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El gigante asiático se contrae

Miembros del Gobierno de Xi Jinping, ayer en el Congreso Nacional Popular de China
Miembros del Gobierno de Xi Jinping, ayer en el Congreso Nacional Popular de Chinalarazon

El giro hacia una economía de mercado se resiste en China. En la inauguración de la sesión anual del Legislativo –en la que se reúnen los cerca de 3.000 diputados de la Asamblea Nacional Popular–, el primer ministro, Li Keqiang, admitió que China se adentra en una era de menor crecimiento en la que necesitará nuevas fuentes de creación de empleo. La previsión de crecimiento «aproximada» de un 7% para 2015 supone un 0,4% menos que en el año anterior y es la cifra más baja que se ha fijado el Gobierno chino en el último cuarto de siglo. «El Gobierno debe imponer reformas audaces y dejar un amplio espacio para el mercado», aseguró el primer ministro en un discurso televisado. Pero a la par de esta retórica liberal, el Gobierno chino también mostró su preferencia por el control estatal de la economía. Del presupuesto anual de 8,1 billones de yuanes (1,1 billones de euros), Li anunció que se aumentará un 10% el gasto en defensa y se financiarán proyectos de infraestructuras y otras inversiones estatales.

«Si China se acerca a un crecimiento del 8% en 2015, estará dilatando una reforma económica tan necesaria como ineludible para el país», comentaba recientemente Wang Tao, economista jefe de UBS-Hong Kong a LA RAZÓN. «Reforma» fue una de las palabras más repetidas del discurso de Li, pero los economistas observan que China está sufriendo a la hora de abandonar su modelo de crecimiento basado en las masivas inversiones públicas en infraestructuras e industria y fomentar el consumo interno. China crecerá tres puntos porcentuales menos que hace cinco años, pero pese a esta contracción, el primer ministro prometió crear diez millones de empleos a lo largo de 2015. Construir carreteras, aeropuertos y viviendas residenciales aportará puntos al PIB, más que abrir nuevas tiendas o restaurantes, pero ambos sectores pueden generar los mismos puestos de trabajo. La industria de servicios será rentable durante años, mientras que el ladrillo y otras infraestructuras innecesarias, no. Este menor crecimiento, por tanto, debe servir para diversificar desde los omnipresentes sectores estatal e inmobiliario hacia otros más relacionados con la iniciativa privada. A este respecto, Li Keqiang promete también un mayor desarrollo de los mercados financieros, precisamente para que las pymes pueda financiarse. El caduco modelo de inversión estatal vía financiación bancaria ha quedado sentenciado como único motor del crecimiento en China. El «premier» identificó ayer varios riesgos, aunque ninguno relacionado con la presunta burbuja inmobiliaria o las deudas del Gobierno. «El déficit público subirá tan sólo dos décimas, hasta el 2,3% del PIB», zanjó Li. Se anunció también una garantía de los depósitos bancarios, lo cual indica que se sigue trabajando para liberalizar el yuan. Y al hablar de «eficiencia al asignar los recursos productivos», Li volvió a hacer temblar algunos monopolios. «Ahora China quiere que los extranjeros inviertan aquí», señala a LA RAZÓN el diputado Zhu Jianmin. «La economía está abriéndose rápidamente y hay oportunidades para todos». En materia turística, por ejemplo, China emitió cien millones de turistas el pasado año. Sin embargo, hasta España tan sólo llegó un 0,3% del total, a pesar de que nuestro país es una potencia mundial en este sector.

La estabilidad política y social se impuso un año más a los derechos humanos. Sigue habiendo censura en internet, un partido único y la libertad de expresión no está garantizada. Sobre las demandas de elecciones en Hong Kong, ayer tampoco se escuchó una sola palabra. En los círculos internos del partido el debate sobre una apertura política gradual está abierta, pero aún no aparece entre las principales prioridades.

Incluso la economía tiene su derivada en las relaciones que mantiene China con el resto del mundo. La «diplomacia económica», como se conoce oficialmente, tiene entre sus objetivos promover un nuevo orden multipolar, siendo China uno de los polos más visibles en Asia-Pacífico. El banco creado recientemente por los BRICS, además del Asia Development Bank para financiar infraestructuras, fueron destacados ayer entre los principales. China era un país destruido tras la II guerra mundial y tan pobre como el África Subsahariana en 1979. Hoy es la segunda economía del mundo, pero aún le queda por superar enormes contradicciones.