Destitución bajo sospecha

–¿Qué piensa de que muchos de los senadores que votaron ayer la destitución de la presidenta hayan sido relacionados con casos de corrupción?

–Lo podríamos calificar como un secreto a voces. Las instituciones están corruptas. Dada la total falta de respeto que hay por el bien común. Los puestos en las diversas instituciones públicas se han estado utilizando como medio para llegar a conseguir objetivos personales y multiplicar las ganancias propias. La corrupción ha estado siempre presente en la historia de Brasil. Pero sí, es irónico que figuras envueltas en ese tipo de asuntos fraudulentos quieran expulsar a la única persona que no está siendo investigada por corrupción o prevaricación. Muestra cómo las instituciones han perdido toda su credibilidad, necesaria para sostener a un Gobierno democrático.

–¿Espera que estallen las protestas en las calles?

–Esperamos una gran cantidad de protestas por este motivo. La nación está completamente polarizada. Brasil es un gran ejemplo de crisis de una democracia que acaba abarcando distintos niveles: la falta de representación, el desinterés en el bien público a favor del bien privado... Además, la gente no quiere tener al vicepresidente, Michel Temer, como líder de la nación y eso será exactamente lo que pasará si el «impeachment» sigue su curso. Al margen de esto, no hay que perder de vista que su formación, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), tiene una larga historia de llegar al poder sin pasar previamente por las urnas.

–¿Cómo se verá reflejado esto en los Juegos Olímpicos?

–El proceso del «impeachment» no hará otra cosa que traer más caos al caos que ya de por sí reina en Río de Janeiro. Muchos problemas no se habrán solucionado para cuando se celebren los Juegos. Pero, por otro lado, Brasil ya dio la sorpresa con la Copa del Mundo de fútbol, aunque nadie lo esperase: cumplió con las fechas de construcción, destacando en organización y seguridad.

*Profesora de la Universidad Federal de Mato Grosso del Sur