Francia

El trampolín al poder de Le Pen

El ascenso del Frente Nacional puede cristalizar con su victoria en las cantonales parciales de hoy

Marine Le Pen, en un acto del Frente Nacional, esta semana
Marine Le Pen, en un acto del Frente Nacional, esta semanalarazon

PARÍS- A sólo unos meses de las elecciones municipales francesas, el principal quebradero de cabeza del presidente François Hollande se llama Marine Le Pen. La popularidad de la ultraderechista no deja de ganar enteros y su partido, el Frente Nacional (FN), como ella misma viene prediciendo, se ha convertido «en el centro de gravedad» de la actividad política gala.

Tanto es así que la opción de la extrema derecha podría ser una tentadora alternativa en los próximos comicios para los millones de electores desencantados con el actual Gobierno socialista o decepcionados con los resultados –o la ausencia de ellos– en materia de seguridad, inmigración, economía o poder adquisitivo.

No extraña por lo tanto que la recurrente polémica acerca de los gitanos rumanos, sus problemas de integración y el aumento de la delincuencia vinculada a esta población se haya convertido en uno de los principales argumentos de esta todavía incipiente precampaña. Un terreno tradicionalmente abonado y próspero para la ultraderecha. Pero el Ejecutivo francés quiere acabar con este coto privado.

Para tratar de frenar el ascenso aparentemente imparable del FN, tampoco sorprende que el presidente Hollande haya recurrido a su mejor baza: el ministro Manuel Valls. El responsable de Interior, pero también el más «sarkozista» de sus ministros y el único capaz, manejando sin complejos un discurso firme, de contrarrestar a una extrema derecha cada vez más antiliberal, antieuropea y proteccionista. Y que más allá de aspirar a trastocar el actual mapa político entrando a gobernar en un buen puñado de ayuntamientos, tiene sus miras puestas en las elecciones europeas, que en 2014 seguirán a las municipales.

Para neutralizar al FN, el endurecimiento del discurso parece ser la única solución. Las recientes declaraciones de Valls sobre los gitanos del este y «su vocación» a ser devueltos a sus países de origen así lo atestiguan. Tampoco parece casual la gira «anti-FN» que el ministro del Interior inició esta semana para abordar un asunto tan electoral como el de la seguridad en Forbach (región de Lorena), ciudad a cuya alcaldía aspira el número dos del Frente Nacional, Florian Philippot, y en donde Marine Le Pen obtuvo un 26% de sufragios en las pasadas presidenciales. Además, espera reeditar el buen resultado que los frentistas obtuvieron el pasado domingo en las cantonales parciales de Brignolles, donde quedaron en cabeza (40%) de la primera vuelta, y así ganar definitivamente la segunda vuelta que tendrá lugar hoy. Lo que supondrá una clara muestra del auge del «lepenismo» en Francia.

Y si alguien tenía dudas de los deseos de Marine Le Pen, la propia líder del FN admitió el viernes, en un coloquio organizado por el diario «Le Figaro», que quiere ser la presidenta de la República. «Estoy luchando por ello, yo construyo la lucha política con esto. Se lo debo a los franceses. Ellos confían en mí. No por los alcaldes o concejales, sino para cambiar la situación». Según recogen en el periódico galo, Le Pen augura en 2017 pasar a la segunda vuelta y tiene casi tantas posibilidades «tanto frente a un candidato de la izquierda como frente a un candidato de la derecha».

A corto plazo, la ultraderechista se muestra también convencida de sus buenos resultados en las próximas elecciones municipales en Francia, al indicar que en «prácticamente todas las ciudades habrá candidatos del FN que pasen a la segunda ronda». E incluso Marine Le Pen apuesta a que el próximo 25 de mayo, fecha en la que tendrán lugar los comicios europeos, los franceses llevarán a su Frente Nacional a ser la fuerza más votada de la Unión Europea.

«Sí y mil veces sí. La realidad es que Francia se diluyó en la Unión Europea», reconoce. Las encuestas le van dando la razón a Le Pen. En el último sondeo de TNS-Sofres para «Le Figaro Magazine», Marine escala hasta la tercera posición de las personalidades políticas más populares y con más futuro, por detrás de Manuel Valls y Nicolas Sarkozy, y a la altura de François Fillon, Alain Juppé y Christine Lagarde.

Valls eclipsa a Hollande

El Gobierno galo busca evitar que los franceses se sirvan de los extremos para castigar la acción del presidente socialista, François Hollande, que se encuentra en sus horas más bajas de popularidad. Según el último sondeo TNS-Sofres para «Le Figaro Magazine», sólo un 27% de los ciudadanos galos otorga su aprobación al presidente. Esto ha dado alas a su ministro del Interior, Manuel Valls, que con su discurso contra los gitanos rumanos y búlgaros ha conseguido escalar posiciones entre la opinión pública francesa. En esta misma encuesta, el ministro Valls se confirma como el político francés mejor valorado.