Elecciones en India

Economía, polarización religiosa y deriva autoritaria: radiografía de la victoria ajustada de Modi

El líder nacionalista hindú iguala a Nehru y presume de su tercer triunfo electoral consecutivo, pero la sociedad india le niega contra todo pronóstico la mayoría absoluta

Narendra Modi y los suyos daban por descontada su tercera victoria electoral consecutiva. Un triunfo histórico en las urnas que convirtiera al líder nacionalista hindú en el primer dirigente indio capaz de igualar los tres mandatos consecutivos del padre de la patria, Jawaharlal Nehru. Cantó victoria el primer ministro tres días antes de que comenzara el recuento. «Puedo decir con confianza que el pueblo de la India ha votado en un número récord para reelegir al Gobierno de la Alianza Democrática Nacional», vaticinó el sábado, envalentonado por los seis sondeos a pie de urna que proyectaban la victoria de su coalición. Quería Modi en esta cita electoral sepultar definitivamente a la oposición, liderada por el histórico Partido del Congreso de los Gandhi en una plataforma bautizada como Alianza Nacional Inclusiva para el Desarrollo de la India o INDIA, por sus siglas. Pero las encuestas a pie de urna no concedían a los nacionalistas hindúes del Bharatiya Janata Party (BJP) la mayoría aplastante que habían marcado como objetivo.

Las proyecciones no iban del todo desencaminadas, pero dejaron la puerta abierta a las sorpresas. La coalición liderada por el primer ministro se ha quedado a siete escaños en la Cámara baja del Parlamento, o Lok Sabha, de perder la mayoría absoluta de la que ha gozado desde su ascenso al poder en 2014. Los suyos se hicieron con 279 asientos de un total de 543, cuando esperaban alcanzar los 400 escaños. Por ponerlo en perspectiva, en los comicios de 2019, el BJP obtuvo en solitario 303 diputados; hoy, esa cifra se ha reducido hasta los 240.

«El partido de Modi no ha obtenido la mayoría en estas elecciones y, aunque pueda convertirse en primer ministro, dependerá de sus socios de coalición para obtener la mayoría en el Parlamento», explica por correo electrónico Sushant Singh, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Yale. Este nuevo escenario le convertirá «en un líder más débil que no podrá tomar decisiones audaces y firmes», anticipa Singh, ex subdirector del diario The Indian Express. «El resultado también ha reducido su legitimidad como líder político y hará aflorar algunas tensiones en el partido. Como no se le ve como un líder dispuesto a hacer concesiones y no posee la madurez necesaria para ser líder de una coalición, le va a resultar extremadamente difícil la próxima legislatura como primer ministro».

Pero no asume el revés Modi. O no quiere hacerlo. Habla el primer ministro de «hazaña histórica» y promete «seguir con el buen trabajo de la última década para cubrir las aspiraciones de los ciudadanos». «Es la primera vez desde 1962 que un Gobierno es elegido tres veces seguidas», presume, en alusión a Nehru. La oposición no lo tiene tan claro. Para el líder del Partido del Congreso, Mallikarjun Jarge, los resultados suponen «una derrota moral y política» del primer ministro. Y para Rahul Gandhi, nieto de la primera ministra Indira Gandhi, bisnieto de Nehru y antiguo líder de la formación, el recuento tiene todavía más valor porque los suyos no solo han medido fuerzas con el BJP, sino que también se han enfrentado «a las instituciones y la estructura de Gobierno, los servicios de Inteligencia y el aparato judicial».

Modi basó su reelección en el desarrollo de la economía, pero recurrió como nunca antes lo había hecho a sus ataques contra la minoría musulmana, que representa el 14 por ciento de los más de 1.400 millones de habitantes de la India. Les llamó «infiltrados», les acusó tener «muchos hijos» y afirmó que, en caso de que el Partido del Congreso recuperara el poder, se quedarían «con el dinero duramente ganado de la gente». Una retórica incendiaria.

¿Qué ha fallado en la estrategia del primer ministro? «Por el momento no está claro si las acusaciones de corrupción y capitalismo de amiguetes vertidas contra Modi y su partido han calado en el electorado», responde Sumit Ganguly, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Indiana, en conversación con LA RAZÓN. «Dicho esto, es evidente que la inflación y el desempleo han desempeñado un papel importante. La marginación de la comunidad musulmana, sin duda, ayudó tanto al Congreso Nacional Indio como a varios partidos regionales».

Singh, por su parte, considera que el mensaje que los electores han querido mandar a Modi es que las políticas económicas del Gobierno han perjudicado a un amplio sector de la población. «El desempleo es muy alto, la subida de precios se dispara y la desigualdad de riqueza ha aumentado con Modi. Además, se considera que su Gobierno aplica políticas nacionalistas hindúes dirigidas contra las clases socioeconómicamente atrasadas de la India. Ambos factores se combinaron para perjudicar a Modi. Se trata, pues, tanto de una respuesta a las políticas del Gobierno como de un intento de impedir el poder de un solo partido y una sola persona en India», resume.

¿Qué ha influido? «La economía y la corrupción, sin duda. Y el temor a que el partido de Modi cambie o elimine la Constitución que la India adoptó en 1950», desliza Singh. Ganguly coincide: «Los actuales resultados electorales han dado esperanzas a quienes temíamos la consolidación de un régimen unipartidista y cuasi autoritario en la India. Creo que importantes segmentos del electorado indio han recordado a Modi y a su partido que no les interesa la política de división religiosa, que la creciente desigualdad, la inflación y el desempleo han sacudido su vida cotidiana». Una de las derrotas más significativas del partido de Modi se ha producido en Faizabad. En esta circunscripción se encuentra la ciudad de Ayodhya, en la que Modi inauguró el pasado mes de enero un nuevo templo hindú en honor a la deidad Rama. Un majestuoso mandir construido sobre los restos de una antigua mezquita demolida en 1992 a manos de una turba nacionalista hindú.

Todo dependerá del recuento final, advierte Ganguly. «Si [Modi] tiene que apoyarse en los partidos regionales para formar Gobierno, su margen de maniobra será limitado. Los partidos regionales tienen sus propios intereses particulares y puede que no compartan su agenda radical y chovinista hindú», explica.