Turquía

Erdogan se enfrenta a sus elecciones más inciertas en veinte años

El presidente turco aspira a la reelección en las elecciones del domingo en medio de la crisis económica y las consecuencias del terremoto

Istanbul (Turkey), 07/05/2023.- Turkish President Recep Tayyip Erdogan speaks during his election campaign rally in Istanbul, Turkey, 07 May 2023. Turkey will hold its general election on 14 May 2023 with a two-round system to elect its president, while parliamentary elections will be held simultaneously. (Elecciones, Turquía, Estanbul) EFE/EPA/TOLGA BOZOGLU
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en un mitin en EstambulTOLGA BOZOGLUAgencia EFE

La doble cita electoral de este domingo –comicios presidenciales y legislativos- será el mayor test para el presidente Recep Tayyip Erdogan (1954) tras dos décadas de poder. Los expertos y los sondeosauguran una reñida batalla entre el actual jefe del Estado y líder del islamista Partido Justicia y Desarrollo (AKP) y el máximo responsable del socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP), Kemal Kilicdaroglu, en un contexto marcado por la crisis económica y las consecuencias del terremoto que golpeó el sur de Turquía el pasado 6 de marzo.

Si la gestión económica fue clave en el despegue y consolidación de la formación islamista y del propio Erdogan desde el año 2002, ahora se erigen en el principal escollo para el mandatario, protagonista absoluto de la vida política turca de las últimas dos décadas.

“El AKP alcanzó el poder después de un terremoto [el de Izmit, noroeste de Turquía, en 1999, que dejó un balance de más de 17.000 muertos según cifras oficiales]. La modernización de la infraestructura fue una de sus principales propuestas desde el principio. Vinieron con un terremoto y podrían irse con otro”, asegura a AFP un profesor de la Universidad de Ankara, Melih Yesilbag.

Central en la ‘Erdonomics’ fue la apuesta por la construcción y modernización de infraestructuras y el sector inmobiliario (en torno a 10 millones de viviendas) apoyado en una política de tipos de interés bajos. Un boom estimulado por la apuesta radical de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo en 2008.

Veinte años después el terremoto registrado en el sur del país y el norte de la vecina Siria –que dejó más de 50.000 víctimas mortales, más de medio millón de viviendas destruidas y 1,5 millones de personas sin hogar solo en Turquía- ha puesto en evidencia las carencias de un

modelo de desarrollo vinculado a la especulación y la corrupción a la vista de la deficiente calidad de miles de edificios residenciales.

El otro gran logro de la economía turca durante los años de Erdogan –primero once años como primer ministro, posteriormente casi una década en una presidencia que refundó a su antojo en 2017- ha sido el del incremento del empleo –impulsado en gran medida por el boom de la construcción- y de los niveles de renta de los hogares. El PIB anual per cápita turco pasó de 3.640 dólares en 2002 a los 12.507 dólares en 2013, año que marca un punto de inflexión en la forma de gobernar, que se torna cada vez más despótica, del ex alcalde de Estambul.

Sin embargo, la subida de los tipos de interés desde 2018 en los vecinos europeos dejó profundamente tocada a la lira turca. La tasa de cambio frente al dólar es aproximadamente de 19,5 liras hoy frente a las 7,5 de hace dos años; en cinco años ha perdido el 80% de su valor respecto a la divisa estadounidense. El alza de la inflación registrada desde 2016 ha lastrado considerablemente el poder adquisitivo de los ciudadanos turcos. Los niveles de desigualdad vienen aumentando desde 2013, así como la pobreza.

En 2022, concretamente en el otoño pasado, la tasa de inflación llegó a superar el 85%, la cifra más elevada de los últimos 24 años (economistas independientes la situaron por encima del 100%). En abril de este año, más contenida, solo alcanza el 43%. El mandatario, consciente del peligro, promete reducirla si vuelve a ser reelegido y su rival, Kilicdaroglu, asegura estar dispuesto a apostar por la ortodoxia económica con tal de encauzar la situación, aunque ello supondría menos gasto público y subida de los tipos de interés.

La combinación de falta de capital extranjero, reservas de divisas que escasean y un cada vez mayor déficit comercial –agravado por la subida de los precios de los hidrocarburos- apuntan a una crisis de la balanza de pagos en Turquía. La situación ha empujado a Erdogan a buscar inversión en los países del Golfo y en Rusia. Una política de generoso gasto público ayudó a propulsar la ‘Erdonomics’, y en los últimos meses el mandatario trata de compensar los reveses sufridos con el incremento de las ayudas y subsidios sociales y doblando el salario mínimo.

Veinte años después de su llegada a la jefatura del Gobierno, la división de la sociedad turca en dos mitades casi irreconciliables es uno de los legados de Erdogan. Si la base electoral del AKP ha sido la Anatolia rural y conservadora, la Turquía urbana se le ha resistido siempre y es cada vez más hostil al mandatario. Amplios sectores de clase media y alta que disfrutaron de los éxitos de las políticas expansivas de la ‘Erdonomics’ hoy le dan la espalda.