Elecciones en Francia

El ascenso del FN tropieza con el efecto 13-N

Marion Marechal-Le Pen, sobrina de Marine, en un acto en Toulon
Marion Marechal-Le Pen, sobrina de Marine, en un acto en Toulonlarazon

Dentro de tres días, los franceses regresan a las urnas para elegir en una primera vuelta los consejos regionales. La gran incógnita de éste y el próximo domingo es cuál será el efecto que tendrán en estos escrutinios los atentados yihadistas del 13 de noviembre en París y Saint Denis, aunque nada parece detener al Frente Nacional.

Antes de los ataques, los sondeos sugerían que la extrema derecha tenía la capacidad de ganar entre dos y tres de las 13 regiones en que está ahora dividida Francia después de la última reforma territorial; que Los Republicanos se harían con el resto de las regiones; y que los socialistas comenzarían una travesía por el desierto a nivel regional, tras haber gobernado todas las regiones del país excepto Alsacia, feudo tradicional de la derecha francesa.

Sin embargo, desde el 13 de noviembre, los franceses ven con ojos distintos a François Hollande. Durante los últimpos tres años, varios escándalos políticos y personales –como la dimisión del que fuera ministro de Economía, Jérome Cahuzac, tras ser acusado de fraude fiscal, o su aventura con la actriz Julie Gayet, que le costó su matrimonio– la aprobación social del presidente francés llegó a reducirse hasta el 18%. Sin embargo, el presidente más impopular de la Quinta República ha subido de golpe 20 puntos en la estima de los ciudadanos, que consideran justa la gestión que ha hecho de esta crisis. Además, la respuesta que ha dado tras los atentados, multiplicando las medidas de seguridad con la declaración del estado de emergencia, pescando las propuestas que le hacía la oposición, ha dejado sin argumentos a la derecha, mientras que el Frente Nacional se limita a poner en el mismo saco a republicanos y socialistas, y se presenta como la única alternativa a ambas opciones.

Según las normas electorales, los nuevos dirigentes regionales serán elegidos en dos turnos. Para pasar a la segunda vuelta, una lista debe obtener al menos un 10% de los sufragios. El Frente Nacional no tendrá ningún problema en este sentido. En la segunda vuelta, la lista que termina en cabeza recibe un refuerzo de un cuarto de escaños para poder gobernar con mayoría absoluta. En principio, los tres partidos principales, Socialista, Republicanos y Frente Nacional, tienen la posibilidad de calificarse para la segunda vuelta. Si todos se mantienen, el Frente Nacional tendría la posibilidad de alzarse con las presidencias de Nord-Pas-de-Calais-Picardie, con Marine Le Pen, en Provence-Alpe-Côte-d’Azur, con Marion Maréchal-Le Pen, y en Alsace-Lorraine-Champagne-Ardenne, con el número dos del FN, Florian Philippot.

Existe la opción de que conservadores y socialistas se apunten al «frente republicano», que consiste en que la lista menos votada se retire en la segunda vuelta en caso de triangular con el Frente Nacional para ofrecer al contrincante la posibilidad de vencer a la extrema derecha. Los franceses están divididos sobre este tema. Los políticos también. Manuel Valls relanzó hace unas semanas la idea de que podrían fusionar listas «para impedir al Frente Nacional ganar en una región. Veremos en qué condiciones, en función de los resultados (...) Los que descartan esta hipótesis hoy mienten a los franceses». No todos los socialistas están de acuerdo con él, especialmente los que se juegan su escaño en los comicios.

Y, además, Los Republicanos no están dispuestos. Ayer lo dejó claro Nicolas Sarkozy en una entrevista en Europe1: «Nosotros mantendremos nuestras listas en todos aquellos lugares en los que podamos», dijo el antiguo presidente de la República, excluyendo también la posibilidad de fusionar listas de izquierda y derecha contra el Frente Nacional. Para Sarkozy, el «frente republicano» es la mejor manera de favorecer el ascenso de Marine Le Pen, que desde siempre coloca a socialistas y republicanos en el mismo cesto. «Yo intento explicar a los electores que hay una alternativa», comentó Sarkozy, «que no están obligados a practicar la política de lo peor, que Marine Le Pen tiene una política económica contraria a lo que necesita Francia».