FMI
El regreso del pánico griego
El auge de la izquierda radical de Syriza ante un posible adelanto electoral alerta a Europa y a los mercados, que ven peligrar los tímidos signos de recuperación
Para los griegos no ha sido una sorpresa. El órdago final que ha lanzado el Gobierno con la votación presidencial llevaba gestándose meses. En una Atenas oscura y lluviosa que bien podría ser reflejo del ánimo de sus habitantes, la frustrada población acoge con escepticismo los buenos indicadores económicos anunciados recientemente. No en vano ha sido el menguante apoyo del que goza el Ejecutivo encabezado por Andonis Samarás el que ha forzado la votación anticipada del presidente.
¿Pero por qué un mero trámite reviste en esta ocasión un carácter tan decisivo? Para elegir a su candidato a la presidencia de la República, el Gobierno necesita 180 síes en la tercera ronda –nadie cuenta con que pueda obtener los dos tercios necesarios en las dos primeras votaciones–. Si no los logra, la Constitución estipula la convocatoria inmediata de elecciones anticipadas. La Prensa griega lleva días entregada a las quinielas. De momento, los cinco partidos de la oposición votarán «no» a la candidatura de Stavros Dimas –un político de Nueva Democracia, ex comisario europeo–, pero varios diputados podrían romper la disciplina de voto y apoyarle, como lo harán también un número indeterminado de los 24 parlamentarios independientes. Si Dimas resulta elegido, Samarás podrá negociar la ansiada salida del rescate.
En caso contrario, los comicios supondrían una victoria casi segura de la coalición de izquierdas Syriza, que encabeza todas las encuestas con una ventaja de 5 puntos respecto al conservador Nueva Democracia. Este escenario ha vuelto a desatar el pánico entre los inversores, que ven amenazada la recuperación económica por el avance ineluctable de la formación anti-austeridad hacia el gobierno. Tras un «martes negro» en el que la Bolsa de Atenas se desplomó 13 puntos, continuando con pérdidas en los días consecutivos, los inversores trataban de deshacerse de los bonos de deuda pública griega provocando una subida de los intereses. En apenas unos días, se ha creado una alarma similar a la que dominó el bienio 2010-2012. El viernes, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, advertía a los griegos del riesgo de votar a «fuerzas extremas». La amenaza de la ingobernabilidad podría estar afectando de forma más negativa que una hipotética victoria de Syriza, que durante los últimos meses ha intentado congraciarse con diversos líderes europeos, suavizando su mensaje de forma significativa. «Los mercados están acusando el que la incertidumbre política vaya a ralentizar la recuperación económica», explica Natasha Rumantzi, analista de Piraeus Securities.
Los tímidos signos de recuperación económica –como la bajada del paro en septiembre al 25,7%– no han tenido apenas eco en las calles. La vida cotidiana de la población continúa transcurriendo entre historias sobre familias que viven sin electricidad o hacinadas en un coche, con amargas referencias a la oscura estadística de los suicidios. Semana tras semana, las ONG denuncian la precariedad de la Sanidad pública o el aumento de las desigualdades sociales, con lo que el Gobierno tiene pocas posibilidades de recuperar la maltrecha confianza ciudadana. En estos momentos, Syriza se coloca como primera fuerza en las encuestas con el 31% de los votos. A una escasa distancia, según muchos analistas, de la mayoría absoluta (que depende, por otra parte, del número de partidos que no logren entrar al Parlamento), incluso con el bono de 50 escaños que recibe la formación más votada. Una ventaja que se ha consolidado desde que se impusiera en las elecciones europeas con 4 puntos de distancia respecto a ND.
Tasos, de 52 años, es un parado de larga duración y militante de izquierdas que está convencido de que el próximo gobierno de Grecia será de Syriza. «La izquierda hoy es la única garantía de estabilidad política y de reconstrucción y recuperación del país, en valores como la libertad, la democracia, la igualdad, la justicia social y la independencia nacional», defiende apasionado. El programa del partido, presentado por Alexis Tsipras en la Feria Internacional de Salónica, se basa en cuatro puntos: la lucha contra la «crisis humanitaria» (con la inversión de 2.000 millones de euros), el relanzamiento de la economía (a través de la creación de impuestos progresivos y aumento del salario mínimo), creación de empleo y democratización de las instituciones y del sistema político. La financiación para todo ello se obtendría luchando contra la evasión fiscal y, sobre todo, renegociando la deuda en base a argumentos pro-crecimiento y por inversión.
Mientras que algunos expertos apoyan la viabilidad del programa, lo consideran el principal punto débil del partido, junto con su compleja relación con Europa. «Syriza propone una quita de la deuda o la revisión de los acuerdos de la Troika pero la debilidad de esta estrategia es que estos puntos requieren una concesión por parte de la Eurozona», escribe el analista Nick Malkoutzis. Haris, de 23 años, acaba de terminar sus estudios y ahora se enfrenta a un paro juvenil que ronda el 60%. No es reacio a darle una oportunidad a Syriza. «Las cosas podrían ir a peor, porque nos arriesgaremos a tener problemas con la UE. Pero políticamente, los viejos partidos quedarán aplastados por primera vez en la historia. Esta dinámica podría suponer quizá una primera chispa, que luego posibilite la reforma o perezca», señala el joven. Sin embargo, no rehuye las críticas a la formación.
«Sería mejor quedarnos un año más como estamos, o se perderá todo. Empezamos a ver una luz a final del túnel, y dicen que salimos del rescate», afirma por el contrario Marina, jubilada. Con los últimos acontecimientos dice estar «muy asustada». Confiesa que no ve mejoría en su vida codiana, y que su pensión ha sido recortada en 150 euros. Pero «si el Gobierno se queda hasta 2016 empezaremos a ver mejorías», suspira. Grecia, de nuevo, sobre el alambre. Neupic
✕
Accede a tu cuenta para comentar