Estados Unidos
Trump se estrena como presidente desmontando el «Obamacare»
El mandatario hará su primera reunión hoy con la cúpula de la CIA para intentar cerrar las heridas causadas por el «hackeo» ruso en la campaña electoral
Pocas horas después de su investidura Trump rubricó su primer decreto instruyendo a las agencias gubernamentales para que «alivien las cargas del Obamacare», como se conoce a la reforma sanitaria impulsada por su predecesor, Barack Obama.
Pocas horas después de su investidura Trump rubricó su primera orden ejecutiva instruyendo a las agencias gubernamentales para que "alivien las cargas del Obamacare", como se conoce a la reforma sanitaria impulsada por su predecesor, Barack Obama. Así, el multimillonario pretende que las agencias federales actúen en la medida de lo posible desoyendo las directivas de la reforma sanitaria de Obama, mientras el Congreso halla el camino para derogar y sustituir el actual sistema de salud.
El documento "ordena a los departamentos y agencias aliviar la carga de Obamacare a medida que avanzamos para revocarlo y reemplazarlo", dijo el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, quien sin embargo no aclaró los detalles de la orden.
Ha sido el propio Donald Trump el que ha señalado en su cuenta de Facebook lo que será su primer día como presidente. Para ello, ha necesitado únicamente 56 segundos. De acuerdo a sus propias palabras, comenzará a trabajar inmediatamente firmando órdenes ejecutivas. Este instrumento legal – un equivalente aproximado del decreto español– tiene la ventaja, como señala el propio Trump, de no tener que pasar por el Congreso. De hecho, Obama utilizó las órdenes ejecutivas con profusión durante su segundo mandato, caracterizado por el control que el partido republicano ejercía sobre el congreso. Según el mensaje de Trump en Facebook, esas órdenes ejecutivas del primer día tendrán como finalidad defender la segunda enmienda que, desde el 15 de diciembre de 1794, otorga el derecho a llevar armas a los ciudadanos y, de manera especial, buscarán controlar las fronteras frente a la inmigración ilegal.
Sin embargo, no es ése el único tema que tendrá prioridad en su primer día como presidente. En primer lugar, este sábado por la mañana, Trump celebrará una reunión con la cúpula de la CIA que parece encaminada a restañar las heridas causadas en el intercambio de impresiones con los responsables de la agencia de Inteligencia en relación con el supuesto «hackeo» realizado por agentes del GRU ruso durante las pasadas elecciones. Será, muy posiblemente, sólo un gesto, aunque no exento de relevancia.
Más allá de ese encuentro, auténticamente relevantes serán las diez acciones ejecutivas que, al menos en teoría, serán firmadas en el primer día. De acuerdo a repetidos anuncios de Trump, serán las siguientes:
En primer lugar, presentará una enmienda constitucional que limite el número de legislaturas en el Congreso. Trump ha insistido en que la permanencia ininterrumpida de los políticos en los escaños de la Cámara baja corrompe la vida política. Posiblemente, la enmienda irá en la dirección de situar el máximo de permanencia en dos mandatos. También congelará la contratación de trabajadores públicos. Como parte de una política que pretende equilibrar el presupuesto reduciendo gastos inútiles, el Gobierno federal no creará nuevas plazas de trabajadores públicos con la excepción del Ejército, de la Sanidad y de las fuerzas de seguridad. Y prohibirá que los funcionarios de la Casa Blanca y del Congreso puedan trabajar a favor de un «lobby» en los primeros cinco años posteriores al abandono de su cargo.
Tomará asimismo alguna medida para reorientar la política de tratados internacionales que, a juicio de Trump, perjudican a EE UU. El tratado transpacífico será formalmente abandonado por Estados Unidos y el tratado de libre comercio suscrito con México y Canadá será renegociado.
Respecto al medio ambiente, eliminará las restricciones existentes en la actualidad –y en buena medida derivadas de la anterior Administración– relacionadas con la industria del carbón y con la extracción de petróleo y de gas natural. Derogará asimismo todos los obstáculos levantados por Obama a los proyectos relacionados con la energía como, por ejemplo, los oleoductos de Keystone XL y suprimirá todas las subvenciones del Gobierno relacionadas con el cambio climático para encauzar esos fondos hacia infraestructuras nacionales relacionadas con acuíferos, suministro de agua y medio ambiente.
En cuanto a la inmigración, pretende eliminar todos los fondos federales de ayuda a las denominadas «ciudades santuario», es decir, aquellos lugares donde ni se detiene ni se arresta siquiera a los inmigrantes ilegales. Muy posiblemente, esta medida irá acompañada de la derogación de una orden ejecutiva de Obama que permitía la permanencia en el país de 700.000 inmigrantes menores ilegales. Suspenderá también la inmigración procedente de aquellas partes del mundo donde existe terrorismo. La medida evitaría bloquear la entrada de musulmanes, como Trump pretendió en el pasado, pero filtraría la inmigración de naciones de mayoría islámica en las que el terrorismo es un azote. Por último, nombrará 536 altos cargos de la Administración, después de haber solicitado la permanencia de medio centenar de altos cargos procedentes de la Administración Obama.
No cabe duda de que estas acciones ejecutivas constituyen todo un retrato de lo que Trump desea que sea su presidencia. Su eje no será la política internacional, sino el bienestar y la prosperidad de los ciudadanos en una América que, en sus palabras, volverá a ser grande. Para conseguirlo, a su juicio, habrá que evitar la entrada en Estados Unidos de elementos «no deseados», reducir el gasto público –indispensable para bajar los impuestos–, potenciar el desarrollo energético de la nación, suprimir subvenciones, bloquear la invasión de productos extranjeros, especialmente los procedentes de Asia, imponer la ley y el orden e higienizar una política en la que la colusión entre congresistas que pasan décadas en su escaño y «lobbies» poderosos resulta no pocas veces escandalosa.
Parece mucho para un primer día, pero no para el nuevo presidente. De hecho, tenía intención de firmar una cantidad de órdenes ejecutivas tan numerosas que sus asesores han vetado, para los primeros días, más de 200 relacionadas con estos mismos temas y con otros diferentes como la Sanidad. No cabe duda de que Trump siempre ha sido un trabajador casi compulsivo. Todo parece indicar que su ritmo no va a disminuir lo más mínimo porque ahora viva en la Casa Blanca.
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