Estados Unidos

Donald y Joe ganan, pierde Ron

La imputación del expresidente Trump ha sido una bocanada de aire fresco para un proyecto político que se había ahogado

El presidente Donald Trump y el candidato demócrata, Joe Biden, durante el primer debate
El presidente Donald Trump y el candidato demócrata, Joe Biden, durante el primer debatelarazonKEVIN DIETSCH/POOL / ZUMA PRESS

La imputación del expresidente Trump ha sido una bocanada de aire fresco para un proyecto político que se había ahogado. Ante un escenario electoral poco esperanzador, la campaña de Donald Trump estaba agonizante, particularmente ante el brillo de la nueva estrella del Firmamento Republicano, el actual gobernador de Florida, Ron DeSantis.

Tras la espectacular victoria de éste en las últimas elecciones estatales, su estela no dejó de agrandarse, nutriéndose especialmente por muchos de los más ardientes defensores, partidarios y colaboradores del antiguo presidente, que vieron en el gobernador de Florida una respuesta electoralmente fuerte, ideológicamente coherente, con las credenciales adecuadas y un perfil personal e institucional más adecuado. Ya saben, la política es como la astrofísica, si uno sustituye la fuerza de la gravedad por la del poder. En política no hay amistades, y en los momentos difíciles cuantas veces se oirá aquello de si te he visto no me acuerdo.

Pues bien, ante la emergente figura de Florida, el Partido Republicano parecía estar dividiéndose en dos. Por un lado, los partidarios del retorno de Trump. Por otro, aquellos que veían en DeSantis, una figura supuestamente más moderada, un mejor candidato capaz de vencer a Joe Biden en las siguientes elecciones de 2024.

El entorno del expresidente no vio con buenos ojos la creciente popularidad del que fue, en su momento, el ojito derecho y uno de los mayores apoyos del entonces presidente. Desde hace meses, desde el equipo de Trump se llevan sucediendo un sinfín de ataques personales a la figura del gobernador de Florida, siendo éste identificado como el contrincante a batir en la primarias del partido para que Trump pueda llegar a tener la más mínima oportunidad de recuperar la Casa Blanca. Esta campaña de desprestigio al otro republicano no es más que un signo de debilidad por parte de un expresidente acorralado tanto por problemas judiciales como por escándalos mediáticos.

Pero es que los apoyos al expresidente parecen estar volviendo. Esto es a raíz de la imputación del presidente el pasado jueves. Los republicanos cierran filas, y destacados miembros del partido que no ven con buenos ojos unos movimientos de la justicia que consideran como un ataque, no ya contra el expresidente, sino contra el partido. Un apoyo que, de consolidarse, bien podría traducirse en una victoria de Trump en las primarias republicanas.

El caso es que esta imputación parece haberle venido bien al expresidente. De los muchos problemas jurídicos que le acechan (principalmente su papel en los episodios de la toma del Capitolio), este era, sin duda, el de menor importancia, un caso cogido con pinzas del que la mayoría de analistas jurídicos del país piensan no tendrá mayor recorrido. Un caso que muchos ven como la politización de la justicia.

Sin entrar a valorar la validez sobre las alegaciones de legalidad o ilegalidad en el asunto de los pagos a la actriz porno, lo que merece la pena resaltar es que este desarrollo puede tener consecuencias políticas considerables. Cabe la pena preguntarse a quién beneficia este movimiento, por qué este asunto, y por qué ahora.

Y es que el Partido Republicano quedó huérfano, sin dirección, tras la victoria de Joe Biden en las elecciones de 2020. Pero Joe, a pesar de haber sabido lidiar con importantes crisis tanto a nivel nacional como internacional durante su mandato, parece no ser capaz de enamorar y convencer a un electorado en busca de alternativas. Alegaciones sobre el deterioro de sus capacidades cognitivas, problemas de salud varios vinculados a su elevada edad, o su elección de cocandidata al puesto de vicepresidente parecen haber creado un cisma entre Biden y el votante.

Entra en juego Ron DeSantis, joven gobernador de Florida, un candidato conservador que ha cosechado sendos éxitos en la gestión de su Estado, y que viene de arrasar en las elecciones del año pasado donde consiguió una apabullante victoria ante su contrincante demócrata sacándole una ventaja de casi 19 puntos y medio. Para ponerles en contexto, en las elecciones presidenciales Trump se hizo con Florida por apenas una diferencia de 3 puntos sobre Biden.

Esta victoria convirtió, de la noche a la mañana, a DeSantis en la mayor esperanza del Partido Republicano para ganar la Casa Blanca. Y es que esta victoria dejaba completamente fuera de juego a Trump que veía esfumarse cualquier posibilidad ser elegido no ya Presidente de Estados Unidos, si no candidato del Partido Republicano en unas primarias en las que había de enfrentarse al joven candidato de Florida. Una candidatura que, por otra parte, dificultaría la reelección de Biden.

No les quepa la menor duda que la situación que más favorecería al Partido Demócrata no es otra que la de una repetición de candidatos con Donald y el “viejo Joe” enfrentándose de nuevo. En verdad, esta imputación, más que un perjuicio, es un soplo de aire fresco para un ex que quiere volver a ser y para un titular que teme nueva competencia de un mejor candidato.

No se equivoquen. Aquí gana Trump ya que es una oportunidad de presentarse una vez más como la víctima de un sistema que no le quiere y puede reunir a su antigua guardia de nuevo. Aquí gana Biden que se quitaría de en medio a un contrincante republicano que bien podría plantearle problemas a la hora de la reelección. Aquí pierde DeSantis y pierden los republicanos.

Borja de Arístegui es profesor de Relaciones Internacionales