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El Gobierno islamista de Turquía pone cada vez más coto al alcohol

"El alcohol no es tu amigo". Con esta frase, enmarcada en rojo, se presentan desde junio en Turquía las botellas de vino, latas de cerveza y todo envase que contenga una bebida espirituosa, con lo que el Gobierno islamista turco desea limitar el consumo de esas bebidas, vetadas por el Islam. Junto a la advertencia, tres triángulos rojos informan, mediante iconos evidentes, que no se debe beber mientras se conduce y que ni los menores de 18 años ni las mujeres embarazadas pueden consumir en Turquía, considerado hasta ahora con diferencia como el país más liberal de los estados musulmanes en cuanto al alcohol.

Esto, en todo caso, dice la ley, recién entrada en vigor, aunque aún es muy habitual encontrar botellas sin esta advertencia: la norma, aprobada en agosto de 2013, daba diez meses de margen para adaptar los envases, pero sólo las cervezas y las marcas de vino más populares han incorporado ya la advertencia.

Numerosos vinos turcos y la mayor parte de las bebidas importadas aún no lucen la nueva imagen, pese a que la ley prohíbe expresamente la venta de espirituosos sin esta franja roja en la etiqueta.

El dueño de una tienda de bebidas situada en el centro de Estambul no se preocupa: "Nosotros no tenemos nada que ver; vendemos lo que nos llega. Lo tienen que etiquetar en origen", cuenta en declaraciones a Efe.

De hecho, la ley solo especifica multas - de un mínimo de 100.000 liras turcas (unos 30.000 euros)- para productores e importadores, no para la venta al menor.

¿Qué ocurrirá con las bebidas importadas? "Les pondrán una pegatina cuando pasan por la aduana", cree el comerciante.

Lo confirma una portavoz de Buona Sera, una importante empresa distribuidora de bebidas alcohólicas: "Las botellas llegan a Turquía como siempre, y se les pone la pegatina aquí".

De hecho, ya se encuentran en algunos supermercados marcas de licores extranjeros con esta pegatina roja.

Pero técnicamente también es ilegal: La advertencia debe constar en la etiqueta y "no podrá añadirse en forma de pegatina, sello o similar", especifica la norma.

La advertencia obligatoria es solo uno de los nuevos obstáculos que la ley coloca a la comercialización de bebidas alcohólicas en Turquía, gobernado desde hace más de una década por el partido islamista de Justicia y Desarrollo AKP.

Otros son la limitación del horario de venta, de 06.00 a 22.00 horas, la eliminación de toda publicidad de marca de toldos o letreros, la prohibición de ofrecer muestras gratuitas y el veto total sobre anuncios de bebidas alcohólicas en cualquier medio.

Aunque la ley no es tan específica, alguna distribuidora incluso ya incorpora un filtro a su web, en forma de la pregunta: "¿Planea usted adquirir una bebida alcohólica?"

Si el cliente responde que sí, no le será franqueada la entrada, porque la propia web, interpreta la empresa, podría entenderse como publicidad, y sería ilegal.

Las normas se suman a una situación que ya es exigente con los consumidores: el impuesto sobre las bebidas se incrementa año tras año, hasta el punto de que incluso la tradicional copa de raki, un aguardiente de anís local, se ha convertido en un placer caro.

El litro de raki cuesta ya 30 euros en las tiendas, el triple de su precio en 2004, y las bebidas de importación como ginebra o vodka, son incluso más caras, mientras que cualquier vino de mediana calidad no baja de los 8 euros por botella.

Pese a la enorme subida de precios, el consumo de bebidas alcohólicas sigue creciendo un 10 por ciento al año en Turquía.

La bebida más importada es el whisky, por valor de 55 millones de dólares en 2011, aunque la más consumida es la cerveza, producida localmente, con casi mil millones de litros vendidos en 2012, en parte gracias a su asequible precio de unos 3 euros por litro.

Pero las nuevas leyes no sólo arrojan sombras a la importación sino también sobre la producción y exportación del vino turco, un sector que estaba hasta ahora en expansión.

Debido a las más recientes restricciones impuestas por el gobierno islamista, este año se ha anulado el tradicional encuentro de sumilleres "Masters of Wine Weekend"en Estambul.

Los expertos del sector temen en Turquía que otros productores de la región, como Georgia, Moldavia e Israel, le tomen el relevo.