Estados Unidos
Estados Unidos, en guerra contra sí mismo
Las desigualdades entre blancos y negros se avivan a la luz de los continuos casos de abuso policial contra los afroamericanos.
Las desigualdades entre blancos y negros se avivan a la luz de los continuos casos de abuso policial contra los afroamericanos.
Barack Obama dijo ayer que Estados Unidos no es un país dividido. «No es verdad», clamó el primer presidente afroamericano de Estados Unidos tras conocerse la enésima matanza en el país de las armas de fuego. Sin embargo, el asesinato por parte de Micah Xavier Johnson de cinco policías blancos el viernes da un giro al debate sobre el abuso policial y racial.
Pese a las declaraciones de Obama, Estados Unidos parece un país más dividido racialmente ahora que en las ultimas décadas. Así lo ponen de manifiesto informes sociológicos, estadísticas policiales y una sucesión de víctimas relacionadas con disparos entre polícias blancos y ciudadanos negros a lo largo y ancho del país. «Incluso en los años 60 y 70, cuando hubo una gran tensión entre la vigilancia policial, los derechos civiles y el movimiento contra la guerra, nunca vimos nada parecido a lo que ha sucedido en Dallas», asegura al diario «The Washington Post» Darrel W. Stephens, presidente de la Major Cities Chiefs Association.
Ocho de cada diez negros creen que la cuestión racial es un problema no resuelto. Sin embargo, hay expertos que consideran que la difusión de vídeos grabados con móviles en los que aparecen negros muertos a manos de policías blancos ha reforzado la convicción de los afroamericanos de que la situación ha cambiado muy poco en los últimos sesenta años.
Las movilizaciones de afroamericanos para protestar por el abuso de agentes blancos contra los negros y la impunidad judicial que, a su juicio, existe sobre estos actos de violencia ha crecido en los últimos años. El movimiento Black Lives Matter es uno de los más activos. Este grupo, que convocó la marcha en la que murieron los cinco polícias en Dallas, nació en 2012, cuando murió en Ferguson el menor negro Trayvon Martin, que caminaba desarmado, a disparos de un vigilante vecinal blanco.
En un reciente informe, el Centro de Estudio Pew refleja que el mundo de los blancos y los negros en Estados Unidos está totalmente dividido. Según este documento, en 2014 la media de ingresos en los hogares negros era de 43.000 dólares al año, mientras que en el caso de los blancos ascendía a 71.300. Ese mismo análisis indica que el 71% de los afroamericanos reconoce haber sufrido alguna discriminación en su vida, mientras que un 11% indica que las padece a diario.
Los encuestados se quejan menos del racismo institucionalizado, que también existe. De los 1.963 senadores que ha habido en la historia de EE UU sólo nueve han sido afroamericanos. El que más alto ha llegado ha sido el senador de Illinois Barack Obama. En la actualidad, hay dos de 50 en la Cámara Alta, mientras que en la Cámara de Representantes se cuentan 46 legisladores negros del total de 435 miembros. Este techo de cristal para negros y latinos, las dos grandes minorías de Estados Unidos, es aún más visible en las cárceles, donde si se atiende a los porcentajes de población en el país se descubre que los afroamericanos y latinos superan a los blancos.
La desigualdad racial es tan visible que hasta un político profundamente conservador como el republicano Newt Gingrich ha reconocido que le llevó «mucho tiempo» darse cuenta de la discriminación existente: «Un blanco americano normal no entiende lo que significa ser negro en Estados Unidos. Su-bestimamos el riesgo y la discriminación que hay».
¿Y cómo actúa el presidente del país ante el conflicto racial? Obama sabe que tiene que hilar muy fino en este tema tan espinoso. Aunque es el primer mandatario afroamericano de la historia de EE UU, desde el primer momento quedó claro que no hablaba como los demás políticos negros, quienes históricamente han hecho del discurso racial el tema central de sus campañas. Obama ha tenido que mantenerse al margen de todas las controversias raciales. Sobre todo, después de que se pusiera de parte de un profesor negro de Harvard que había sido detenido en el jardín de su casa por un policía blanco en 2009. Entonces, los comentarios del presidente incendiaron el debate y tuvo que rebajar el tono por miedo a que pudiese afectar a su partido. Pase lo que pase en estos meses, Obama dejará la presidencia sin haber logrado cerrar la ya larga brecha racial de Estados Unidos.
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