrorismo entre 1998 y 2020; que saliera de la lista fue consecuencia de una serie de acuerdos firmados con Israel y otras naciones árabes, conocidos como los Acuerdos de Abraham. Sin embargo, parece que el pasado vuelve a llamar a la puerta. Además, múltiples informes señalan que los milicianos entrenaron con la Guardia Revolucionaria Islámica en Irán, lo que llevaría a establecer puentes ideológicos y logísticos mediante entidades islamistas.
La instalación de una corriente islamista en la cúpula de poder de Sudán puede vincularse con la expansión del terrorismo islámico en Somalia, pero también en el Sahel. La organización Global Conflict Tracker ya indicó en un informe de 2024 que los grupos yihadistas del Sahel se aprovechan de los conflictos internos para ocupar los vacíos de poder y establecer su propia línea política, igual que International Crisis Group recalcó en un informe de enero de 2025 que la guerra en Sudán “exporta su inestabilidad a la ya complicada región del Cuerno de África”.