Internacional
El centro, clave para formar nuevo Gobierno en Islandia
Los conservadores son los más votados en las elecciones anticipadas, pero una coalición de izquierdas podría arrebatarles el poder.
Los conservadores son los más votados en las elecciones anticipadas, pero una coalición de izquierdas podría arrebatarles el poder.
El conservador Partido de la Independencia del primer ministro islandés, Bjarni Benediktsson, venció en las elecciones anticipadas celebradas el sábado, pero tendrá difícil formar Gobierno. El fragmentado Parlamento (Althingi) salido de las urnas, con la presencia de ocho formaciones (dos más que ahora), no vislumbra mayorías claras. En términos globales, la coalición de centro derecha pierde doce escaños y la oposición de centro izquierda sólo gana uno. Los otros once van a parar a nuevos partidos.
Pese a los escándalos que han salpicado la campaña e hicieron caer al Gobierno en septiembre, Benediktsson se impuso con el 25% de los votos tras caer cuatro puntos y cinco escaños con respecto a las elecciones de hace un año. «Queridos amigos, estoy muy contento de estar aquí con vosotros. El principal objetivo de unos comicios es siempre el mismo: obtener el mayor número de votos y nosotros lo hemos conseguido», aseguró ante sus simpatizantes tras conocerse los resultados.
La otra ganadora de la noche fue Katrin Jakobsdottir, líder del Partido de la Izquierda Verde, si bien el 17% logrado queda lejos de las previsiones de los sondeos, que al comienzo de la campaña la ponían en cabeza con el 30%. La popular ex ministra de Educación y Cultura aspira a reeditar la coalición rojiverde que gobernó Islandia entre 2009 y 2013, tras el estallido de la crisis financiera. Para ello, sin embargo, no le será suficiente el apoyo de socialdemócratas (12,1% y siete escaños) y piratas (9,2 y seis asientos)
De ahí que el ex primer ministro David Gunnlaugsson y su Partido Centrista, fundado hace apenas un mes, se convertirán ahora en la clave de las futuras negociaciones con su 10,9% y siete escaños. Gunnlaugsson, que se vio obligado a dimitir en abril de 2016 al aparecer en los «papeles de Panamá» por ocultar cuatro millones de dólares en bonos islandeses en una sociedad de la islas Vírgenes, parece haber aglutinado el voto de protesta. Un mes después de haber abandonado su formación, el Partido del Progreso, para iniciar su propia aventura política, no parece probable que esté dispuesto a formar una coalición con conservadores y progresistas que sumaría sólo 31 diputados, a uno de la mayoría absoluta.
Las conversaciones postelectorales se antojan, por lo tanto, aún más complicadas que las de hace un año, cuando se necesitaron diez semanas para formar un Ejecutivo que resultó ser el más breve de Islandia. Los otros dos componentes de la extinta coalición tampoco salieron bien parados de las urnas. El Partido Reformista cayó casi cuatro puntos y se quedó en cuatro diputados, mientras que Futuro Brillante, responsable de este adelanto electoral tras retirar su apoyo a Benediktsson, perdió sus cuatro escaños y quedó fuera del Parlamento.
Irrupción de la ultraderecha
La otra gran sorpresa fue la irrupción por primera vez en el Althingi del Partido del Pueblo, una fuerza nacionalista que ha coqueteado con la xenofobia, que cosecha algo menos del 7% y cuatro diputados. Islandia deja de ser así la excepción entre los países nórdicos, en los que la extrema derecha forma parte del panorama político desde hace tiempo. De hecho, participa en sendas coaliciones en Finlandia y Noruega y sostiene parlamentariamente al Ejecutivo danés en minoría de Lars Lokke Rasmussen.
Ahora le correponde al presidente islandés, Gudni Johanneson, encargar la formación del nuevo Gobierno y aquí empieza la complicación porque podría llamar a la líder de la oposición si cree que puede reunir más apoyos que el triunfador Benediktsson.
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