Los agujeros del caso que acorrala a Trump

Si los seguidores de Donald Trump buscaban motivos para protestar por la imputación del exmandatario, el propio juez del caso, Juan Manuel Merchán, y la misma denunciante se los acaban de dar. Stormy Daniels ha roto su silencio desde que se conocieron los 34 delitos graves relacionados con la falsificación de registros comerciales que pesan sobre el expresidente, y lo ha hecho mostrando clemencia hacia su contrincante.

En una entrevista el jueves por la noche con Piers Morgan de Talk TV que duró 90 minutos, la actriz porno, cuyo nombre legal es Stephanie Clifford, ha asegurado que no cree que los «crímenes» de Trump contra ella «sean dignos de encarcelamiento». Pero sí agregó que, si lo declaran culpable de otros delitos, pagar con prisión está bien para convertirse en un ejemplo.

Por primera vez Daniels ha revelado lo que pensó al ver al exmandatario sentado en el banquillo de los acusados el martes, «el rey ha sido destronado, ya no es intocable». Y aunque la actriz porno no declaró frente al gran jurado que decidió la acusación de Trump en Manhattan hace varios días, está deseando que la llamen a testificar en algún punto del proceso. Ha dejado claro que está «absolutamente» dispuesta a explicar su versión de la historia de nuevo si es necesario porque lo considera fundamental, ya que, si no la llaman al estrado, dice, «casi parece que me están escondiendo».

Trump siempre ha negado la aventura extramatrimonial entre ambos, pero Daniels asegura que es cierto, y de hecho la ha descrito muchas veces en los medios de comunicación y con mucho más detalle en un libro que publicó en 2018. Así que era de esperar que, con esta noticia de su imputación, la ya conocida actriz del cine de adultos respirara tranquila. Pero no ha sido el caso.

En su entrevista televisada, Daniels cuenta que le llegó un mensaje a su teléfono móvil mientras montaba a caballo notificándole la acusación de Trump. «Un poco decepcionante», dijo, «pensé que me sentiría emocionada y reivindicada», pero nada más lejos de la realidad. Y tampoco cree que esa sensación pueda cambiar si Trump finalmente acaba en prisión.

Pero hay algo que sí es diferente, confiesa en la entrevista, las amenazas que siempre ha recibido desde que saltó el escándalo a los medios de comunicación ahora son más intensas. Son «mucho más específicas y gráficas que en el pasado». Seguramente en la misma línea de las que está recibiendo también el juez encargado del proceso contra Trump, Juan Manuel Merchán. Según han denunciado fuentes próximas al magistrado a la cadena estadounidense ABC, a Merchán le han llegado «decenas de amenazas de muerte y llamadas de acoso» por teléfono y email desde que leyó los cargos al exmandatario.

El juez no quiso imponer la ley mordaza al exmandatario, una práctica muy usada en los procesos penales para garantizar un juicio justo prohibiendo hablar a las partes implicadas y que así no contaminen a un posible y futuro jurado. Y aunque le pidió a Trump que no lanzara declaraciones que incitaran a la violencia, las publicaciones del expresidente sobre que este proceso es una «caza de brujas» o despertar sospechas sobre la escasa «imparcialidad» del juez, han sido suficiente mecha para prender fuego a la ira de los trumpistas más fanáticos que ya han comenzado una campaña de desprestigio en redes contra el juez Merchán.

Por si fuera poco, según los registros electorales federales, el juez Merchán donó 35 dólares en contribuciones políticas a los demócratas en 2020, y 15 más a la campaña presidencial del entonces candidato y ahora presidente de EEUU, Joe Biden. Las cifras son insignificantes, pero suficientes para sembrar dudas acerca de la objetividad del juez que imputó los 34 delitos graves al expresidente. Además, Merchán también hizo dos contribuciones más de 10 dólares, una de ellas fue destinada a una organización llamada Stop Republicans.

El experto y profesor de ética legal en la Universidad de Nueva York, Stephen Gillers, explicó a CNN que estas donaciones «estarían prohibidas a menos que haya alguna explicación que lo permita», porque según la ley electoral de la ciudad, se prohíbe a los jueces «solicitar fondos, pagar una evaluación para, o hacer una contribución a una organización política o candidato». De momento el juez Merchán no se ha manifestado al respecto. Si algo le caracteriza es su discreción e inclinación porque las cosas no se salgan de lugar. Algo que parece que no va a ser fácil en esta ocasión.

No habían pasado ni 4 horas de la imputación de Donald Trump, y varios medios de comunicación ya publicaban datos que podrían poner en entredicho la imparcialidad del juez, como, por ejemplo, que su hija, Loren Merchán, trabajaba en una consultaría política que ofreció servicios a la campaña electoral de la actual vicepresidenta Kamala Harris. Así que, todo apunta a que este proceso va a ser largo, tedioso y complejo judicial y mediáticamente.